Las hijas de la tierra de Alaitz Leceaga
Y yo le creí porque siempre le creía, incluso cuando sabía que estaba mintiendo como ahora. Esas veces, también le creía.
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Las hijas de la tierra de Alaitz Leceaga
Y yo le creí porque siempre le creía, incluso cuando sabía que estaba mintiendo como ahora. Esas veces, también le creía.
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El bosque sabe tu nombre de Alaitz Leceaga
No hay forma humana de mandar en los sentimientos de otra persona, esa es la única cosa en el mundo sobre lo que nadie tiene poder.
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Las dos vidas de Mina Índigo de Alaitz Leceaga
Hay muchos tipos de fantasmas: arrepentimiento, culpa, soledad..., Pero la mayoría de los espectros los invocamos nosotros mismos. Nosotros creamos nuestros propios fantasmas.
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Hasta donde termina el mar de Alaitz Leceaga
Algunas veces las cosas que queremos simplemente no est¡an hechas, para nosotros, por mucho que las deseemos.
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Hasta donde termina el mar de Alaitz Leceaga
Querer a Dylan era fácil porque era como amar el mar: algo inevitable. Pero el mar puede ser salvaje y cruel algunas veces; el mar puede devorar todo lo que amamos.
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Hasta donde termina el mar de Alaitz Leceaga
Le hablaba como si la conociera desde siempre: directamente a ese lugar secreto en su cabeza, donde se formaban sus pensamientos.
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Las hijas de la tierra de Alaitz Leceaga
Lo invisible, lo que está bajo tierra, es tan importante como lo que asoma.
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Las hijas de la tierra de Alaitz Leceaga
Las personas son como las estaciones, mi querida Gloria. Parece que se quedarán con nosotros para siempre pero al final siempre se van. Y presiento que este invierno interminable que has vivido está apunto de dejar paso a la primavera
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Las hijas de la tierra de Alaitz Leceaga
No puedo evitar ser como soy, pero sí puedo evitar hacer las cosas que hacía antes. Igual que vosotras, yo tengo mis propios demonios intentando salir y atrasarlo todo.
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Las dos vidas de Mina Índigo de Alaitz Leceaga
Sólo hay una cosa que se propague más deprisa que un incendio,los rumores.
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Hasta donde termina el mar de Alaitz Leceaga
Algunas veces las cosas que queremos simplemente no están hechas para nosotros, por mucho que las deseemos.
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Las hijas de la tierra de Alaitz Leceaga
—¿Sabías que hay mujeres escritoras? —le pregunté con una peligrosa chispa de esperanza—. Algunas tienen que usar un pseudónimo o el nombre de sus maridos para poder publicar, pero la gente lee sus historias igualmente. Ganan dinero escribiendo. |
Hasta donde termina el mar de Alaitz Leceaga
Enfrentarse al mar cada día es una labor peligrosa, por eso mismo el dolor y la pérdida forman parte de su cuerpo tanto como sus huesos o la sangre. Es suyo por derecho.
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Hasta donde termina el mar de Alaitz Leceaga
Y estoy seguro de que alguien te echa de menos en algún sitio. Es imposible no echarte de menos.
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El bosque sabe tu nombre de Alaitz Leceaga
Puedes obligar a alguien a vivir en un lugar pero no puedes obligarle a que lo sienta como su hogar: la tierra es algo que uno lleva siempre en el corazón.
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El bosque sabe tu nombre de Alaitz Leceaga
Lo que somos de niños nos persigue el resto de nuestras vidas, no importa lo mucho que corramos, al final siempre nos encuentra.
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El bosque sabe tu nombre de Alaitz Leceaga
La naturaleza siempre encuentra la forma de equilibrarse otra vez.
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Alaitz Leceaga
El dolor como herencia, como marca familiar, era algo que las Veltrán -Belasco conocíamos bien
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Las hijas de la tierra de Alaitz Leceaga
Algún día, cuando tú desobedezcas, cuando no tengas otra opción que desobedecer, también te odiarán a ti.
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La guerra del fin...