Sinsonte

¡¡Que buen libro!! 👍… buscaba una historia de ciencia ficción y encontré mucho más.

Eso sí, para ello tuve que ingresar en la mente de Walter Tevis y en su inquietante visión del futuro. Una distopia donde la humanidad está en crisis. Los robots, que creamos para ayudar, nos reemplazaron en todas las actividades cotidianas, relegándonos a una vida de ocio y drogas. En este mundo los humanos viven sus últimos días, sin la posibilidad de desarrollar su potencial y regidos por leyes que limitan las relaciones sociales. Pero un hombre despertara de la “estupidez colectiva” buscando todo aquello que, en épocas pasadas, nos hacía sentir vivos.

Si hay algo que quiero destacar de esta novela es todo lo que me hizo reflexionar. Disfrute ir paso a paso descubriendo como esta sociedad llegó a su punto crítico y fue inevitable compararla con lo que vivimos hoy en día. Si bien la visión del autor es bastante apocalíptica, me pareció interesante conocer su propuesta, hablando de temas tan variados como el individualismo o la relación entre el avance tecnológico v/s el retroceso intelectual del ser humano. Fue particularmente conmovedor leer como los personajes intentaban encontrarle un sentido a la vida con actos que nosotros consideramos tan cotidianos que ya ni valoramos.

Publicado en 1980, Sinsonte es un libro con una temática totalmente vigente. Un llamado de atención a las futuras generaciones no olvidar todo aquello que nos identifica, que nos une y que finalmente nos permite crecer.

CURIOSIDADES

📢 Walter Tevis fue un novelista estadounidense cuyas obras han servido de inspiración para varias películas conocidas ("El color del dinero", "El buscavidas", "El pájaro burlón") y la serie de Netflix "Gambito de dama".

📢 Sinsonte fue nominada al Premio Nébula como mejor novela el año de su publicación.

📢 Fue publicada al español por primera vez bajo el título "El pájaro burlón" por Plaza y Janes. 40 años después ha sido reeditada por Impedimenta con una nueva traducción a cargo de Jon Bilbao (una maravilla de edición).

OPINION

Si hay algo que me gusta de la novela distópica son las profundas reflexiones a las que da lugar. Sinsonte nos presenta un futuro lejano (o no tanto) donde el hombre ha pasado a ocupar un lugar secundario y sedentario, víctima de la búsqueda del placer propio, su individualismo y la caída en la excentricidad de la sociedad del yo.

Novela de pocos personajes bien desarrollados, de ritmo lento pero nada pesado, donde sorprendentemente el personaje que me ha resultado más humano es quien no lo es. Un viaje de redescubrimiento y de vuelta al origen junto a nuestros tres protagonistas, a los que veremos evolucionar a lo largo de la lectura, sobre todo a Bentley. Me hubiera gustado que el autor profundizara en el personaje de Spofforth, sobre todo en la parte final, y conocer cómo se ha llegado al mundo que nos relata el libro, aunque para eso se necesitara otra novela 😅

Sinsonte bebe de libros como Un mundo feliz o Farenheit 451. En ocasiones me pregunto cuál será el futuro del hombre como especie, si estaremos abocados a una voraz autodestrucción o seremos sometidos bajo el yugo de un exceso de tecnología. Me aterra pensar que la realidad pueda superar a la ficción.


Muy recomendado para los amantes de las distopías clásicas.

de mis preferencias de lectura, pero sin embargo me encanta ver en la pantalla.
Sinsonte es un novela distópica que bebe de novelas como Fahrenheit 451 o ¿sueñan los androides con ovejas eléctricas? Narrada de una manera lineal, donde los pocos personajes que aparecen nos cuentan una realidad desde su punto de vista subjetivo. Lo que se conoce en el argot literario como narración polifónica.
Y si habéis llegado hasta aquí después de tragaros todo el tostón, ahora os cuento realmente qué me ha parecido la novela.
Sinsonte nos cuenta la historia de 3 personajes que viven en un futuro no tan lejano. Un futuro donde la humanidad tal como la conocemos, está en peligro de extinción y los robots son los encargados de aplicar unas leyes, hechas por humanos para su propia erradicación.
Un futuro, donde las individualidad es uno de los principios fundamentales. La comunidad, la intromisión, el mero contacto entre personas,… está penado. Personas que viven drogadas (la droga es de las pocas cosas gratuitas que existen) en un eterno estado de “satisfacción”. Sin posibilidad de comunicación, atemorizados por un régimen inculcado desde pequeños y sin posibilidad de conocer un pasado que les haga recapacitar y rebelarse.
Bentley y Mary Lou se han tenido que conocer, para llevar a cabo tan preciada revolución. El carácter de ella unido a los conocimientos de Bentley ponen patas arriba la “no vida” de Spofforth. Una máquina de nivel 9, las más avanzada y la menos máquina de todas las diseñadas. Una máquina creada para vivir eternamente y que viendo en qué se está convirtiendo el mundo, quiere dejar de “vivir”.
Una novela que te removerá la conciencia, que te hará sentirte afortunado de muchas de las cosas que ahora tenemos y que nos habla de la importancia de “ser humanos”.

Hoy os quiero presentar una novela de ficción que en realidad no sé si es una oda a lo que vendrá o a lo que en parte ya ha llegado a nuestras vida. Nos la presentan como una elegía a los olvidados y un viaje de autodescubrimiento y sinceramente no creo que yo hubiera encontrado mejores palabras para resumir esta novela.
Walter Tevi, autor de relatos cortos y novelista nos sorprende con su amplia bibliografía, también fue profesor de Literatura inglesa y de Escritura Creativa en la Universidad de Ohio y al ver que el nivel literario de los estudiantes estaba bajando de manera alarmante, dicha observación le dio la idea para Sinsonte (1980), que estuvo nominada a la mejor novela en los premios Nébula y que ahora presentan nuestros grandes amigos de Impedimenta.
Lo primero que me llamo la atención de esta novela fue la maravillosa portada que nos presenta, Una distopía en sí misma, en la parte inferior una ciudad se alza, Nueva York a nuestros pies, una ciudad oscura, triste donde el los grandes edificios parecen desear llegar al cielo donde la vida rebosa… un espejismo donde el cielo es la naturaleza, un gran árbol colma una espesura verde, todo lo que le falta al cemento de la ciudad. Sin olvidarnos del pequeño detalle de una bandada de pájaros que parece huir de la ciudad camino a la naturaleza.
Antes de leer la novela pensé en una contraposición entre la tecnología, la modernidad, la evolución de la humanidad contra nuestras propias raíces… poco me he equivocado aunque el autor va unos cuantos pasos más allá y crea un mundo que nos llevara a pensar si realmente nuestro futuro está bien encaminado o si no estaría nada mal usar una balanza donde la evolución se equilibre con nuestra naturaleza real.
En esta novela la vida en la Tierra ha evolucionado hasta el punto en que los robots lo hacen todo y el ser humano no tiene más opción que existir sin sentido en una vida onírica, sin nada de lo que nos hace ser nosotros mismos, únicos e irrepetibles, sin pintura, sin lectura, sin imaginación, sin niños, con demasiados sin que los transforma en seres básicos que no pueden con sus propio ser y deciden acabar con ella quemándose vivos.
El personaje que da vida a esta historia es un androide, Spofforth, un ser perfecto con vida ilimitada cuyo deseo es morir aunque la opción del suicidio no existe en su programación. Su “vida” cambia cuando se cruza con un humano que sabe leer, Paul, y con una mujer que adora el zoo de Brookling, Mary Lou.
¿Estamos ante un nuevo reinicio del mundo? ¿Serán dos humanos los nuevos padres de una nueva humanidad humanizada? ¿Podrá Spofforth por fin apagar su vida?
Solo os diré que esta novela se lee del tirón, deja un regusto metálico en el lector y nos hace preguntarnos mucho sobre nuestra propia existencia como sociedad y como individuos.
Lo peor de la novela… que ya la he terminado. Toda una revelación.

Enlace: http://lapetitallibreria.blo..

Un robot que me recordó mucho a los de WestWorld, junto con 2 humanos que se saltan las normas que no se sabe quien o quienes han creado, ni cuando, son los protagonistas de esta magnífica novela de ciencia ficción, un clásico que puede ser algún día un probable futuro distópico.
La humanidad apagándose física y mentalmente, condicionada desde la infancia para no pensar, mientras que unas estúpidas máquinas realizan inútiles rutinas, fueron creadas para servir al humano y acabaron siendo su perdición.
Parece un argumento muy manido pero te sorprenderás tanto de la prosa armoniosa y directa de Travis ("última estirpe prometeica de inteligencia sintética"), como de la forma que tiene de desarrollar esta historia, con un gran derroche de imaginación, ironía y humor negro.
Cuando crees que ya no puede haber más sorpresas, siempre hay una vuelta de tuerca esperándote en la siguiente página.
Los protagonistas, un trío muy peculiar, están muy bien construidos, y se van cediendo la palabra en la narración de los hechos. Los veremos crecer, evolucionar, y ser conscientes de lo que a cada uno de ellos les toca vivir, hacer, y decidir.
A lo largo de la novela nos encontraremos con muchas referencias cinematográficas, sobre todo a películas mudas, fiel paralelismo entre los inicios del cine y el nuevo renacimiento de la consciencia humana.
Muchos guiños a los libros, que irán convirtiéndose en otros de los grandes protagonistas ("todos esos libros, incluidos los aburridos y los casi incomprensibles, me han hecho comprender más claramente lo que significa ser humano").
La atmósfera creada por el autor a veces llega a ser asfixiante, por la incertidumbre y la soledad en la que se hayan los protagonistas, los 3, en una sociedad acabada y evadida por los somníferos y el individualismo, donde un resquicio de piedad y empatia los hace seguir adelante.
Cuando Ícaro quiso llegar hasta el sol y se le derritieron las alas, se inició el probable preludio de esta historia, con un mensaje muy claro y conocido: cuidado con lo que ansiamos, que podemos destruirnos.
En resumen, un libro que no te puedes perder si quieres conocer otras forma estúpidamente irónicas de cómo el ser humano puede acabar consigo mismo.

Pocos géneros tan estimulantes como aquella ciencia ficción que se despoja de su “ciencia”, maquinismo y tecnojerga para vestirse de calle y abundar en las grandes cuestiones e inquietudes que interesan al común de los mortales, desde la naturaleza del poder al misterio de la condición humana o de la existencia misma. Sirva como ejemplo este Sinsonte de Walter Tevis, que se consagra, desde su aparición en 1980, como una de las cumbres de lo que algunos han dado en llamar “ciencia ficción social”.

Por la calidad de su escritura, por la dimensión y relevancia de los temas abordados, por la profundidad que adquiere ese abordaje y por sus múltiples implicaciones, lecturas y niveles de significado, la novela de Tevis merece sin duda los laureles que se otorgan a los clásicos que antes pergeñaran Huxley, Orwell y Bradbury, entre otros, y que después muy pocos han alcanzado.

Ambientada en un futuro crepuscular en el que la humanidad agoniza pastoreada por los últimos androides autónomos, menguada en número y desprovista de emociones, analfabeta e indiferente a su propia ruina por su adicción a unos calmantes que además provocan infertilidad, Sinsonte es, antes que nada y para quien esto escribe, un poderoso y bellísimo canto al amor y a su potencial transformador.

No se trata, por supuesto, de una novela de amor, ni siquiera de una novela sobre el amor. Y sin embargo, es el amor, o más bien su descubrimiento, o mejor aún su redescubrimiento, la llave maestra que concede acceso a todas las estancias del conjunto. En el mundo de Sinsonte se han perdido los afectos y las relaciones para rendir culto a la Intimidad, una forma de individualidad enfermiza, atrofiada e inane que se imparte como doctrina y reduce la condición humana a la mera biología de su carcasa, a sombras que se proyectan en paredes cavernosas.

De este marasmo programado emergerá en primer lugar Paul Bentley, quien, por circunstancias azarosas, descubrirá la escritura y la lectura, emprendiendo así un camino que lo llevará también al descubrimiento de sí mismo, a conocer sus pensamientos y emociones, a tomar plena conciencia de los otros y sus lugares compartidos, y a rebelarse contra la inducción sistémica del sopor social y el calculado cultivo de la idiocia. Con enorme fuerza simbólica, Sinsonte versiona en sus páginas el mito de la creación, presentando al ser humano no solo como barro elemental, sino también y sobre todo como su propio alfarero; una criatura que lucha por reencontrarse tras escapar, no sin apuros, de la sopa primigenia a donde su necedad lo había devuelto.

Un canto al amor, decíamos, impulsado decisivamente por el despertar del profundo sueño de la agrafia y la recuperación de la palabra escrita, convertida en eje del relato y de una conciencia que convalece y retoma, poco a poco, el hilo que conduce hacia sí misma y hacia las fuentes de la memoria colectiva. Hacia una vida entendida como realización en el prójimo, a través de los otros, por y para los demás, en contraste con el estéril y grotesco solipsismo que domina el mundo de Sinsonte y que, a buen seguro, dominaba también la impresión que a Walter Tevis le causaba la sociedad en que vivía.

Una obra inmortal, apabullante, mayúscula de aliento y vuelo, minúscula por matices, por delicadeza, que nos guía hasta la noche de los tiempos para colmarnos del alba que despunta en sus últimas páginas como si fueran las primeras de la humanidad.

En un futuro incierto, encontramos la ciudad de Nueva York poblada por robots y algunos humanos. Pronto, nos damos cuenta de que esta historia de ciencia ficción tiene también mucho de distopía (y aquí, amiguis, yo pegaba saltos de alegría).
 
Los humanos viven una vida, a nuestros ojos, gris. Sin demasiadas preocupaciones, basada en el entretenimiento instantáneo y casi constantemente narcotizados (todo legal), en una sociedad donde impera la individualidad y básicamente las relaciones humanas de cualquier tipo brillan por su ausencia, conceptos como familia o amor, forman parte del pasado y la mayoría han olvidado su significado. al mismo tiempo… es relativamente común ir por la calle y ver a gente quemándose viva. Vaya, asistimos a una decadencia humana que parece estar abocada a la extinción.
 
Ah, pequeño detalle, tampoco hay libros, la gente ya no aprende a leer. Bueno, el conocimiento en general parece haber desaparecido, olvidado. Sin embargo, Paul, encuentra por casualidad unos antiguos libros infantiles y aprende a leer. Gracias a eso, será contratado por un robot del más alto nivel (que, por cierto, quiere morir, pero su programación se lo impide) para transcribir películas mudas de siglos atrás. Así, Paul llega a NYC, donde abrirá los ojos gracias a la lectura, conocerá a Mary Lou y bueno, obviamente… pasan cosas.
 
Escrita en 1980, este clásico de ciencia ficción, rezuma actualidad (desde de la lucha por la individualidad, descenso de la natalidad, enfriamiento de las relaciones humanas… ¡hasta el auge del vanlife!). de verdad, de esos libros que te sorprende que no se haya escrito ayer porque parece mirar con ojo crítico a la sociedad de nuestro tiempo y te hacen darte cuenta de que, igual, no hemos cambiado tanto como pensamos.
 
Una historia de esas que se cuece a fuego lento, que no es todo acción, y que yo tanto disfruto. Muy bien escrita, con una construcción del mundo profunda, que vas conociendo con el paso de las páginas, con una mirada atenta no solo a lo que se dice, sino también a lo que se intuye. ¿Qué temas toca? La desintegración de la sociedad, los peligros del aislamiento y del fin del pensamiento crítico, religión, familia, soledad y el derecho de decidir sobre el fin de la vida propia.
 
¿Los narradores? ¡Humanos y robots! Los primeros, se expresarán a través de un diario, que muestra un enorme ejercicio del autor a la hora de mostrar los avances en el aprendizaje de los protagonistas, tanto a nivel de escritura como de autoconocimiento.
 
Una genial novela que me ha hecho conectar y disfrutar mucho de un género (la ciencia ficción) que en general me da pereza. Si buscas que las novelas te hagan reflexionar, ¡apunta esta!

Gracias a la recomendación de una de mis compañeras del Club de lectura me animé a hacerme con esta novela de ciencia ficción distópica de un autor del que aún no había leído nada, pero que resulta ser el escritor de Gambito de dama, cuya adaptación audiovisual sí que vi (aunque no tiene nada que ver con el libro de esta reseña, todo hay que decirlo).

Esta novela nos sitúa en un tiempo futuro indeterminado (de hecho el tiempo se mide en amarillos y azules, que serían algo así como días y años) en el que el número de robots es muy superior al de los humanos porque la natalidad se ha reducido a 0. Parece que gracias a las máquinas los seres humanos ya no trabajan, pero ahora pasan el rato bajo los efectos de las drogas, alimentándose de cosas sintéticas y narcotizados por los programas de televisión. Tampoco está permitido el contacto con los otros por ser considerado una violación de la Intimidad, y quien infrinja esta norma será “detectado” y eliminado de la circulación. La desidia es tal que proliferan las inmolaciones colectivas frente a la pasividad del resto de habitantes y robots.

Esta sociedad nos es presentada desde tres voces: la de Spofforth, un robot de alta gama encargado de revisar que todo funcione correctamente que lleva siglos en funcionamiento y que tan solo se apagará cuando todos los humanos mueran. Quizás por el hastío vital que siente es por lo que encarga a Paul Bentley, el único humano que sabe leer, que se encargue de visualizar las películas mudas del archivo de la Universidad de Nueva York, y también por ello tardará en interrumpir la improbable relación entre Bentley y Mary Lou, la mujer del vestido rojo que se escapó del campo de rehabilitación donde estaba recluida por ser una rebelde, con la que convivirá durante unas semanas.

A través de los testimonios de los tres iremos conociendo más en profundidad la realidad en la que viven, en la que tratan de paliarse la tristeza, las frustraciones y ansiedades mediante las drogas, pero que, una vez se toma la decisión de abandonarlas, puede descubrirse una realidad mucho más satisfactoria aunque duela. Para Bentley, el haber conocido a Mary Lou supondrá un antes y un después, ya que gracias a ella consigue desarmar todas las normas estúpidas que regían su vida y será su aliciente para seguir vivo junto con la lectura, igual que le sucede a ella.

Al escribir esta reseña he tenido la sensación de que lo que nos cuenta Tevis aquí es mucho más real de lo que puede parecer al sumergirse en sus páginas, ya que hay mucho de lo que nos cuenta que podría pasar. Ahora que se plantea la sustitución del trabajo humano por el de robots en ciertas tareas se abre también el debate de a qué podríamos dedicarnos, si se nos daría un subsidio vital y tuviéramos el control pleno de nuestro tiempo, ¿nos veríamos en la necesidad de vivir anestesiados bajo los efectos de las drogas o la programación televisiva? Creo que el libro abre muchas vías de debate interesantes, además de dar relevancia a los libros como herramientas para la liberación física y mental de los individuos. Una lectura 100% recomendable.

- Ciencia ficción de calidad
- Trama distópica y trágica
- Comparte elementos con Farenheit 451, Un mundo feliz y Blade runner.
- Tres narraciones y tres perspectivas de los tres personajes principales
- Transmite desesperanza y desolación
- Invita al lector a la reflexión

Yo pondría este libro en TODOS los colegios, institutos e incluso Universidades como lectura de referencia.
Cuantas verdades se nos ofrecen en esta distopía de una manera velada, y ya dice un refrán " A buen entendedor pocas palabras bastan", así que ahí queda.
Un relato donde tenemos a tres personajes principales: Paul, Mary Lou y Spofforth, donde esté último es un robot de vida ilimitada, que nos van a mostrar sus vivencias a lo largo de esta historia.
Me han impactado tantas cosas de esta novela que no soy capaz de analizarlas, necesitaría tiempo para asimilar y hacerme un esquema de todo lo que me gustaría diseccionar.
Así que solo os dejo mi recomendación de leer este libro tan bien hecho.