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Calificación promedio: 5 (sobre 75 calificaciones)
/El próximo lunes 8 de marzo se celebra un nuevo Día de la Mujer, y en La gota de sangre nos unimos a esta celebración con un episodio especial. Si hablamos de la lucha de las mujeres por el espacio público, la literatura continúa siendo un campo de batalla. Y el género negro y policíaco no es la excepción. En este episodio especial de la gota de sangre las escritoras de género negro y policíaco Rosa Ribas, Eva García Sáenz de Urturi, Nieves Abarca, Marta Sanz y Mercedes Castro nos recomiendan sus autoras favoritas del género.
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Con anuncio de Rosa Ribas Moliné
Asusta más la niña de mirada clara a quien de pronto le crecen los colmillos que el vampiro con capa transilvánica; duele más la reprimenda del padre siempre comprensivo que la de la madre rezongona, y el rostro que pierde el control y se descompone de furia impresiona mucho más cuando es el del enanito bueno de Disney.
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Un asunto demasiado familiar de Rosa Ribas Moliné
Y sin embargo, allí estaban. A su derecha, Lola mantenía la vista fija en el ataúd lustroso como un enorme zapato embetunado. A pesar de la música, Mateo percibía ese rechinar de dientes que a veces lo despertaba por las noches.
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Un asunto demasiado familiar de Rosa Ribas Moliné
Amalia y Nora no entendían la importancia de no saber. Tampoco la necesidad de callar lo que se sabe. Amalia parecía captar la amenaza oculta detrás de las medias verdades y las alusiones; las contemplaba desde cierta distancia. Nora, en cambio, sentía una atracción irrefrenable hacia el peligro que emanaba de los secretos y los encaraba sin protegerse.
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Entre dos aguas de Rosa Ribas Moliné
El Meno cruzaba furioso por Francfort. La corriente, siempre tan mansa al pasar por delante de la ciudad, saltaba embravecida arrastrando ramas y troncos, arbolitos enteros desgajados por las crecidas de un deshielo fulminante después del crudo invierno. Nada parecía poder oponerse al correr encolerizado del río. Sólo un gallego. A su lado se deslizaban veloces matorrales, palos y piedras; a veces lo golpeaban, pero él se negaba a abandonar el pilar central del puente. Boca abajo, los brazos extendidos como los de un nadador saltando a la piscina, se oponía denodadamente a ser también arrastrado. Mostrando la misma tozudez que en vida le había dado el sobrenombre de «el maño de Lugo», el gallego muerto resistía, empecinado, los embates del agua.
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Entre dos aguas de Rosa Ribas Moliné
En la cola se mezclaban las diferentes versiones de la pobreza, sin techo, ancianos, mujeres solas con niños, extranjeros, parados. Muchos se habían vestido con lo mejor que seguramente tenían para hacer la cola. Hombres con americanas gastadas y algunas mujeres con chaquetas de lentejuelas que no podían brillar en ese cielo plomizo, todavía cargado de amenazas de lluvia, pero que hablaban de épocas mejores y del esfuerzo por salvar por lo menos un resto de dignidad.
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La luna en las minas de Rosa Ribas Moliné
Las madres tienen que querer a sus hijos, aunque tengan los ojos raros; tal vez a esos, a los que les suceden cosas malas sin que sea su culpa, deberían quererlos aún más.
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Un asunto demasiado familiar de Rosa Ribas Moliné
A cada uno lo acompañaban sus propios fantasmas y todos compartían el poderoso fantasma de Nora, que habitaba en cada rincón. Silvia tenía razón. Algo sucedía en esa casa. Algo sucedía con ellos. No podían estar los unos sin los otros y a la vez se sentían siempre solos. Nora debió de sentir también esa soledad. |
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Don de lenguas de Rosa Ribas Moliné
En la biblioteca olía como siempre, a papel seco y a polvo. Y con todo, Beatriz aspiró ese aire con fruición. La biblioteca siempre había sido para ella un refugio, la puerta de entrada a la Edad Media, al Renacimiento, las épocas a las que podía escapar cuando el presente se le hacía insoportable.
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Un asunto demasiado familiar de Rosa Ribas Moliné
Hay tres fases habituales cuando alguien desaparece: sospecha, temor, certeza. Haber sido testigos en tantas ocasiones de cómo reaccionaban sus clientes no les ayudó cuando desapareció Nora. Igual que con la muerte, los duelos ajenos no preparan para los propios. |
La vida es un sueño