Atrapada en el tiempo de Diana Gabaldon
El prejuicio social es una fuerza poderosa, pero se desarma ante la competencia, sobre todo cuando la demanda es urgente y la habilidad no abunda.
|
Atrapada en el tiempo de Diana Gabaldon
El prejuicio social es una fuerza poderosa, pero se desarma ante la competencia, sobre todo cuando la demanda es urgente y la habilidad no abunda.
|
Viajera de Diana Gabaldon
Una vez que hayas escogido a un hombre, no trates de cambiarlo. No se puede. Pero lo más importante es no permitir que trate de cambiarte a ti. Tampoco se puede, pero los hombres siempre lo intentan.
|
|
Forastera de Diana Gabaldon
Un hombre que jamas me había hablado de amor, que nunca necesitado hacerlo, porque yo sabia que me amaba, tanto como sabia que estaba viva. Pues cuando el amor es absoluto, las palabras son innecesarias. Es todo, Es eterno. Y con eso basta
|
Atrapada en el tiempo de Diana Gabaldon
—Te encontraré —susurró—. Te lo prometo. Aunque deba soportar doscientos años de purgatorio, doscientos años sin ti. Ése será el castigo por mis crímenes; por haber mentido, matado, robado y traicionado. Pero algo me salvará en el balance. Cuando esté frente a Dios, tendré algo que decir que compensará el resto —Su voz se apagó, convirtiéndose en un murmullo, y estrechó sus brazos alrededor de mí
|
Atrapada en el tiempo de Diana Gabaldon
Hasta ese entonces siempre había creído que la tendencia a desmayarse de las mujeres del siglo dieciocho se debía a los corsés apretados, Pero no, se debía a la estupidez de los hombres de aquel siglo.
|
Forastera de Diana Gabaldon
(...) dormir en presencia de otra persona constituía una demostración de confianza. Si la confianza era recíproca, el mero hecho de dormir podía unir más a dos personas que el acoplamiento de sus cuerpos.
|
Viento y ceniza de Diana Gabaldon
Las montañas tenían su propio tiempo, y un hombre sabio no intentaba que corriera más de prisa.
|
La cruz ardiente de Diana Gabaldon
Tal vez era más hija de Jamie que mía, me dije al observar la luz del fuego en su pelo. Tenía su valor, su gran ternura… pero era el valor de un guerrero y la ternura de una fortaleza capaz de aplastar a voluntad.
|
Atrapada en el tiempo de Diana Gabaldon
—Sangre de mi sangre —repitió— y hueso de mi hueso. Me llevas dentro de ti, Claire; ahora no puedes abandonarme, pase lo que pase. Eres mía para siempre, quieras o no, me ames o no. Mía, y no te dejaré ir.
|
Ecos del pasado de Diana Gabaldon
Toda muerte es una sola, y una sola muerte se convierte en todas, pues cada muerte es la llave de la puerta que bloquea el recuerdo.
|
Tambores de otoño de Diana Gabaldon
Mientras mi cuerpo y el tuyo vivan, seremos una sola carne. Y cuando mi cuerpo termine, mi alma todavía será tuya Claire. Juro por mi esperanza de ganarme el cielo que no me separare de ti. Nada se pierde, Sassenach; solo se transforma.
|
La cruz ardiente de Diana Gabaldon
Pero aun suponiendo que sepas nadar, MacKenzie, y que el señor Fraser pueda mantenerse a flote… no creo que la señora pueda, ¿verdad? Con tantas faldas y enaguas… —Movió la cabeza, con los labios fruncidos en un gesto caviloso—. Se iría al fondo como una piedra. —¿Claire? —dijo Jamie. Percibí la nota tensa en su voz. Con un suspiro, extraje la pistola que escondía bajo la chaqueta, cruzada en mi regazo. —Bien —dije—. ¿Contra cuál disparo? |
La cruz ardiente de Diana Gabaldon
—Sí. Jamie es parte de mí. Igual que tú. Pero ni tú ni él me llenáis por completo. Soy lo que soy: médica, enfermera, sanadora, bruja… como la gente quiera decirlo; el nombre no importa. Nací para eso y lo seré hasta que muera. Si os perdiera, a ti o a Jamie, ya no volvería a sentirme completa, pero aún me quedaría eso. —Continuó en voz tan suave que Brianna tuvo que esforzarse para oírla—. Por un tiempo, después de… retornar… antes de que tú nacieras… eso era todo lo que tenía. Sólo el conocimiento.
|
La cruz ardiente de Diana Gabaldon
Seré guerrero, para que mi hijo pueda ser mercader y su hijo, poeta
|
La cruz ardiente de Diana Gabaldon
Estrechó a Claire contra sí, curvando la mano libre contra la parte baja de su vientre. Ella suspiró con un dejo de dolor físico y se acomodó también, anidando el trasero el tazón de sus muslos. Jamie sintió que comenzaba la fusión al relajarse ella; era ese extraño mezclarse de cuerpos. Al principio ocurría sólo cuando la poseía, y solamente al terminar. Después, cada vez con más frecuencia, hasta que el mero contacto de su mano fue a un tiempo invitación y realización, una entrega inevitable, ofrecida y aceptada. De vez en cuando se resistía, sólo para comprobar que era posible, pues de pronto temía perderse a sí mismo. Confiaba en que era lo correcto. Lo decía la Biblia: «Seréis una solo carne» y «Lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre». Jamie había sobrevivido a una separación, pero no podría pasar por otra y continuar viviendo. |
La cruz ardiente de Diana Gabaldon
—Supongo que nos congelaremos juntos, Sassenach . Pero no importa. De cualquier modo no querría vivir sin ti.
|
Viajera de Diana Gabaldon
-Por amarte he conocido el infierno más de una vez, Sassenach; si es necesario, volveré a conocerlo.-
|
Atrapada en el tiempo de Diana Gabaldon
Porque si tu sientes por mi lo que yo siento por ti, entonces te estoy pidiendo que te arranques el corazón y que vivas sin él.
|
Atrapada en el tiempo de Diana Gabaldon
No sé si la herida es mortal, Claire… cuando te miro siento que se me escapa la sangre del corazón.
|
Fue publicada en ...