Croatoan se inicia con una serie de incomprensibles sucesos, en los que animales de diferentes especies realizan conductas sin sentido, pero en grandes masas y además sorprendentemente coordinados, como una coreografía perfecta y absurda, y que muchas veces termina en muertes. Entre los humanos, no solo se producen "manifestaciones" silentes e incomprensibles, sino que en los emails de algunos zoólogos y estudiosos del comportamiento animal aparece un mensaje misterioso, conformado por una sola palabra: Croatoan, que refiere a la misteriosa desaparición de un pueblo completo de colonos en Norteamérica. Pero lo que resulta inquietante de verdad es el autor: los mensajes fueron enviados por una eminencia en el tema, muerto dos años atrás. A partir de estas premisas, José Carlos Somoza va desarrollando una historia postapocalíptica, sumamente atractiva, en la cual, por una parte, los gobiernos y autoridades se muestran incapaces de comprender la situación, y totalmente incompetentes para resolverla, y por otra un pequeño grupo de personas, guiadas por las instrucciones del sabio muerto pero que aún los guía como un titiritero espectral, intentan descubrir si es que existe alguna oportunidad para sobrevivir en este nuevo mundo que parece haber olvidado las leyes de la naturaleza. El libro muestra una construcción imaginativa e inteligente, con una historia que va ordenando el aparente sinsentido y, como los buenos científicos, consigue descubrir el orden oculto en el aparente caos. Además, en medio de esta historia, Somoza va instalando reflexiones sobre la libertad, la evolución o la ciencia que no resultan cansinas ni moralistas sino, por el contrario, dotan de mayor profundidad a la lectura sin que sean extemporáneas. Quizá la mayor crítica que pueda hacérsele está en los personajes, y particularmente en los personajes femeninos: si personajes masculinos tan disímiles como Nico, Logan, Laredo, Borja o Dino son activos y luchan contra su entorno a partir de su propia iniciativa, cada uno con sus armas, las mujeres son débiles y necesitan apoyo casi constante (Fátima, Carmela), o son unas amazonas terribles que hacen temblar a los hombres (Busto). de hecho Busto es un personaje muy secundario, pero esclarecedor: en cada escena en la que aparece, el autor aprovecha de solazarse en la descripción de su cuerpo y en lo atractiva y poderosa que es. No falla. Entonces las mujeres pueden ser listas, interesantes, creativas, pero terminan siendo muñequitas necesitadas de cuidado, o superhembras que no necesitan de nadie. No obstante, esta observación no desmerece el valor de una novela muy imaginativa, bien construida y por momentos, perturbadora. + Leer más |
Con "El signo de los Diez", segunda entrega de la Trilogía del Señor X, José Carlos Somoza nos vuelve a sumergir en la imaginería de fantásticas y morbosos espectáculos teatrales y los escenarios victorianos que descubrimos en "Estudio en negro". de la mano del Señor X, logradísimo trasunto de Sherlock Holmes, y de Lewis Carroll, toma forma una intriga impecable donde campan la crueldad y el vicio, la vulnerabilidad de sus protagonistas, la manipulación y la insaciable ansia de poder que no se detiene ante ningún crimen.
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