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La leyenda de la Peregrina de Carmen Posadas
En el atardecer de nuestras vidas, se nos juzgará por el amor.
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Calificación promedio: 5 (sobre 53 calificaciones)
/No te pierdas la maravillosa entrevista de nuestro director general, Javier Arrevola, a Carmen Posadas En ella nos desvelarán muchos secretos sobre su última novela 'La leyenda de la peregrina' http://bit.ly/3mYXoRx Una joya legendaria en manos de una sucesión de mujeres extraordinarias. Nuestro agradecimiento a la Editorial Espasa y a Planetadelibros por hacerlo posible.
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La leyenda de la Peregrina de Carmen Posadas
En el atardecer de nuestras vidas, se nos juzgará por el amor.
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La Bella Otero de Carmen Posadas
Una mujer liberada podía (y debía) tener amantes, podía también subirse a un escenario y coquetear con el arte, siempre que lo hiciera desde el cómodo estatus de esposa excéntrica o, si era rica, desde la aún más confortable plataforma de una extravagante millonaria. Trabajar para vivir, en cambio, erea imperdonable, era `desclasarse´ y eso constituía el peor de los pecados. Porque una época tan brillante que se vanagloriaba de bendecir una fraternité entre ricos y pobres, en realidad ésta no afectaba más que a las formas, nunca al fondo. Príncipes y vagabundos podían coincidir en los mismos lugares de entretenimiento y emborracharse con una misma botella de absenta, pero una vez disipados los vapores del alcohol la fraternité desaparecía junto con la resaca y el dolor de cabeza.
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La Bella Otero de Carmen Posadas
Paris, que trataba de olvidar la guerra franco-prusiana con una joie de vivre, donde surgían nuevas creencias en lo que respecta a la religión y la moral, que se hace permisiva. La consigna era disfrutar de la vida y pasarlo bien con el lema « haz lo que quieras », pero eran placeres reservados a la pequeña y mediana burguesía excluyendo a la clase obrera. Era la época dorada del azar y el juego formaba parte inexcusable del ocio de la clase alta. También encajaba con la época el talante de los duelos, los suicidios y la romántica costumbre de adorar a las horizontales. En aquella época imperaba la palabra honor ante todo, honor de batirse en duelo, de volarse los sesos, de envenenarse, de ir a la guerra, de mantener una actitud impasible frente a los caprichos del destino.
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La Bella Otero de Carmen Posadas
La vida continúa y son otros los que ocupan ahora nuestro hueco de gloria. Pero no por mucho tiemo, sólo hasta que ellos también se hagan viejos y desaparezcan de las portadas para reaparecer a lo grande en una necrológica.
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La maestra de títeres de Carmen Posadas
El presente se escribe con la sangre y el semen del pasado. [...] Con sangre y con semen, así se escriben todas las historias o por lo menos las más interesantes, de modo que esas eran las dos tintas que se disponía a usar.
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La Bella Otero de Carmen Posadas
En tantos años de vida mundana he aprendido esta discreta manera de acabar una conversación que se alarga demasiado. Con cariño se van dirigiendo los pasos de nuestra visita hacia la salida, muy despacio, pero con mucha firmeza. Tengo comprobado que siempre que lo que se cuente sea lo suficientemente interesante, el interlocutor apenas repara en que lo estamos echando. Para cuando termine la historia, él o ella estará al otro lado de la puerta con una sonrisa pánfila y la pequeña gloria de haber conocido una historia malvada.
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La cinta roja de Carmen Posadas
Dicen los anales que nunca antes el país había caído tan bajo como en aquellos años de finales de los noventa (1790). Entre fiestas, prodigalidades y escándalos, el Directorio había llegado a un punto de discrédito como Francia no había conocido jamás. Los aprovechados abundaban en una administración tan desorganizada que día a día se multiplicaba el número de sus funcionarios, mientras las finanzas llegaban al punto más bajo y la industria y la agricultura se hundían sin remedio(pg 496)
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La Bella Otero de Carmen Posadas
La moral de la época era una mezcla de pacatería decimonónica y osadía pagana, la Belle Epoque se escandalizaba ante algunas cosas y aceptaba impertérrita actitudes que aún hoy se consideran tabú, como el lesbianismo. El lema de la época « haz lo que quieras » tenía una limitación muy clara : los compartimientos estancos que separaban a las clases sociales. Una persona podía hacer lo que quisiera salvo desclasarse : casarse bajo su condición o divorciar.
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Cinco moscas azules de Carmen Posadas
Acabo de quedarme viuda hace poco y de la manera más inesperada, v-i-u-d-a, ahora, al escribirlo por primera vez, suena muy extraño, doloroso, debería añadir, pero he descubierto recientemente que la pena es un sentimiento lento comparado con otros casi instantáneos; sorpresa, asombro..., eso es lo que se siente en verdad, los vacíos tardan en hacerse notar, y es una suerte, supongo, así da tiempo a ordenar la cabeza.
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La Bella Otero de Carmen Posadas
Carolina entendió desde el principio el romántico ascendente que la Belle Époque entregó a las cortesanas y lo explotó al máximo. Es cierto que dichas actitudes provenían, una vez más, del eterno paternalismo masculino, pero al mismo tiempo daban libertad y, sobre todo, otorgaban poder a las mujeres que se atrevían a jugar el juego. Un poder, como se verá, casi ilimitado.
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Empezamos con una fácil: Sherlock Holmes