—Permíteme que yo sea tu áncora.
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—Permíteme que yo sea tu áncora.
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Deseaba que la besara más, porque esta vez el reloj no iba a dar las campanadas de medianoche y no tendría que escapar.
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—Permitiría que mis hijas se casaran con personas pobres si eso las hiciera felices.
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Deseo tu futuro. Deseo todos los trocitos de ti.
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«tenemos que envolver toda una vida en esta noche».
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Una de las cosas que más me gustan -continuó- es que te conoces. Sabes quién eres y lo que vales. Tienes principios, Sophie, y te atienes a ellos. Se llevó una mano a los labios para besarla. Eso es muy excepcional.
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Cada vez que él la trataba como a una persona real (y sabía por experiencia que la mayoría de los aristócratas no tratan a sus criados como a nada parecido ni remotamente a una persona real) la hacía recordar el baile de máscaras, cuando por una noche perfecta ella fue una dama elegante, el tipo de mujer que tenía el derecho a soñar con un futuro con Benedict Bridgerton.
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La amaba. No sabía cómo había ocurrido, solo sabía que era cierto.
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¿De qué color era el vestido que Sophie llevaba en la fiesta?