La hija de Cayetana de Carmen Posadas
Todo el mundo sabe que es un término que sólo se usa en astronomía y se aplica únicamente al movimiento de los planetas en el espacio, nada más
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La hija de Cayetana de Carmen Posadas
Todo el mundo sabe que es un término que sólo se usa en astronomía y se aplica únicamente al movimiento de los planetas en el espacio, nada más
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La hija de Cayetana de Carmen Posadas
Y era tan infinito el horizonte, tan bella esa tierra cerca de la que navegaban, que a Trinidad le dio por soñar un rato más
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La hija de Cayetana de Carmen Posadas
Parecía tan fácil allí, solos los dos En cubierta, riendo con el viento a favor y le pregunta linea de la Isla de Cabo Verde dibujandose ya a en el horizonte, que a Trinidad le dio por soñar. Era gratis y, además, ella rara vez pérdida la sonrisa.
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La leyenda de la Peregrina de Carmen Posadas
Ponte como meta la luna, porque incluso si fallas llegarás alto.
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La Bella Otero de Carmen Posadas
El poder total implica no amar; en realidad se trata de la conocida maldición del Don Juan: quien conquista no ama, le resulta imposible...está demasiado inmerso en la impostura de la seducción como para fijarse en el objeto deseado.
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La Bella Otero de Carmen Posadas
En tantos años de vida mundana he aprendido esta discreta manera de acabar una conversación que se alarga demasiado. Con cariño se van dirigiendo los pasos de nuestra visita hacia la salida, muy despacio, pero con mucha firmeza. Tengo comprobado que siempre que lo que se cuente sea lo suficientemente interesante, el interlocutor apenas repara en que lo estamos echando. Para cuando termine la historia, él o ella estará al otro lado de la puerta con una sonrisa pánfila y la pequeña gloria de haber conocido una historia malvada.
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La Bella Otero de Carmen Posadas
Una mujer liberada podía (y debía) tener amantes, podía también subirse a un escenario y coquetear con el arte, siempre que lo hiciera desde el cómodo estatus de esposa excéntrica o, si era rica, desde la aún más confortable plataforma de una extravagante millonaria. Trabajar para vivir, en cambio, erea imperdonable, era `desclasarse´ y eso constituía el peor de los pecados. Porque una época tan brillante que se vanagloriaba de bendecir una fraternité entre ricos y pobres, en realidad ésta no afectaba más que a las formas, nunca al fondo. Príncipes y vagabundos podían coincidir en los mismos lugares de entretenimiento y emborracharse con una misma botella de absenta, pero una vez disipados los vapores del alcohol la fraternité desaparecía junto con la resaca y el dolor de cabeza.
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La Bella Otero de Carmen Posadas
Pecado social era casar mal y pecado mortal divorciarse, sobre todo para las mujeres, quienes, a menos que pertenecieran a una familia muy rica, utomáticamente perdían todo respeto...
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La Bella Otero de Carmen Posadas
Carolina entendió desde el principio el romántico ascendente que la Belle Époque entregó a las cortesanas y lo explotó al máximo. Es cierto que dichas actitudes provenían, una vez más, del eterno paternalismo masculino, pero al mismo tiempo daban libertad y, sobre todo, otorgaban poder a las mujeres que se atrevían a jugar el juego. Un poder, como se verá, casi ilimitado.
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La cinta roja de Carmen Posadas
Todos creemos que se ama a alguien por sus virtudes o por sus atributos, sean éstos físicos o morales, pero es mentira. jamás se ama o se desea a alguien por sus virtudes, por muy grandes que éstas sean, sino siempre a pesar de sus defectos.
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Invitación a un asesinato de Carmen Posadas
Supongo que no sorprendere a nadie,si confieso que está reunión tiene otra finalidad muy distinta de la que figuraba en la invitación que is envie por correo,si os he convocado no es para festejar mi divorcio,si no para invitaros a cometer un asesinato.
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Un veneno llamado amor de Carmen Posadas
Os doy gracias desde el fondo de mi corazón por la desesperanza en que me habéis puesto, y desprecio el reposo en que viví antes de haberos conocido (en cartas portuguesas de Sor Mariana de Alcofarado)
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La Bella Otero de Carmen Posadas
La moral de la época era una mezcla de pacatería decimonónica y osadía pagana, la Belle Epoque se escandalizaba ante algunas cosas y aceptaba impertérrita actitudes que aún hoy se consideran tabú, como el lesbianismo. El lema de la época « haz lo que quieras » tenía una limitación muy clara : los compartimientos estancos que separaban a las clases sociales. Una persona podía hacer lo que quisiera salvo desclasarse : casarse bajo su condición o divorciar.
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La Bella Otero de Carmen Posadas
Paris, que trataba de olvidar la guerra franco-prusiana con una joie de vivre, donde surgían nuevas creencias en lo que respecta a la religión y la moral, que se hace permisiva. La consigna era disfrutar de la vida y pasarlo bien con el lema « haz lo que quieras », pero eran placeres reservados a la pequeña y mediana burguesía excluyendo a la clase obrera. Era la época dorada del azar y el juego formaba parte inexcusable del ocio de la clase alta. También encajaba con la época el talante de los duelos, los suicidios y la romántica costumbre de adorar a las horizontales. En aquella época imperaba la palabra honor ante todo, honor de batirse en duelo, de volarse los sesos, de envenenarse, de ir a la guerra, de mantener una actitud impasible frente a los caprichos del destino.
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Cinco moscas azules de Carmen Posadas
Todo diálogo es, en realidad, un monólogo, uno habla sólo consigo mismo y, si oye al otro, lo hace únicamente con la esperanza de exponer su historia a continuación.
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Cinco moscas azules de Carmen Posadas
Acabo de quedarme viuda hace poco y de la manera más inesperada, v-i-u-d-a, ahora, al escribirlo por primera vez, suena muy extraño, doloroso, debería añadir, pero he descubierto recientemente que la pena es un sentimiento lento comparado con otros casi instantáneos; sorpresa, asombro..., eso es lo que se siente en verdad, los vacíos tardan en hacerse notar, y es una suerte, supongo, así da tiempo a ordenar la cabeza.
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Cinco moscas azules de Carmen Posadas
Por otro lado, no se consideraba ni español como su madre, ni rioplatense como su padre (tampoco de ninguna otra parte, inconveniente de haber vivido auí y allá), y por eso hablaba castellano con el desapego de los apátridas, aquellos que al haber aprendido varios idiomas picotean en todos robando frases, adaptando otras hasta inventar un esperanto propio.
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La maestra de títeres de Carmen Posadas
La verdad no interesa a nadie”, eso era lo que solía decirles mami siempre a ella y a sus hermanas.
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¿Quién escribió la saga?