La Bella Otero de Carmen Posadas
En tantos años de vida mundana he aprendido esta discreta manera de acabar una conversación que se alarga demasiado. Con cariño se van dirigiendo los pasos de nuestra visita hacia la salida, muy despacio, pero con mucha firmeza. Tengo comprobado que siempre que lo que se cuente sea lo suficientemente interesante, el interlocutor apenas repara en que lo estamos echando. Para cuando termine la historia, él o ella estará al otro lado de la puerta con una sonrisa pánfila y la pequeña gloria de haber conocido una historia malvada.
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