Era como un pequeño roedor, acurrucado en un rincón de su alma, asustado por la ira, la furia y la desesperación. Sin embargo, cada vez que intentaba asirla, la esperanza resbalaba a otra parte de su corazón.
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Era como un pequeño roedor, acurrucado en un rincón de su alma, asustado por la ira, la furia y la desesperación. Sin embargo, cada vez que intentaba asirla, la esperanza resbalaba a otra parte de su corazón.
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La eternidad terminó hace diez años.
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¡LIBROS! - Exclamó Raoden, entusiasmado. - No tenía que haberte traído aquí - murmuró Galladon -. Ahora no me libraré nunca de ti. |
La expresión de incredulidad que cruzó el rostro del chico fue, de algún modo, más preocupante que la desesperación a la que había sustituido. Aquella criatura había renunciado hacía tiempo a la esperanza; probablemente pedía más por costumbre que porque esperara algo.
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Convertirse o morir...ambas opciones eran repugnantes, pero la conversión era obviamente la decisión más lógica. No obstante, una voz interior le decía que merecía la pena morir, si la muerte demostraba que la verdad era más poderosa que la fuerza física.
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Uno rara vez gana una batalla sin al menos unas cuantas heridas.
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Me preocupa la vida. No solo la supervivencia, la vida. Esta gente está muerta porque se ha rendido, no porque sus corazones ya no latan.
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Raoden volvió a extender la mano y el seon se acercó diligente, como había hecho antaño para el niño Raoden, un niño que aún no había aprendido que los seones eran más valiosos como amigos que como sirvientes.
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-Galladon, algún día vas a superar ese pesimismo tuyo y toda Elantris se desplomará por la sorpresa.
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-Nunca me gustó esa cláusula del contrato nupcial, mi señora- dijo el acompañante de Sarene, una bola de luz del tamaño de un melón que flotaba a su lado.
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¿Qué criaturas mágicas podemos encontrar en Gringotts, el banco de magos?