Frankenstein o el moderno Prometeo

Ay criatura, ogro, monstruo, engendro, tú no pediste ser creado ni abandonado por tu propio creador para sufrir la discriminación, el desprecio y la maldad de la raza humana. Qué mal lo pasaste el poco tiempo que "viviste", apañandotelas como buenamente pudiste para aprender a hablar e intentar hacerte entender, como si de un bebé recién nacido se tratase. Con tu triste relato me has provocado mucha tristeza y, sobretodo, ternura. Nunca tuviste la mala intención de hacer daño a nadie, pero te viste "obligado" a ello por la impotencia y sufrimiento de verte solo y despreciado por la persona que con tanto empeño te creó. El acto de abandono sólo consiguió que sacaras lo peor de ti, el ansia de venganza al que tanto sufrimiento te provocó; hacia esa persona que jugó a ser Dios para, posteriormente, arrepentirse.

¿Quién no conoce esta historia? Yo poco sabía y poco acertado ya que las distintas adaptaciones que han hecho a lo largo de los años no son muy fieles hasta donde sé (no he visto ninguna). Siempre he creído que el "monstruo" se llamaba Frankenstein y he tenido que leer esta maravillosa obra para saber que él nunca tuvo un nombre propio, solo apelativos en referencia a su aspecto físico. Me ha impresionado mucho cómo Mary Shelley, con tan sólo 18 años, tuvo la capacidad de escribir esta historia de forma tan magistral. Plasma lo que a día de hoy sigue ocurriendo dos siglos después, la gran importancia que se le da al aspecto físico; no debería ser así, pero por desgracia lo sigue siendo.

"A veces deseaba sacudirme todas las ideas y todos los sentimientos; pero aprendí que solo había un modo de superar la sensación de dolor, y era la muerte".