Cada mujer es como un instrumento, y espera que la entiendan, la amen y la toquen con delicadeza, para por fin hacer sonar su verdadera música.
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Cada mujer es como un instrumento, y espera que la entiendan, la amen y la toquen con delicadeza, para por fin hacer sonar su verdadera música.
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Si le das a alguien una respuesta, lo único que obtiene es cierta información. Pero si le das una pregunta, él buscará sus propias respuestas.
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Las preguntas que no podemos contestar son las que más nos enseñan. Nos enseñan a pensar.
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Los secretos del corazón son diferentes. Son íntimos y dolorosos, y queremos, ante todo, escondérselos al mundo. No se hinchan ni presionan buscando una salida. Moran en el corazón, y cuanto más se los guarda, más pesados se vuelven.
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Además, ya sabes lo que dicen: al favor le sigue la fortuna.
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Las cosas se ven más fácilmente desde los bordes. El peligro despierta la mente dormida.
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— Has mirado demasiado y no has visto suficiente. Mirar demasiado puede impedirte ver, ¿lo ves?
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La risa borbotaba en el fondo de mi estómago y ascendía por mi garganta como las notas de un cuerno de oro.
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Esa es una cosa que hay entre vosotros demasiado trémula para hablar de ella. Es una chispa tan débil que hasta el aliento más suave la apagaría.
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— Ese es el problema — la atajé —. Que es simpático. Es amable, y la gente interpreta la amabilidad como debilidad. Y es feliz, lo que la gente interpreta como estupidez.
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¿Qué criaturas mágicas podemos encontrar en Gringotts, el banco de magos?