Entrevista a Alexis Ravelo y su relación con la novela negra
Eres un escritor que se mueve por diferentes géneros pero ¿cuál fue tu primer contacto con la novela negra o por qué te interesó este género en particular?
Curiosamente, no comencé con los norteamericanos, que es lo que suele ocurrir. de adolescente, me topé con Friedrich Dürrenmatt (La promesa, El encargo, El juez y su verdugo), con Leonardo Sciascia (El contexto, El caballero y la muerte), con Manchette (Fatal, El caso N`Gustro) y también con autores que publicaban en español, como Paco Ignacio Taibo II (La vida misma), Mempo Giardinelli (Luna caliente) o Andreu Martín (Prótesis fue para mí un descubrimiento). Así que ingresé en el género sabiendo ya de sus posibilidades tanto estéticas como éticas y políticas. Haciendo buena literatura con él, estos autores iluminaban con un foco pesimista y lúcido al ser humano y a la sociedad.
¿Cuáles son tus referentes o influencias?, ¿con qué escritores de la literatura policíaca y novela negra dialogas?
Además de los que cito en la respuesta anterior, siento que me influyen al escribir novela negra Jim Thompson, James M. Caine, Patricia Highsmith, Horace McCoy o Francisco González Ledesma. Pero debo hacer notar que en mi trabajo siento más el peso de muchos autores que no son del género, pero a los que regreso constantemente. Y esa es una lista tan diversa como extensa, que abarca desde Onetti y Cortázar a Yourcenar y Camus , desde el Arcipreste de Hita a Carson McCullers. de hecho, no suelen interesarme los autores de novela negra que solo leen novela negra, cosa que se nota enseguida.
Has mencionado, en varias ocasiones, ser un gran seguidor del cine noir ¿encuentras allí elementos para la creación de tus novelas?
Muchos. Sobre todo en el cine francés de los años sesenta y setenta. Uno de mis directores favoritos es Jean Pierre Melville. Sin embargo, en los últimos años, el nuevo cine negro nos da temas y argumentos para pensar mucho. Películas pequeñas pero inteligentes como Blue Ruin o Tarde para la ira me interesan por su estética, por su tratamiento serio de los argumentos. Es un tipo de cine en el que, al igual que pasa con los grandes textos, lo importante no es lo que se dice, sino lo que no se dice.
Has ganado algunos premios en relación a la novela negra ¿cómo lo llevas?, ¿qué es lo que más destacarías de estos reconocimientos?
La mayoría de estos premios los otorgaban profesionales y expertos en el gremio o lectores, así que me llenaron de alegría, por el reconocimiento que suponían. Aparte de animarte, los premios te dan un empujón hacia la luz pública. Pero es importante recordar siempre que, por muchos premios que tenga, lo importante es que el siguiente libro sea igual o mejor que el anterior, que por muchos galardones que uno tenga en la estantería, el lector lee un libro cada vez, y ese libro ha de ser digno. Quiero decir: el currículum del autor da igual; lo importante es que se dé esa magia entre el texto y el lector. Por lo tanto, pasados los fastos, uno ha de olvidarse de que tiene esos premios y concentrarse en seguir haciendo su trabajo como el primer día, con el mismo esfuerzo y la misma seriedad. O más, me atrevería a decir.
Se nota que eres amante de la historia ya que en tus obras la presenta, sin escribir por esto, novelas históricas ¿Cómo consigues esto?, ¿de qué manera trabajas tiempo y época en tus textos?
Yo acoto de forma muy precisa el tiempo de mis ficciones. Me gusta que mis argumentos se desarrollen en lapsos breves de tiempo (una semana, un mes, tres días), pero hay técnicas, en realidad muy sencillas, que te permiten ir hacia delante y hacia atrás más allá del arco temporal fijado, a lo que podríamos llamar, respectivamente, antecedentes y resoluciones de la trama. Además, todo el presente está hecho de pasado, todo lo que somos está constituido por todo lo que otros fueron antes. Cuando profundizamos en la realidad, la Historia aparece enseguida y nos damos cuenta de que no somos más que un eslabón en el devenir. Pero el tiempo es un viaje constante en el que cada segundo dura un segundo. Y esto es importante para nosotros, los seres humanos, que sabemos que vamos a morirnos pero no cuándo. Así que la literatura, en este sentido, funciona como una máquina del tiempo que nos permite ir adelante, atrás, prolongar un instante todo lo que queramos o volver a un momento determinado todas las veces que se nos antoje. Eso es, se me ocurre, un consuelo.
La mayoría de tus novelas ocurren en tu ciudad natal, Las Palmas de Gran Canaria ¿qué elementos encuentras en esta que sirvan como escenario para una novela negra?
Yo soy de los que aprendieron, con Rulfo, que no hay que salir de tu pueblo para contar el mundo. Lo que hace universal a una novela no es su cosmopolitismo, sino la universalidad de sus temas. Me gusta trabajar con espacios en los que he respirado y vivido con intensidad, en los que he sufrido y gozado y que conozco bien. Digamos, que creo que no se puede habitar los lugares de una novela como un turista. Así que siempre he preferido, si el argumento me lo permite, ambientar en Las Palmas de Gran Canaria porque es el sitio donde me crié, y que conozco bien. Pero, aparte, presenta ventajas indudables: es una ciudad portuaria tricontinental, con influencias de Europa, África, Asia y América, con el tamaño suficiente para tener vicios de gran ciudad pero también con todas las malas mañas de una capital de provincias. Además, es la capital de un territorio insular, y toda isla es, por sí misma, materia literaria. Supongo que para un escritor es una suerte nacer aquí.
Has creado varias novelas en torno a Eladio Monroy, este personaje que no es detective ni periodista pero que siempre termina metiéndose en líos y resolviendo singulares casos. ¿Cuánto de ti tiene este personaje? o ¿de dónde sale y cómo se construye?
En realidad, Monroy tiene muy poco de mí, salvo el hecho de que se afeita la cabeza. Cuando lo pensé, quería crear un personaje hard boiled que fuera verosímil en mi entorno. Los policías me aburrían para trabajar con ellos, los detectives privados en España no trabajan con delitos violentos (y la novela negra es un género que toma la violencia como tema y excusa para tratar otros temas) y los periodistas que conozco no eran capaces de hacer la mitad de las barbaridades que les tocaría hacer a Monroy. Así que me fijé en un cierto tipo de hombres muy típicos en Gran Canaria, esos hombres que han sido marineros y están vinculados al ambiente que había en los muelles en la época en que Canarias era puerto franco. Mi padre (fallecido hace mucho) fue uno de ellos. También tenía cerca otros, como un jefe de máquinas de la mercante a quien no conocí bien pero de quien sabía que era un gran lector. Quería un personaje potente pero con muchas cosas que no me gustan (machismo, homofobia, tendencia a la violencia y a etiquetar a las personas desde el prejuicio) y que, sin embargo, fuese capaz de obrar bien. Pero también lo suficientemente violento para poder salir a hostia limpia de cualquier situación. Ahora que lo pienso, es curioso esto de los defectos, porque me he dado cuenta de que, a partir de la segunda novela (Solo los muertos) siempre he procurado que Monroy aprenda a través de las situaciones que le planteo y que se libere de alguno de sus prejuicios.
Cuéntanos un poco sobre la experiencia de escribir una serie de novelas: la serie Eladio Monroy ¿qué se necesita para ello?
Se necesita suerte, sobre todo. Dar en el clavo con el personaje y su universo y que ese universo y ese personaje interesen. Hay que vigilarse mucho, para no estancarse y ser fiel, al mismo tiempo, a ese mundo que has creado. Digamos que en cada novela tienes que ofrecer lo mismo, pero de una manera diferente, una evolución estilística o argumental. Con Monroy tengo suerte porque la gente que lo acompaña en el viaje (todos los secundarios) son muy cotidianos pero, al mismo tiempo, más interesantes que él mismo. También es cierto que al principio yo solo quería escribir una novela negra (Tres funerales para Eladio Monroy). Luego me influyeron dos cosas, muy extraliterias, en realidad: la popularidad y la indignación que me hacen sentir ciertas injusticias. Digamos que, como sé que las novelas de Monroy son populares, cuando una situación o una actitud pública me indignan, puedo escribir una novela de Monroy tratando ese tema. Y eso me impide, muy probablemente, explotar. Después de aquella primera novela, las demás surgieron por noticias que me enojaban profundamente (aún antes de que pasaran a convertirse en temas de moda) y que tenían que ver en cada momento con la explotación de recursos en los países más pobres, el blanqueo de capitales y la financiación ilegal de partidos, los tejemanejes con subcontratas públicas o las redes de explotación sexual. Digamos que, para las novelas de esta serie, yo no busco los temas, sino que los temas me buscan a mí y que sé que lo que escriba va a tener un público fiel que, probablemente, también esté preocupado por esos temas.
Si fueras tú un personaje de novela negra ¿encarnarías al criminal o al detective?
Probablemente a la víctima.
¿Cómo ves el panorama de la novela policíaca y novela negra en España?
Es un gran momento. Aún tenemos con nosotros a muchos de los fundadores del género (Juan Madrid o Andreu Martín) produciendo obra nueva, a los autores de los noventa que se inclinaron hacia el policial (Alicia Giménez Bartlett, Lorenzo Silva) y nos hemos incorporado muchos autores que parecíamos marginales por motivos estilísticos o geográficos. Además, la presencia de las voces femeninas ya no es anecdótica y autoras como Rosa Ribas, Cristina Fallarás o Susana Hernández son, con justicia, populares. Y ahora, continúan cultivando el género nuevas voces. En los últimos tiempos he leído a Laura Gomara, por ejemplo, una autora muy joven que lo hace muy bien.
Además de novela negra, escribes cuentos, libros infantiles y juveniles, guiones para teatro y televisión y como afirmas en tu blog «cualquier cosa susceptible de ser escrita» ¿hay algo que no sea susceptible para la escritura?
Para mí, todo surge de la escritura, todo (salvo quizá la música) es palabra. Y es benéfico para un autor el contacto con disciplinas no literarias, que obligan a supeditar lo literario a otros códigos. Aparte de guiones, por ejemplo, he escrito copies y jingles para publicidad y textos para teletiendas. Siempre para comer caliente, por supuesto, pero cada vez que lo he hecho he aprendido algo. No me importaría acabar escribiendo un día el guion de un videojuego. Seguro que aprendo mucho haciéndolo.
¿En qué proyecto literario estás trabajando actualmente?
Está a punto de publicarse una novela que finalicé el año pasado, ambientada en la isla de Lanzarote y, ahora mismo, hago trabajo de campo para un ensayo literario.
Alex Ravelo y sus lecturas
¿Qué libro de este género te incentivó a escribir?
La promesa y 1280 almas.
¿Qué autor te pudo provocar dejar de escribir? (por su calidad indiscutible)
Juan Carlos Onetti.
¿Cuál fue tu primer gran descubrimiento literario dentro de este género?
Prótesis , sin duda. Y las novelas de Jim Thompson.
¿Qué novela policíaca relees con frecuencia?
Fatal , de Manchette. También Prótesis y El talento de Mr. Ripley. Y una novela no muy célebre, pero muy bien escrita: Penúltimo nombre de guerra , de Raúl Argemí.
¿Qué libro de este género te da vergüenza no haber leído aún?
Algunas de las novelas de James Ellroy. Pero a veces me produce mucha pereza.
¿Qué clásico de la literatura policíaca o novela negra consideras que ha sido sobrevalorado?
Son muchos. Daría para otra entrevista.
¿Tienes una cita literaria de culto?, ¿cuál es?
Una greguería de Ramón Gómez de la Serna: «Nunca es mañana; siempre es hoy».
¿Qué estás leyendo de este género actualmente?
Después de la caída, de Dennis Lehane.