Un señor que viaja en el AVE abstraído mirando su portátil, siente el impulso de bajar del tren y comprar un viejo piso del que vio el cartel de compra venta desde su ventanilla.
Llama de inmediato al número del anuncio haciendo venir al dueño y al notario del pequeño pueblo y comprarlo con un click de móvil. Esto no parece gustarle a Benito el antiguo dueño, que piensa que le tenía que haber pedido más dinero.
El nuevo inquilino del edificio es Pablo. Un hombre de capital y que como una mudanza solo lleva un maletín. Cuando entra al piso está tan sucio, que el pobre limpia con toallitas desinfectantes un pequeño cuadrado en el suelo para dormir por fin.
Pronto conoce a Raluca, su nueva vecina que no para de hablar y le trata con una confianza de toda la vida. Supongo que es algo típico de los artistas, porque ella es pintora, aunque trabaje de cajera en el Goliat.
No duda en ofrecerle su ayuda y le enchufa para trabajar de reponedor en el supermercado, le limpia la casa, le presenta a su a amigo Felipe… en fin, le ayuda siendo un extraño del que no sabe nada.
En 322 páginas nos habla de que cuando todo va mal, se puede huir hacia adelante. A veces la vida es injusta o lo somos nosotros o ni sabemos como hemos llegado a ese punto. Puede que una huida hacia dentro nos ayude a salir a flote.
Trata el tema de la bondad visto desde fuera. Nadie es un santo toda su existencia, pero la maldad, lo feo, ¿qué lo provoca? Como las carencias emocionales nos marcan o no, porque hay gente de buena suerte como Raluca.
Es lo primero que leo de
Rosa Montero, me pasó algo muy curioso. Una booktuber que encontré por casualidad, hablaba maravillas de ella. Curioseé un poco sobre ella y ya sabéis cómo es Google me salía hasta en la sopa. Supe que tenía que leerla.
Cuando por fin abrí su libro me quedé extrañada. Páginas sin capítulos. Como lectora me enganchó su pluma desde la primera línea que leí de
la buena suerte, pero como aficionada a escribir fue como una explosión.
¿Sabéis esa frase que dicen que debes de conocer las normas de escritura para luego romperlas? Pues este es el gran ejemplo. Con una sutileza encomiable nos cuenta la historia desde varios puntos de vista sin tener que indicar quien habla porque se mimetiza con el personaje.
En toda la novela no hay una línea que no encaje, un párrafo que sobre, una página que aburra. Te hace querer saber que va a pasar, porque va soltando la información como pequeñas miguitas de pan para que no puedas dejar la historia.
Cuando hablamos de este libro no solo podemos elogiar su prosa, sino también la profundidad de sus personajes y de los temas que toca. Es tan fácil de leer, como luego es imposible que no te deje rumiando. Un libro que te cambia la vida.
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