La vida mentirosa de los adultos de Elena Ferrante
Mentir me gustaba cada vez más, sentía que rezar y contar mentiras me daban el mismo consuelo.
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La vida mentirosa de los adultos de Elena Ferrante
Mentir me gustaba cada vez más, sentía que rezar y contar mentiras me daban el mismo consuelo.
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Los días del abandono de Elena Ferrante
¡Que error había sido encerrar el significado de mi existencia en los ritos que Mario me ofrecía con prudente emoción conyugal!¡Que error había sido confiar el sentido de mi vida a sus gratificaciones, a sus arrebatos de entusiasmo, al recorrido cada vez más fructífero de su vida!¡Que error había sido, sobre todo, creer que no podía vivir sin él, cuando desde hacía tiempo tenía serias dudas de que con él estuviese viva!
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Un mal nombre de Elena Ferrante
¿Es posible que incluso los momentos felices del placer no resistan nunca un examen riguroso?
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Un mal nombre de Elena Ferrante
Lo que antes le parecía insoportable, ahora la alegra. Tal vez debería decirle que las cosas carentes de sentido son las más hermosas.
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Un mal nombre de Elena Ferrante
Tal como había ocurrido en otras ocasiones, jamás se me pasó por la cabeza que ella se hubiese visto en la necesidad de humillarme para poder soportar mejor su propia humillación.
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Las deudas del cuerpo de Elena Ferrante
Sin estas manos ásperas, proclamó, no existiría ni una silla, ni un edificio, ni un coche, nada, ni siquiera tú; si nosotros, los trabajadores, dejamos de deslomarnos, se pararía todo, el cielo caería sobre la tierra y la tierra aplastaría el cielo, las plantas volverían a adueñarse de la ciudad, el Arno inundaría vuestras bonitas casas, y solo quienes llevan deslomándose desde siempre sabrían como sobrevivir...
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Las deudas del cuerpo de Elena Ferrante
Ha llegado el momento de estudiar como mujeres y no como hombres; detrás de cada disciplina está la polla, y cuando la polla se siente impotente recurre al garrote, a la policía, a las cárceles, al ejército, a los campos de concentración; y si no te doblegas, si por el contrario, te empeñas en seguir poniéndolo todo patas arriba, llega la matanza.
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Las deudas del cuerpo de Elena Ferrante
Cada elección tiene su historia, muchos momentos de nuestra existencia permanecen comprimidos en un rincón a la espera de una salida, y al final esa salida llega.
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Las deudas del cuerpo de Elena Ferrante
El barrio remitía a la ciudad, la ciudad a Italia, Italia a Europa, Europa a todo el planeta. Hoy lo veo así: no es el barrio el que está enfermo, no es Nápoles, sino el planeta, es el universo, o los universos. La habilidad consiste en ocultar u ocultarse el verdadero estado de las cosas.
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Los días del abandono de Elena Ferrante
Desde el momento en que me había enamorado de Mario, había empezado a temer que le dejase de gustar. Lavar el cuerpo, desodorarlo, borrar todas las señales desagradables de la fisiología. Levitar. Quería despegarme del suelo, quería que me viese flotando en el aire como ocurre con las cosas íntegramente buenas. No salía del baño si no había desaparecido el mal olor, abría los grifos para evitar que oyese el chorro de la orina. Me frotaba, me restregaba, me lavaba el pelo cada dos días. Pensaba en la belleza como en un esfuerzo constante de eliminación de la corporalidad. Quería que amase mi cuerpo, pero olvidándose de lo que se sabe de los cuerpos. La belleza, pensaba angustiada, es ese olvido.
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La niña perdida de Elena Ferrante
Yo soy un garabato tras otro, del todo inapropiado para uno de tus libros. Déjame estar, Lenù, no se habla de una tachadura.
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Las deudas del cuerpo de Elena Ferrante
Llegar a ser. Frase verbal que siempre me había obsesionado. Yo quería llegar a ser, aunque jamás había sabido qué. Y había llegado a ser, no cabía duda, pero sin un objetivo, sin una auténtica pasión, sin una resuelta ambición.
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Un mal nombre de Elena Ferrante
No sabía dejarme arrastrar más allá de los límites. [...] En cambio ella tomaba posesión de las cosas, las quería de verdad, se apasionaba con ellas, jugaba al todo o nada, y no temía el desprecio, el escarnio, los escupitajos, las palizas.
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La amiga estupenda de Elena Ferrante
Era un antiguo temor, un temor que no había superado: el miedo de que al perderme cosas de su vida, la mía perdiera intensidad e importancia.
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La hija oscura de Elena Ferrante
Las cosas más difíciles de contar son las que nosotros mismos no llegamos a comprender.
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La vida mentirosa de los adultos de Elena Ferrante
En cuanto buscas las palabras, la lentitud se transforma en torbellino y los colores se confunden como los de varias frutas mezcladas en una licuadora. No sólo “el tiempo pasó” se convierte en una fórmula, sino que “una tarde”, “una mañana”, “una noche” también resultan indicaciones de conveniencia.
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El amor molesto de Elena Ferrante
Yo todavía no lo sabía, pero también experimentaría que la vejez es un animal horrendo y feroz.
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La amiga estupenda de Elena Ferrante
Los pequeños desconocen el significado del ayer, del anteayer, del mañana, todo se reduce a esto, al ahora: la calle es esta, el portón es este, las escaleras son estas, esta es mamá, este es papá, este es el día, esta la noche.
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La hija oscura de Elena Ferrante
Pensé en como un acto opaco genera otros de una opacidad cada vez mayor, y entonces el problema reside en romper la cadena.
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