El bosque sabe tu nombre de Alaitz Leceaga
—Pues que sepas que va a hacerse cura por tu culpa. Si no te hubieras muerto o si le hubieras empujado a él para que muriera en tu lugar nada de esto habría pasado —continué—. Sabías exactamente cuándo ibas a morir y no hiciste nada por evitarlo. Podías haberte salvado de mil maneras diferentes. Ten por seguro que si yo hubiera estado en tu pellejo no me hubiera puesto a tiro de padre y de la escopeta del abuelo Martín. Pero claro, Alma la Santa se sacrificó para asegurarse seguir siendo santa toda su vida, o toda su muerte.
|