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Crónicas del desamor de Elena Ferrante
No había espacio entre ellos y yo, pero la regla dice que, para narrar, antes de nada hay que coger un metro, un calendario y calcular cuánto tiempo ha pasado, cuánto espacio se ha interpuesto entre nosotros y los hechos.
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Crónicas del desamor de Elena Ferrante
Pensaba en la belleza como en un esfuerzo constante de eliminación de la corporalidad. Quería que amase mi cuerpo, pero olvidándose de lo que se sabe de los cuerpos
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Crónicas del desamor de Elena Ferrante
La infancia es una fábrica de mentiras que perduran imperfectamente.
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Crónicas del desamor de Elena Ferrante
Aislarse, encerrarse en la lectura no es bueno, es cruel hacia uno mismo y hacia los demás
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La amiga estupenda de Elena Ferrante
No siento nostalgia de nuestra niñez, está llena de violencia. Nos pasaba de todo, en casa y fuera, a diario, pero no recuerdo haber pensado nunca que la vida que nos había tocado en suerte fuese especialmente fea. La vida era así y punto; crecíamos con la obligación de complicarla a los demás antes de que nos la complicaran a nosotras.
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La niña perdida de Elena Ferrante
Hicimos un largo viaje, soplaba un viento fuerte, llovía a ratos. El paisaje era de una palidez incrustada de herrumbre, pero el cielo se abría a tramos y todo se volvía brillante, empezando por la lluvia.
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La niña perdida de Elena Ferrante
Solo en las malas novelas la gente piensa siempre lo correcto, dice siempre lo correcto, todo efecto tiene su causa, hay simpáticos y antipáticos, buenos y malos, al final todo te consuela.
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Las deudas del cuerpo de Elena Ferrante
Llegar a ser. Frase verbal que siempre me había obsesionado, pero en la que reparé por primera vez en esa circunstancia. Yo quería llegar a ser, aunque jamás había sabido qué.
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La vida mentirosa de los adultos de Elena Ferrante
En pocas palabras, ¿qué ocurría en el mundo de los adultos, en la cabeza de personas muy razonables, en sus cuerpos llenos de saber? ¿Qué los transformaba en los animales menos dignos de confianza, peores que los reptiles?
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La vida mentirosa de los adultos de Elena Ferrante
de repente su fealdad me conmovió; es más, aquella palabra perdió sentido, se diluyó en el gorgoteo del agua. Lo que de verdad importaba era la capacidad de despertar amor, aunque fuéramos feos, aunque fuéramos malvados, aunque fuéramos estúpidos.
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La hija oscura de Elena Ferrante
Estaba abrumada por mí misma. Yo, yo, yo: esto soy, esto se hacer, esto debo hacer
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La hija oscura de Elena Ferrante
Yo era yo, producía pensamientos no desviados por ninguna otra preocupación que el hilo embrollado de los deseos y de los sueños. Nadie me tenía atada a pesar del corte del cordón umbilical.
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La hija oscura de Elena Ferrante
Pero no llevé la muñeca, ni siquiera lo pensé. Sin embargo le compré a Nani un vestido nuevo, zapatitos, otra acción sin sentido. O al menos yo no sé encontrarle un sentido, como a otras tantas pequeñas cosas de la vida.
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Un mal nombre de Elena Ferrante
Repitió la frase dos o tres veces, cada vez más alto, como para asimilar bien una orden que le venía de muy lejos, tal vez incluso de antes de nacer. La orden era: debes comportarte como un hombre, Ste’ o la doblegas ahora o no la doblegarás nunca; es necesario que tu esposa aprenda enseguida que ella es una mujer y tú un hombre, y que por eso debe ser obediente.
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La amiga estupenda de Elena Ferrante
Tú eres mi amiga estupenda, tienes que llegar a ser la mejor de todos, de los chicos y las chicas.
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Las deudas del cuerpo de Elena Ferrante
La nueva carne viva copiaba en broma a la vieja, éramos una cadena de sombras que desde siempre se representaba con la misma carga de amor, odio, deseos y violencia.
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La vida mentirosa de los adultos de Elena Ferrante
Más bien, no me había separado de ella en absoluto, llevaba en la cabeza todas sus palabras, cada gesto, cada expresión de la cara, y no me parecían hechos que acabaran de ocurrir, sino que daba la impresión de que todo estuviese ocurriendo aún.
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¿Cuántas novelas hay en la serie Harry Potter?