"Ahora tú y él sois una sola mente y una sola alma. Será imposible saber dónde acaba uno y empieza el otro. En eso, amorcito, consiste un matrimonio de verdad. Qué te parece?"
No puedo negar que empecé a leer
Vera con cierto recelo. Las comparaciones son odiosas, y a mí su sinopsis me recordaba demasiado a Rebecca, que me fascinó.
Por eso, comencé
Vera siendo muy cauta, intentando ajustar las expectativas, y lo que me he encontrado me ha sorprendido por completo.
Es necesario aclarar, para aquellos que aún no se hayan aventurado a leer esta obra, que nada tienen que ver
Vera y Rebecca, salvo la apariencia. Flaco favor se les hace a ambas comparándolas.
En
Vera, encontramos un relato magistral sobre una relación de maltrato psicológico que se va tejiendo poquito a poco. E
verard atrapa a la joven y sumisa Lucy en su tela de araña de control, manipulación y victimismo hasta dejarla sin escapatoria, aislándola del mundo. Lo verdaderamente valioso de esta obra es ese reflejo progresivo de la violencia, que se inicia con un gran enamoramiento entre dos personas con un claro status de poder dispar, y que sutilmente avanza hasta anular por completo a Lucy.
El fantasma de
Vera, la anterior mujer de E
verard, sirve no tanto para atormentar a la protagonista como para afianzar ese patrón patológico de maltrato, jugando un papel importante para dotar de mayor fuerza narrativa al proceso de empequeñecimiento, de pérdida absoluta de control de Lucy.
Creo que es una obra valiente, pionera, y con un final que, aunque deja con ganas de más, refleja cómo terminan muchas de las historias de maltrato psicológico: con una sensación absoluta de impotencia. He leído que es un libro con tintes autobiográficos, lo cuál lo hace aún más desgarrador.
Una gran lectura para iniciar septiembre.
Pd: Muy interesante y valiosa la nota final del editor, que no debéis dejar pasar.