La dama púrpura

No exagero:

La primera parte de la dama púrpura se me hizo más dolorosa que el parto de un teletubbie.
Y de nalgas.

Los 16 capítulos con sus 194 páginas sin dibujos, son en extremo aburridos.

En ellos, se narra los orígenes de una adolescente Irene de Atenas, de como es elegida para futura emperatriz, de su viaje a Constantinopla (Estambul hoy en día para los despistados) y por encima de todo, del corte y confección de cada uno de sus nuevos trajes.
Un auténtico suplicio.

Pasado el mal trago, nuestra protagonista al fin se nos casa con el heredero del imperio romano, León IV ( el Jázaro) que al comienzo de la novela más que rey de la selva parece gatito de postal.

Y de repente, como si la desfloración obrara el milagro, el libro toma velocidad:
intrigas, política exterior, guerras y ambición nos acompañarán sin descanso el resto de la narración en una novela que se crece generosamente toda vez hechas las presentaciones.

En esta aventura, además de los personajes históricos, dos fichajes ficticios dotan de alma y argumento a la trama.

Heron, amor imposible de Irene, su mayor protector y anhelo.

Zoe, costurera y dama de honor siempre entre la espada y la pared, la lealtad o la supervivencia.

Y por encima de ellos, la fascinante versión que Javier Torras hace de nuestra protagonista.

Mujer que se rebela contra su papel de florero en un palacio tan adornado como lleno de seres que conspirarán contra ella.

Solo tiene dos cosas a su favor:
El pueblo le adora.
Su voluntad de hierro. Esta última hará que hasta el eunuco más soberbio tenga que llamarle emperador.
Si, emperador, porque su condición sexual en un mundo gobernado por hombres no está bien vista.
Sin embargo ella, a base de tesón y mano de hierro, no se doblegará ante nadie. Mientras sus fuerzas aguanten.

Con subtramas que acompañan a la principal, la novela te da pocos respiros y cuando lo hace, son para contarte preciosas historias mitológicas muy bien hiladas.
El teletubbie dio guerra, pero nació rubio y con los ojos azules.

Hasta que llega el último suspiro del relato y Torras se pasa el destino final de Irene y su rigor histórico por donde le place.

No seré yo quien desvele dato alguno, pues la reseña no lo requiere, pero la licencia que se marca el autor ( y que explica en sus notas finales) no me parece correcta.
Una novela histórica debe ajustarse a la realidad cuando cruzas la meta.
Aunque esto no es más que una opinión muy personal.

Pese a lo menos amable expuesto, la obra es notable y me ha dado muchas más satisfacciones que cabezazos contra la pared.

La prosa es bella, y la tensión narrativa tras el parto muy adecuada.

Una lectura muy recomendable.

Una novela que me ha encantado, no solo porque es de esos libros que tratan de rescatar el valor de mujeres que, si bien cumplieron un gran papel en la historia, han sido relegadas por quienes la escriben, básicamente por ser mujeres. El autor, no solo entreteje una narración que no te suelta tomando como base la poca información existente sobre el emperador (así tal cual) Irene de Atenas, sino que además resalta una personalidad e inteligencia que le hace destacar como alguien que realmente logró mantenerse en el poder durante muchos años.

Nos presenta aspectos históricos interesantes sobre una época en que la cristiandad está dividida en oriente y occidente, donde las luchas por el poder y los territorios son el pan de cada día. En medio de todo esto, Irene, de origen humilde es elegida como esposa del emperador debido a su belleza y posiblemente por los intereses ocultos de diferentes partes. En todo caso, Irene con su inteligencia logra ganarse al pueblo y mover los hilos detrás del trono durante el reinado de su suegro, de su esposo y de su hijo. Sin embargo, vive luchando contra las intrigas y venganzas de la corte que siempre la tienen en la mira de quienes desean obtener el poder.

Y claro está, para manejar el trono, debe renunciar al amor y la felicidad de sentirse amada, ¿o talvez no?

La novela de “La dama púrpura” comienza con una jovencísima Irene de Atenas que a pesar de su origen humilde, será la elegida para ser la esposa del emperador León IV “El jázaro”. al principio, veremos una joven e inexperta Irene que tendrá que ir haciéndose a la velocidad del rayo a las costumbres y entramados palaciegos si no quiere ser absorbida por esa red de arpías que forma parte de la corte.
La futura emperatriz (o emperador como así se hará llamar) irá evolucionando hasta convertirse en la grandísima Irene de Atenas que a pesar de su condición de mujer y de los múltiples traidores de su reino, conseguirá mantenerse durante muchos años en el poder gracias al apoyo del pueblo y de sus políticas que hicieron del Imperio un territorio rico y próspero.
La mente del escritor creará a dos personajes totalmente ficticios pero con los que iremos conociendo la situación del mundo que los rodeaba. SI debo decir algo que me ha chirriado de los personajes, es la evolución de León “El Jázaro”; al principio se presenta como un ser apacible y dócil para que de la noche a la mañana en un ser completamente despreciable y cruel.
A pesar de su gran extensión, se trata de un libro ameno e interesante. El autor a través de las conversaciones entre los personajes, va intercalando pequeños relatos sobre mitología que resultan de lo mas interesante.

Me apetecía leer un libro sobre Irene de Atenas, una gran desconocida como tantas mujeres en la historia. Una mujer que llegó a gobernar el imperio de Bizancio bajo el título de emperador. Un título reservado a los hombres.

El libro arranca desde los momentos previos a su elección como futura esposa de León IV el Jázaro. Nos muestra a una adolescente, de 16 años, de origen humilde, muy bella, que una vez llegada a Constantinopla tiene que adaptarse a todo el rígido protocolo y estar a la altura de lo que se espera de una emperatriz consorte. En esta primera fase vemos la dualidad entre la Irene emperatriz y la Irene mujer, con sus miedos e inseguridades, que tiene que renunciar a los sentimientos y hacer frente a la soledad. No lo tendrá fácil.

El matrimonio con León IV no fue un camino de rosas. A la muerte de este, asumió la regencia durante la minoría de edad de su hijo, Constantino VI, fue coemperatriz con su hijo y al final de su etapa gobernó en solitario con el título de emperador hasta que en el año 802 fue derrocada por Nicéforo y desterrada a la isla de Lesbos.

Irene tuvo que aprender a navegar entre las aguas del poder: la organización económica-administrativa -en manos de eunucos-, la organización militar y de alianzas frente invasiones externas -no siempre fieles a su causa y aún menos siendo mujer-, el poder de la iglesia -el papa de Roma frente a la iglesia ortodoxa, la restauración del culto a las imágenes- y el apoyo del pueblo.

Una mujer que en determinados momentos supo imponerse, ganarse el respeto con decisiones acertadas para llegar y mantenerse en lo más alto.

En esta época convulsa, tendremos alianzas y traiciones, veremos el papel de los strategas, los espías, las intrigas palaciegas, ... Se menciona alguna batalla contra los sarracenos, pero carecen de ese detalle que te haga emocionarte y ponerte en pie.

También veremos la importancia de industria de la seda y el color púrpura, reservado a la familia imperial.

El autor se apoya mucho en dos personajes de ficción para mostrarnos los sentimientos de Irene y el entorno: Zoe, una costurera de los primeros días en Constantinopla, que se convierte en dama de compañía y amiga de Irene y Herón, un amigo que le acompaña en el viaje desde Atenas, que se convertirá en espía. Y aunque Irene debió de ser una gran mujer, ciertos sentimientos a lo largo del libro, me han dejado con la sensación de una visión un tanto edulcorada, donde pesa mucho la ficción. Me ha sobrado un poco de ese romanticismo reiterado, una de las licencias del autor.


El estilo narrativo es ameno, está dividida en tres partes y los capítulos no son muy largos. Incorpora un glosario, una relación de personajes y una nota donde menciona la complejidad de las fuentes y los elementos de ficción.

En su conjunto, como novela histórica, algunas partes me han resultado muy interesantes y en otras la ficción me ha hecho dudar de hasta que punto estaba sustentado en hechos reales.


Valoración: 8/10
Lectura: abril 2022

Una joven de origen humilde. Una mujer sola rodeada de enemigos. Una emperatriz con una ambición sin límites. Javier Torras conduce al lector en un gran viaje a través del mediterráneo, desde la austeridad del pueblo lleno hasta el lujo suntuoso de los palacios y la crueldad de la corte.      

Esta novela recrea la fascinante vida de Irene de Atenas, la emperatriz que gobernó Bizancio durante más de veinte años. La historia de una joven de extraordinaria belleza, que pasó de crecer en la miseria a regir el destino del imperio más poderoso de su tiempo. El retrato de alguien que logró atesorar un poder inconcebible para una mujer en el siglo VIII de nuestra era.    
Su ambición no tenía límites, sus enemigos tampoco.
La fascinante historia de Irene de Atenas, emperatriz de Bizancio.

Mi valoración personal:
Javier Torras nos hace viajar en el tiempo para conocer la desconocida vida de Irene de Atenas, desde que es elegida para casarse con el emperador de Roma hasta sus últimos días. Javier Torras nacido en el Madrid de los años 80, vuelve al panorama literario tras su opera prima allá por el 2011 La ciudad vertical, publicano más tarde El libro eterno o La memoria del tiempo  un thriller histórico en el que grandes personajes de la historia cobran vida y acompañan a los protagonistas a través de las arenas del tiempo.   
Para ponernos en contexto nos encontramos en Atenas en el año 769, Irene es una joven de origen humilde que es elegida para ser la esposa de León IV. Conoceremos la vida de Irene desde su llegada a Constantinopla hasta sus últimos días. Una mujer fuerte, decidida y rodeada siempre de traiciones, pero que a su vez también la rodearon grandes amigos como Zoe y Herón.
Con una buena documentación Javier Torras nos sumerge en como era la vida bizantina, los enredos de la corte y en esas tramas de traición que nos acompaña durante todo el libro.                  
Irene de Atenas no solo fue esposa y madre de emperadores, sino una emperatriz en toda regla. Pero la historia la recordaría como una de las más poderosas y también polémicas emperatrices bizantinas, no solo por ejercer el poder en solitario, oponiéndose a su hijo, sino sobre todo por detener, al menos por un tiempo, la iconoclasia.     
Desde el principio de su regencia Irene demostró su voluntad de ir más allá del rol tradicionalmente reservado a la emperatriz, es decir, el de esposa y madre de emperadores. A medida que su hijo se acercaba a la mayoría de edad, una parte de la corte y el ejército quiso apartarla del poder y proclamar emperador a Constantino, pero termina de forma trágica que no desvelaré para que seáis vosotros mismos la que lo descubráis.
Javier Torras tiene una narración sencilla, llena de pequeñas historias mitológicas que se van contando a lo largo de libro ya que tanto a Irene como Herón les encanta contarlas y que tanto me han gustado, pero también debo de decir que de la mitad hacía el final el libro comienza a tornarse más lento y su lectura puede llegar a convertirse en un poco monótona y de difícil avance.
Los personajes que conocemos en esta historia van evolucionando conforme avanza la novela, Irene que comenzó siendo una niña casi sin saber nada a llegar a ser la gran emperatriz que tan poderosa llegamos a ver hacía el final. Herón su más fiel amigo y amor, un amor que perdura en los años y que su final me pareció muy bonito. Y Zoe la gran amiga de Irene, el personaje que más me ha gustado, una mujer fiel a Irene y que tiene una vida que más le valdría un libro para ella sola. 

En conclusión, La dama púrpura es un magnífico libro histórico donde conoceremos a Irene, la primera emperatriz bizantina en ocupar el trono en su propio nombre, no como consorte. Recomendable tanto para los amantes de la novela histórica como para los que disfrutamos de rescatar aquellas mujeres poderosas y que fueron abandonadas por la historia.