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Las hijas de la tierra de Alaitz Leceaga
El poder es algo invisible pero tan inamovible como una roca: algunos lo tienen, otros sueñan con él antes de quedarse dormidos... y otros lo combaten. Usted es una amenaza para el poder (...). Desobedece. Y el poder siempre busca aplastar a quienes desobedecen. - No desobedezco por gusto, lo que pasa es que no me han dejado otro remedio (...) |
Las hijas de la tierra de Alaitz Leceaga
Me fijé en la manera en que Rafael sostenía el libro entre sus manos bronceadas: no era nada para él. Comprendí entonces que mi hermano nunca entenderá el verdadero poder de las historias: el poder para cambiar nuestro modo de entender el mundo. Rafael ni siquiera tenía miedo de lo que pudiera poner en sus páginas o del impacto irreversible que las palabras de su autora habían tenido en ni. El libro era sólo un objeto insignificante para él
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Las hijas de la tierra de Alaitz Leceaga
Con Rafael había que ser perfecta siempre, cada segundo. Si veía un sólo centímetro de carne donde clavar los dientes, se cebaba en él hasta que la sangre empezaba a salir.
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Las hijas de la tierra de Alaitz Leceaga
Si a alguien bueno le pasa algo terrible puede que se vuelva malo, por rencor o por venganza. Pero sabe Dios que nunca jamás una desgracia ha vuelto santo a ningún villano.
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El bosque sabe tu nombre de Alaitz Leceaga
No puedes evitar el desastre porque te gusta romper romperte
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Alaitz Leceaga
El dolor necesita su tiempo para despedirse de nosotros y marcharse. Es como uno de esos invitados que se queda demasiado tiempo en casa.
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Las hijas de la tierra de Alaitz Leceaga
—Algún día, cuando tú desobedezcas, cuando no tengas otra opción que desobedecer, también te odiarán a ti. (…) —No, a mí eso no me pasará, ni a ninguna de mis hermanas. Pero aun así podrías ser un poco más normal. Solo un poco más como se espera que seas —le dije sin mirarla todavía—. Tal vez si finges, algunos bodegueros de la zona se animarían a contratarte más a menudo y podrías dejar de malvivir en esa casucha tuya. (…) —¡Oh, Gloria! Estás muy equivocada si crees que por portarte bien y estar calladita te vas a librar —me dijo—. No nos libramos ninguna. Tarde o temprano harás o dirás algo que no encaje con las normas y con lo que se espera de ti, y entonces verás esa misma mirada de desprecio en sus ojos, pero esta vez dirigida a ti. |
Las hijas de la tierra de Alaitz Leceaga
Así es el dolor: puede parecer invisible a los ojos, pero con la luz adecuada o el calor del sol siempre vuelve a aparecer.
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Las hijas de la tierra de Alaitz Leceaga
El dolor siempre deja una huella, un rastro que podemos seguir. Una cicatriz.
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Las hijas de la tierra de Alaitz Leceaga
A pesar de lo mucho que me gusta pasar desapercibida, al final siempre llega el maldito momento en el que hay que mojarse.
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Las hijas de la tierra de Alaitz Leceaga
Una sola nota diferente puede cambiar toda una melodía completa.
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Las hijas de la tierra de Alaitz Leceaga
No deberías renunciar a toda tu vida, no está bien pasar de largo de las cosas que pueden hacernos felices.
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Las hijas de la tierra de Alaitz Leceaga
Hay una cosa que algunos hombres ansían más que el dinero. El poder.
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Las hijas de la tierra de Alaitz Leceaga
Nada más en el mundo tiene el resplandor del fuego de madrugada.
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Las hijas de la tierra de Alaitz Leceaga
No puedo evitar ser como soy, pero sí puedo evitar hacer las cosas que hacía antes.
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Las hijas de la tierra de Alaitz Leceaga
Asegúrate de dar siempre miedo o envidia a los que te critican y te temen, mi querida Gloria. La ropa y la actitud es casi lo único en una mujer capaz de intimidar a los demás. Úsalo en tu favor.
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Las hijas de la tierra de Alaitz Leceaga
El destino es un camino de ida y vuelta; eso es lo que nadie te explica nunca.
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Las hijas de la tierra de Alaitz Leceaga
No creas que estás a salvo de los demonios solo porque luzca el sol, al contrario. Las criaturas malvadas prefieren esconderse en la oscuridad, pero también viven a sus anchas bajo la luz del sol más brillante.
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Gregorio Samsa es un ...