La Bella Otero de Carmen Posadas
Carolina entendió desde el principio el romántico ascendente que la Belle Époque entregó a las cortesanas y lo explotó al máximo. Es cierto que dichas actitudes provenían, una vez más, del eterno paternalismo masculino, pero al mismo tiempo daban libertad y, sobre todo, otorgaban poder a las mujeres que se atrevían a jugar el juego. Un poder, como se verá, casi ilimitado.
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