El laberinto de los espíritus

El dolor más sincero se vive a solas.

Solo merecen morir los que han saldado todas sus cuentas.

- Mire que es enamoradizo el pobre -decía Fermín-. Padecerá horrores en esta vida.
- Más sufre el que es incapaz de enamorarse -dejó caer Alicia.

Uno no sabe quién es de verdad hasta que aprende a odiar.

La guerra, como todas las guerras, arruinó al país y enriqueció a unos pocos que ya eran ricos antes de empezarla. Para eso se hacen las guerras.

La desgracia de unos es la bonanza de otros.

Cuando uno es joven ve el mundo como debería ser y cuando uno es viejo lo ve como es en realidad.

Hay épocas en que es más honorable morir en el olvido que vivir en la gloria.

La felicidad, o lo más cercano a ella a que puede aspirar cualquier criatura pensante, la paz de espíritu, es aquello que se evapora por el camino que lleva del creer al saber.

¡Qué piadosa era la ilusión y qué cálido el abrazo de la ignorancia!