Los reyes no deben nunca empeñar su palabra. Terrible es que falten a ella y terrible que la cumplan.
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Los reyes no deben nunca empeñar su palabra. Terrible es que falten a ella y terrible que la cumplan.
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Pues no quiero que haga eso; se lo prohíbo terminantemente. No consiento que los muertos resuciten. Hay que buscar a ese hombre y decirle que no le permito resucitar más muertos.
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¡Ah! He besado tu boca, Iokanaán, he besado tu boca. Tus labios tenían un amargo sabor. ¿Era el sabor de la sangre? Tal vez era el sabor del amor. Dicen que el sabor del amor es amargo. Pero ¿qué importa? ¿Qué importa? He besado tu boca, Iokanaán, he besado tu boca. |
No quiero mirar las cosas ni que lasa cosas me miren. Apagad las antorchas. ¡Ocultad la luna! ¡Ocultad las estrellas!
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¡Ah! ¿Por qué no me miraste, Iokanaán? Si me hubieras mirado, me habrías amado. Sé que me habrías amado, y el misterio del amor es más profundo que el misterio de la muerte. Sólo debemos mirar el amor. |
¡Qué pétalos más rojos! Parecen manchas de sangre en el mantel. No importa. No debemos ver un símbolo en todo. La vida se haría imposible. Sería más adecuado decir que las manchas de sangre son tan bellas como los pétalos de rosa. Sería mucho más adecuado decir esto... Pero no hablemos de ello ahora. Ahora soy feliz, soy muy feliz. Tengo derecho a ser feliz, ¿verdad? |
Salomé, Salomé, bailad para mí. Os suplico que bailéis para mí. Estoy triste esta noche. Sí, estoy muy triste esta noche. Al llegar aquí, he resbalado en la sangre, y eso es de muy mal augurio. Y he oído, estoy seguro de que he oído, un batir de alas en el aire, un gigantesco batir de alas. No sé qué significa todo esto... Estoy triste esta noche. Bailad, pues, para mí. Bailad para mí, Salomé, os lo ruego. Si bailáis para mí, podréis pedirme cuanto queráis y os lo concederé. Sí, bailad para mí, Salomé, y os daré lo que me pidáis, aunque sea la mitad de mi reino. |
¡Oh, los milagros! No creo en los milagros. He visto demasiados. |
- Aún así, es terrible estrangular a un rey. - ¿Por qué? Los reyes sólo tienen un cuello, como los demás hombres. |
¡La princesa ha ocultado su rostro tras el abanico! Sus manos blancas se agitan como palomas que alzan el vuelo hacia su palomar. Parecen mariposas blancas. Son mariposas blancas.
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El nombre completo de Oscar Wilde es: