Araña de
Jon Bilbao
Las balas de Los Que Ríen volaban sobre el agua, recibían salpicaduras , atravesaban olas encrespadas, destripaban caballas, salian de las olas, brillaban con los rayos del sol, se cruzaban con otras balas, tantas que formaban bruma, buscaban su blanco, se acercaban al hombre con barba, ojos enrojecidos, pelo alborotado y pasaban de largo, atemorizadas, hacia mar abierto, hasta perder impulso y descender, rebotar en la superficie, una, dos veces y hundirse, o volvían a la refriega, perforando túneles en la humareda, e impactaban contra un bandido. Había más balas en el aire que las disparadas por Los Que Ríen y el Basilisco. Habían acudido convocadas por la batahola. Ninguna tocó a John Dunbar. Desistían, trazaban parábolas, cambiaban de objetivo, se enterraban en la arena o exploraban el cielo.