La educación física

Catalina es una adolescente que acaba de cumplir dieciséis años. Tras marchar precipitadamente de la casa de campo de su amiga por algo malo que le ha sucedido, se dispone a hacer autostop. ¿Llegará sana y salva a casa? Mientras intenta que la recoja alguien, repasa algunos episodios de su vida.
Esta novela me ha encantado, no pensaba que me iba a gustar tanto. Porque consigues conectar con la protagonista, sentir como tuyos sus miedos, inseguridades y ansiedades. Catalina es una muchacha que tiene una relación problemática con su propio cuerpo, por el hecho de ser una mujer. También porque no ha tenido una educación sexual y afectiva adecuada.
Ser mujer, en los años 90 y aún ahora, significa convivir con la culpa, de todo somos culpables:si no nos arreglamos, porque estamos hechas unos adefesios, si nos ponemos minifalda, porque vamos provocando y luego nos quejamos de que nos violen, si estamos demasiado flacas, mal, si somos gordas, también mal. Ser mujer es demasiado difícil.
Rosario Villajos describe detalladamente lo que es ser adolescente en la década de los 90.Catalina sufre comportamientos que la hacen sentir mal, como que se le restrieguen en el autobús, la llamen puta, el temor a que crean que es estrecha, etc. Tampoco ha tenido suerte con su familia, que no la apoya y la tiene prácticamente encerrada en una jaula. Hay tan poca confianza que prefiere hacer autostop a llamar a sus padres o llegar tarde.
Una de las cosas que más me ha gustado es que también incida en que se ha de educar a los hombres para que no se conviertan en "lobos" que violan o asesinan a las mujeres, y que indique que la privación de la libertad de las jóvenes no es el medio más adecuado para evitar violaciones, embarazos, etc.
Recomiendo encarecidamente este libro.

En una vuelta de tuerca evidente a La educación sentimental de Flaubert, novela centrada en los pensamientos y obsesiones de un joven y retrato generacional en el París de mediados del siglo xix, La educación física se vale de una estructura original para transmitir un efecto parecido: la novela que se desarrolla en cuatro horas, durante las cuales Catalina debe hacer un trayecto en autostop de apenas veinte minutos, si bien le permite ir adelante y atrás en el tiempo, reviviendo diversos episodios de su vida que la marcaron, en un recorrido psicológico que le sirve para profundizar en las razones de este rencor que marca su existencia.
La cordobesa Rosario Villajos traza un recorrido por los años noventa, en un país marcado por el optimismo económico y también el pánico social, un retrato de una familia obrera en la España de provincias, Una novela sobre el descubrimiento del propio cuerpo, sobre la educación que heredamos, pero también sobre la que no recibimos, una adolescente que se rebela contra un mundo empeñado en convertirla en culpable por el hecho de ser mujer.

Se me hace difícil hablar de este libro porque abarca muchísimo. Muchas experiencias, muchas sensaciones, vergüenzas, rabias, odios.

Es un relato que expresa perfectamente la experiencia de crecer siendo mujer. de la culpabilidad por tener un cuerpo que es considerado peligroso, que es considerado un pecado. Catalina, la protagonista de dieciséis años, lo tiene claro y no duda en arrojar todo su desprecio hacia ese cuerpo que tanto mal le ha traído. No ve más que rechazo y advertencias a su alrededor, mil peligros donde la víctima y causante es ella.

Es por eso que leer «La educación física» es rabia. Rabia al observar ese miedo constante de Catalina en el que nos vemos reflejadas. Y si algo hemos comprobado en el club de lectura es que ese miedo es intergeneracional. Que, en mayor o menor medida, las mismas cosas nos pasan a las de 60 y a las de 20. Y eso nos hierve por dentro.

Hay una parte en la que Catalina y una amiga suya discuten diferentes técnicas para no ser vi0l4d4s. Desde c4garse encima hasta vom1t4r. Lo hacen distendidamente, jugando, y eso es terrible. Y el hecho de que yo misma haya tenido esta conversación en algún punto de mi vida (y seguro que muchas de vosotras también) me ha puesto los pelos de punta.

Porque todas somos Catalina, o al menos todas hemos tenido alguna de sus experiencias. ¿Quién no ha odiado este cuerpo que nos dicen que vale menos mientras nos dictan cómo debe ser? ¿Quién no ha sentido esa culpabilidad, ese miedo? ¿Quién no ha sentido esa vi10l3ncia por el hecho de existir? ¿Quién no ha sentido la vergüenza, la amenaza?

Pero aunque sea una novela durísima (tenéis las advertencias en la imagen) en «La educación física» también hay un cierto rayo de esperanza. No os puedo contar más porque no quiero destriparos nada, pero he terminado este libro con alguna que otra lágrima de emoción.

Gracias a Rosario Villajos por darnos esto. A Catalina la quiero abrazar porque también tiene un poquito de mí.

¿Qué me ha pasado con este libro? Pues la verdad es que tenía las expectativas altísimas, había leído grandes reseñas sobre él y la temática me llamaba mucho… ¿entonces?

Pues es que no he conectado con la forma de narrar ni con Catalina la protagonista.

Me encanta el mensaje que la autora quiere dar y lo cierto es que reconozco en mis propias carnes o en las de alguna de mis amigas muchas de las cosas que cuenta, pero el personaje me ha parecido muy plano a pesar de ser una adolescente. No me ha terminado de resultar creíble.

La historia se basa en la crudeza de ser una adolescente de los 90, ese momento de la historia en el que las mujeres aun eran relegadas por sus iguales, ese momento en el que teníamos que soportar los silbidos en las obras, las miradas lascivas y en que podías oír lo de : “es que lo vas buscando con esa ropa”. No es algo propio de los 90 pero quizás esos años marcaron un punto de inflexión para el cambio en el que ahora nos vemos inmersos.

Catalina es una adolescente más, de una familia al uso, que busca autoafirmarse en un cuerpo que aun no reconoce, sus primeros escarceos con el sexo opuesto, su búsqueda de identidad y los abusos normalizados que sufre desde distintos frentes, la no conexión con su familia…

Lo cierto es que lo que cuenta me encanta y me parece necesario, sin embargo la estructura se me ha hecho tediosa, da muchas vueltas sobre lo mismo y todo recaé sobre la misma protagonista.

Una novela incómoda que cuenta hechos que merecen ser leídos. Yo no he conectado pero cada libro y cada lector son un mundo así que os animo a que os hagáis vuestra propia opinión.

Novela ganadora del Premio Biblioteca Breve 2023 de la editorial Seix Barral, cuyo jurado quiso destacar por utilizar una voz narrativa que explora su propia identidad a través del cuerpo, recogiendo el sentir de una generación y convirtiéndolo en una experiencia única y a la vez universal. Pero no fue por esto por lo que la elegí como lectura, sino porque había leído unas cuántas reseñas por aquí que habían llamado mi atención por la temática de la obra.

Utilizando como acicate de la narración la espera de un autobús que nunca llega en una calurosa tarde de agosto tras un desagradable incidente con el padre de una amiga, Catalina nos hace partícipes a través de sus diatribas mentales de su realidad como adolescente de dieciséis años a principios de los años noventa. A pesar del miedo que siente, y al ver que ese autobús que espera nunca llegará, Catalina decide hacer autostop y abandonarse a la suerte en un momento en el que la mujer es culpable de cualquier cosa que pudiera pasarle, simplemente por haberse atrevido a hacer algo que no debía hacer. Pero Catalina está harta de tener siempre miedo, de que todo el mundo pueda juzgarla por lo que hace o deja de hacer, por lo que lleva puesto o por su modo de reaccionar, pero, sobre todo, está harta de no poder seguir siendo una niña aunque sea así como se siente.

Entre la educación restrictiva de su hogar, con una padre que no se atreve a dirigirse a ella desde que tuvo la regla y una madre bulímica a la que parece le molesta simplemente por ocupar un espacio, el manoseo físico y verbal que ejercen jóvenes y adultos contra las mujeres y el juicio social al que se ven sometidas sus acciones, Catalina ha desarrollado una disforia por la que no logra sentirse parte de su propia vida. Su cuerpo no es suyo, es de su madre que la critica por la ropa que lleva o el flujo que mancha sus bragas, o del profesor que en clase de gimnasia aprovecha la muestra de ejercicios para manosear su cuerpo, o de los chicos de su clase de recuperación que la insultan por no haber querido salir con uno de ellos, o del padre de su amiga que le acusa de habérsele insinuado. Así que, a pesar del miedo, le da igual lo que pueda pasarle, porque no será peor que vivir en ese ambiente tan opresivo en el que siente que casi no puede respirar.

Hacía tiempo que no leía un libro con tanta fruición como este, y eso que al principio me resultó algo farragoso por esa narración del pensamiento que salta de una idea a otra, pero me ha parecido increíble la capacidad de la autora para poner sobre la mesa multitud de situaciones que con seguridad hemos experimentado las mujeres alguna vez en nuestra vida y de las que hemos podido culpabilizarnos por pensar que realmente habíamos hecho algo para merecer ese trato. Me parece terrible el modo en el que la sociedad nos enseña a sentirnos mal con nosotras mismas y nuestro cuerpo por vernos siempre a través de los ojos ajenos, casi siempre masculinos, y entiendo perfectamente la rabia que siente Catalina por lo injusto que es ser juzgada en todo momento y situación por el simple hecho de haber nacido mujer.

La percepción de tu cuerpo.
La percepción de los otros, de aquéllos que se creen que tienen algún derecho que ejercer sobre el mismo.
Ser adolescente en los 90.
Un walkman. Kurt Cobain.
El telediario y aquellas tres niñas que hicieron autostop.
Normas y horarios distintos.
Porque eres una chica.
Querer no serlo.
Solo una polilla.

"Catalina nunca había sentido su cuerpo como gordo ni delgado, sino como si no fuera suyo, como si solo fuera una mascota ajena, lenr, torpe, grandota y triste que tiene que alimentar a diario y arrastrar a base de tirones".

Catalina vive totalmente enajenada a su cuerpo. Como si no le perteneciera. le pertenece a su madre, que lo envidia, lo compite. También a su padre, que lo rechaza y lo teme por no entenderlo. A Juan, que lo quiere usar. A los chicos de la piscina, que lo ridiculizan por no querer ceder ante sus deseos. A su profesor, que lo mira crecer con obscenidad. También al padre de Silvia, que lo utiliza. Pero no a ella.

La educación física es todos los abusos, todas las violencias que te lleva a soportar una educación patriarcal basada en la represión y en la desigualdad, en la que los privilegios masculinos asfixian y oprimen hasta anularte.

Esa represión lleva inevitablemente al miedo, o quizás sea el miedo el que lleva a la represión. Por eso la regla es un tabú, el sexo es un tabú, estar a solas con chicos está prohibido, cuestionar los privilegios está prohibido, y así acumulas mensajes contradictorios sobre tu cuerpo, sobre cómo relacionarte, siempre con un telón de fondo constante: la culpa. Porque si hay una estrategia y un arma que el patriarcado sabe usar con maestría es la de culpabilizar a las mujeres.

Por eso, si Catalina pudiese pedir un deseo, lo tiene claro: pediría ser un chico.

La educación física es un libro incómodo, un poco asfixiante, que incluso genera un poco de rechazo por plasmarte de una forma tan clara tanto las violencias explícitas como aquellas más sutiles y menos visibles a las que nos enfrentamos, especialmente las adolescentes de los años 80-90.

Bendito feminismo, que pasito a pasito trae oxígeno a esta asfixia a la que nos somete el patriarcado.

Benditos libros como este que ponen voz a esas violencias para que dejen de ocurrir de una vez.

"Habría sido mejor aprender que el cuerpo, uno cualquiera de carne y hueso y vísceras y sangre y bacterias y mierda, era perfecto en su categoría, en la de no competir con nadie, ni siquiera contra si mismo".

La infancia y adolescencia de Catalina transcurre en los 80 y primera mitad de los 90. Vida atravesada por el caso Alcásser, y la realidad de entonces, y en algunos casos incluso de hoy en día.
Criada en el seno de una familia que se estructura bajo el yugo de la autoridad paterna, y se mantiene gracias al sacrificio, y a veces complicidad, de su madre.
Sí, pasamos una infancia llenas de tabúes sexuales, y sobre nuestro cuerpo, llegando a ser algo extraño para nosotras. No lo nombres, no lo toques, y hagamos como si no existiera.
Infancias y adolescencias violentadas por el machismo, vivimos con miedo hacia los hombres, sabíamos que serían nuestros verdugos: el que se sentaba junto a tí en el autobús, el que te desnudaba con la mirada cuando paseabas tranquilamente, o aquel que te perseguía con su coche hasta la puerta de tu casa y que te llevaba a preguntarte si sería capaz de hacerte algo o solo quería amedrentarte (a cual opción más abominable).
Con la narrativa de @rosariovillajos he revivido vivencias propias y ajenas, algunas que parecían olvidadas pero que continúan ahí.
Qué dura fue la infancia y la adolescencia de todas nosotras. Como suele decir @cehache no somos quienes somos gracias a lo vivido sino a pesar de ello.
¡Os lo recomiendo a todas las maravillosas cuarentonas en que nos hemos convertido!

Querida Rosario no te haces a la idea de lo maravilloso que es este libro para nosotras, para todas. No sé como atacar esta reseña la verdad sin caer en destriparla entera aquí con vosotras y vosotros para crear un feedback que enriquezca todavía más la experiencia que ha sido leer el conjunto de palabras dentro de este libro.

Hace poco vi un documental en el que un padre decía que cuando su hijo salía le decía « Pásatelo bien y no riñas» y que a su hija en cambio le decía « Pásatelo bien y ten cuidado» y a continuación hacía una reflexión que la resumía en una frase « No es justo» y efectivamente, no lo es y la protagonista de este libro lo sabe, lo reflexiona y lo vive en su piel. No es justo.

Catalina es una adolescente común, con las preocupaciones que tenemos todos en esa época, es cuando vivimos entre dos yoes, la yo infantil y la yo mujer que coexisten juntas en un periodo de tiempo y que hace que todo sea mas convulso, mas confuso. Catalina es una adolescente en una época de inicios de 1992, en la que una situación de la desaparición de tres niñas de un pueblo y la localización de estas posteriormente de manera atroz hace que se haga patente un aura en la que el ser mujer es mas aterrador aún ya no solo por que lo que estaba presente y no se hablaba siga ahí entre nosotras flotando, también porque ahora ha salido a la luz y nadie quiere prestar la atención necesaria. Las conversaciones que tiene Catalina con su amiga de como protegerse ellas mismas, las cosas que le van sucediendo, los silencios, los miedos, las ausencias y la soledad, sobre todo soledad, hay mucha en cada rincón, solas, inseguras, temerosas… Yo soy nacida en 1991 y recuerdo mi época tranquila, disfrute de la infancia y de la adolescencia pero si puedo decir que las preocupaciones de Catalina estaban presentes pero se hablaba en petit comité, eran como un secreto, la sociedad avanza, cada vez se exponen más las cosas pero ¿Han cambiado las cosas realmente? ¿Hemos dejado de tener miedo aún dejando de hablarlo en susurros? La educación física nos habla de muchas cosas, cosas importantes, es una reunión de las preocupaciones, estigmas, habla del cuerpo, el alma, los miedos y las inseguridades, es un libro que transciende épocas y que lo veo ideal para lectura para adolescentes y crear un feedback entre todos. Querida Rosario, gracias por dar voz a Catalina y querida Catalina, gracias por dar voz a muchas de nosotras. He disfrutado esta lectura en kindle ahora solo queda hacerme con este libro en físico para una relectura y poder añadir esas anotaciones que tanto necesito hacer
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Estamos ante el grito silenciado por toda una generación, y no ha podido hecho mejor Rosario Villajos en este libro. Pienso que el premio que ha recibido este libro no es simplemente merecido, es un libro que merece ser leído y releído.
Ojalá solo fuera una historia totalmente ficticia y no el reflejo de las vidas de muchas mujeres. Es sorprendentemente sencillo identificarse con la protagonista si eres mujer y has vivido durante los años 90. La autora tiene la destreza de plasmar en palabras muchas de las inquietudes y sensaciones que han habitado en la cabeza del género femenino. Este libro no es solo una historia; es el eco de las vidas de innumerables mujeres.
Nos adentramos en el mundo interior de Catalina, una valiente joven de dieciséis años que, tras decidir salir precipitadamente de la casa de su amiga, compartimos sus pensamientos y temores mientras emprende un viaje haciendo autostop con la esperanza de llegar a salvo y a tiempo a su hogar.
Está viviendo un momento crucial en su vida, una etapa de auto descubrimiento donde lucha por comprender su orientación sexual, su identidad y estereotipos de género impuestos.
A través de sus recuerdos vamos conociendo poco a poco su vida, las situaciones incómodas a las que está presente en su día a día que lamentablemente han sido normalizadas, las injusticias y acoso sexual recibido en una época donde estaba bien arraigado el patriarcado; empezando por su propio padre, que encarna el arquetipo de hombre que piensa que tiene todos los derechos, el cabeza de familia, por lo que Catalina no se siente segura ni en su propio hogar.
Se exponen todas las violencias sufridas en una sociedad donde los privilegios masculinos anulan a las mujeres. A veces este texto resulta bastante incómodo al mostrar las violencias que han enfrentado especialmente las adolescentes de los años 90.
Un libro totalmente necesario, un libro que debería de ser un manual que cada hombre debería leer y ponerse por un momento en la piel de la protagonista. Una guía que abra los ojos hacia la realidad que las mujeres enfrentan día a día. Solo espero que poco a poco este mundo avance hacia una sociedad más respetuosa.

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