Frankenstein o el moderno Prometeo

Ay criatura, ogro, monstruo, engendro, tú no pediste ser creado ni abandonado por tu propio creador para sufrir la discriminación, el desprecio y la maldad de la raza humana. Qué mal lo pasaste el poco tiempo que "viviste", apañandotelas como buenamente pudiste para aprender a hablar e intentar hacerte entender, como si de un bebé recién nacido se tratase. Con tu triste relato me has provocado mucha tristeza y, sobretodo, ternura. Nunca tuviste la mala intención de hacer daño a nadie, pero te viste "obligado" a ello por la impotencia y sufrimiento de verte solo y despreciado por la persona que con tanto empeño te creó. El acto de abandono sólo consiguió que sacaras lo peor de ti, el ansia de venganza al que tanto sufrimiento te provocó; hacia esa persona que jugó a ser Dios para, posteriormente, arrepentirse.

¿Quién no conoce esta historia? Yo poco sabía y poco acertado ya que las distintas adaptaciones que han hecho a lo largo de los años no son muy fieles hasta donde sé (no he visto ninguna). Siempre he creído que el "monstruo" se llamaba Frankenstein y he tenido que leer esta maravillosa obra para saber que él nunca tuvo un nombre propio, solo apelativos en referencia a su aspecto físico. Me ha impresionado mucho cómo Mary Shelley, con tan sólo 18 años, tuvo la capacidad de escribir esta historia de forma tan magistral. Plasma lo que a día de hoy sigue ocurriendo dos siglos después, la gran importancia que se le da al aspecto físico; no debería ser así, pero por desgracia lo sigue siendo.

"A veces deseaba sacudirme todas las ideas y todos los sentimientos; pero aprendí que solo había un modo de superar la sensación de dolor, y era la muerte".

Enfrentarse a un clásico es siempre para mí todo un reto. En este caso, además, ha venido a mostrarme cuán ignorante era de esta obra. Tal vez por los recuerdos de las películas, o por la idea preconcebida que tenía en mi juventud, Frankenstein me ha soltado un bofetón en toda la cara.

Esta novela epistolar de una jovencísima Mary W. Shelley, nos lleva a abordar distintos temas relacionados con la humanidad. Ya desde el subtítulo ( el moderno Prometeo) que nos conecta con la mitología griega, pasamos las páginas enfrentándonos a distintas preguntas que desembocarán en un debate interesante: ¿es posible crear vida? ¿Es bueno el hombre por naturaleza? ¿Se castiga y se aísla al diferente, sin dar la oportunidad de mostrarse cómo es?

Reconozco que me costó meterme un poco en la historia. Ya os digo que desconocía muchos aspectos de la misma. al final, poco a poco, las piezas fueron encajando en un puzzle perfecto y conseguí distinguir al capitán Robert Walton, a su hermana Margaret (a quien iban dirigidas las cartas), al doctor Frankenstein y a la Bestia sin nombre.

Una obra con mucha profundidad y mucho telón de fondo por la época en la que fue escrita (en plena revolución industrial), que no dejará indiferente al lector y que lo obligará a debatir con sus iguales para conocer otros puntos de vista diferentes al suyo.

Recomiendo ir lo más ajeno posible a la historia, sin expectativas ni prejuicios, para dejarse sorprender por este clásico sin precedentes.

Frankenstein de Mary Shelley llegó a mis manos por casualidad. Nunca había tenido especial interés en leerlo y quizás por carecer de expectativas, me ha impresionado tanto.

Una narración inmejorable, una historia triste y siniestra, dulce y estoica, con grandes enseñanzas y un final que no podía ser de otro modo, hacen de este clásico un acierto seguro, que además poco tiene que ver con lo que de él conocemos hoy en día.

El monstruo de Frankenstein no tiene piel verde, un cráneo de punta plana ni tornillos en el cuello. Si estás buscando esa versión, no la encontrarás en esta increíble historia.

No obstante, lo más monstruoso es lo que se aprende sobre la criatura a medida que se desarrolla la historia. Tiene una naturaleza amable, un espíritu indagador, una mente inquisitiva y un sentido de la belleza del mundo que lo rodea que no lo tiene nadie más. Sin embargo, está atrapado en un mundo que siempre pondrá histéricas a las personas que lo rodean y lo mantendrá aislado del menor contacto humano. Más solo de lo que nadie ha estado o estará nunca, y tristemente consciente de su completa soledad, la pobre criatura es la víctima inocente de un científico, Víctor Frankenstein, que permitió que su propio ego lo empujara por el camino equivocado.

Llevaba años detrás de este clásico y hasta que no me hice con una edición perfecta no me hice con él.
Ha sido bastante diferente de lo que pensaba que encontraría tras sus páginas. Me ha gustado pero también se me ha hecho bastante lento en algunas partes.
Quedo muy sorprendida con la figura del monstruo, su ansia por ser humano y encajar. Puede que si lo releo en otro momento, saque otras impresiones.

Esta historia me ha sorprendido, como a muchos, por su profundidad y sus temáticas... y si además tengo en cuenta la edad de la escritora cuando lo escribió, me surgen muchas preguntas acerca de sus experiencias de vida, el sentido de sus preocupaciones y la raíz de las inquietudes que plantea en la novela.
Esta es una reflexión sobre el uso del conocimiento y del progreso, sobre la responsabilidad de nuestros actos, sobre el verdadero origen de nuestros deseos. Es un grito de atención en relación con la más esencial de nuestras necesidades: el amor, el afecto, la compañía, el compartir y sentirse aceptado. Y es un claro interrogante de partida para un debate sobre quién es el verdadero responsable o culpable en todo este relato (y, de paso, en muchas de las situaciones que juzgamos a diario con suma ligereza).
Por todo ello el libro es digno de un interés y un reconocimiento que sin duda ya tiene, y es de justicia leerlo para, además, tomar consciencia de los motivos que rigen la toma de decisiones en algunos sectores de la industria cinematográfica. (Qué lastima lo que hicieron con la adaptación de este libro). Pero sobre todo, es de justicia leerlo para tomar consciencia de que lo que se dijo en 1818 sigue vigente en 2022: “ten cuidado, pues no conozco el miedo y soy, por tanto, poderoso”.

"Sobre él se inclinaba un ser para cuya descripción no tengo palabras; era de una estatura gigantesca, pero de constitución deforme y tosca. Agachado sobre el ataúd, tenía el rostro oculto por largos mechones de pelo enmarañado; tenía extendida una inmensa mano, del color y la textura de una momia."

Mary Shelley era culta y adelantada a su tiempo, inició una relación con un hombre casado siendo casi una niña y en 1816 concibió la idea de la novela que marcaría el inicio de la ciencia ficción actual.

Yo me encontré por primera vez con Frankenstein a los 10 años, conocí a su novia con 13 y a los 15 descubrí a "la criatura" y una novela que poco o nada tenía que ver con las adaptaciones cinematográficas que ya había visto. Leí primero la versión de 1818, después la de 1831 y ahora he vuelto a la que más me gusta de ambas (la de 1818) pero anotada.
¿Hay errores y anacronismos? Sí ¿Hay algún fleco suelto? Por supuesto ¿Me importa? En absoluto. Víctor es tan humano, genio y cobarde a la vez, y la criatura me provoca tanta ternura a pesar de ella misma que me parece una obra maestra.

El imaginario colectivo me prometió una historia de terror... pero la realidad me mostró una historia que ahonda en la naturaleza del ser humano, atravesado por la pérdida, la frustración y la desolación.

Una de las grandes novelas de terror de todos los tiempos que me quedaban por leer era Frankenstein de la inmortal Mary Shelley, con cuya prosa me he podido deleitar gracias a la magnífica edición a cargo de Editorial Alma.

Escrita durante el conocido año sin verano, causa de un extraño fenómeno meteorológico, en la mansión italiana del aristócrata y poeta Lord Byron, Frankenstein nació en la mente de una jovencísima Mary Shelley que quiso ganar un reto literario y que terminó ganando, como mencionaba antes, la inmortalidad literaria.


Frankenstein es la historia de un Victor Frankestein que, jugando a ser Dios, mediante partes de cadáveres y la ayuda de la electricidad, trae a la vida a una criatura que no está viva ni muerte, que siente, piensa y padece, un alma atormentada a la que los hombres y su incomprensión, miedo e ignorancia corrompen y lleva al abismo. Creador y creado comienzan con este "milagro" científico su calvario.

Apasionante novela de terror victoriano que, aunque no da el pavor que sus tiempos debió causar a sus lectores, sigue siendo una joya literaria indiscutible. Nada en su prosa hace pensar que quien escribe es apenas una joven de dieciocho años, que nunca en su vida había escrito antes, hecho que le valió, ya entonces, que muchos dudaran injustamente de su autoría.

Frankenstein, más que una historia de terror, que lo es, guarda una filosofía interior muy potente y rica sobre los excesos del hombre en la Ciencia y en otros campos, que buscan el éxito a su pesar y el de otros dejándose por el camino su humanidad.


La edición llevada a cabo por la Editorial Alma es de gran belleza por dentro y por fuera. Se trata de un libro en tapa dura, con un marcapáginas en tela blanca, guardas decoradas con instrumental médico y partes humanas e impactantes ilustraciones de Jonh Coulthart (ilustrador también de Narraciones extraordinarias de Poe (reseña) y Drácula (reseña)) al inicio de cada capítulo.




Frankenstein de Mary Shelley es una novela de terror imprescindible para todo lector, profunda y de gran calidad, que nos revela a una escritora increíble, con una gran imaginación y maestría en una edición de lujo y asequible. ¡Mil gracias a Editorial Alma por el ejemplar!
Enlace: https://elaventurerodepapel...

"El sueño en el cual me sumí me recuperó; y, al despertar, sentí de nuevo como si perteneciera a una raza de seres humanos como yo."

En la noche del 16 de junio de 1816 en Villa Diodati, tras una discusión sobre el galvanismo, los experimentos de Darwin y la capacidad de descubrir el principio vital y conferirlo a la materia inerte, Mary Shelley tuvo una pesadilla en la que un estudiante obsesionado con la creación de vida artificial despierta y contempla horrorizado a su espantoso engendro. Durante esos días escribiría y desarrollaría (a partir de una apuesta o especie de concurso literario) una de las grandes historias de terror que han estremecido a millones de lectores y tienen la catalogación de obra de la literatura universal como es este "Frankenstein".

Más que un cuento de terror es una obra compleja que propone una reflexión moral sobre la naturaleza humana, el jugar o creerse ser dios y la génesis del mal. Lejos de la "criatura" tal y como nos la han mostrado las distintas vertientes culturales, nos encontramos a un ser "humanizado". El cine apostó por un monstruo cercano al estereotipo zombie con un aire poético en su desarrollo y trascendencia, además de la descuartización -nunca mejor dicho- de la serie B y las comedias o sátiras. El original es un ser bondadoso en busca del afecto negado desde un principio por su creador y más tarde por la sociedad.

Hablar de Frankenstein como un mito moderno y no clásico es adecuado, no por sus infinitas derivaciones contemporáneas y distintos ámbitos sino porque su propia gran mitología ha traspasado la propia novela madre. Un libro de Shelley que invita a diseccionar la dicotomía de la religión arraigada a su época y la ciencia abriéndose paso de forma indiscriminada, la revolución industrial se interponía a los dogmas, pero la autora interfiere meridianamente para realizar críticas entre metáforas muy reflexivas.

Frankenstein o el moderno prometeo ha transcendido a la propia obra literaria, sus exponentes culturales como mito polisémico ha derivado más allá de su filosofía, metafísica, psicología o historia de terror -revestida de romanticismo clásico-, la génesis del mal que orbita a su alrededor o la ética científica. Una génesis contemporánea, la necesidad de aceptación, las leyes de la creación y la importancia de la belleza interior es un tema atemporal. Una de las cimas de la literatura gótica.