Deje su mensaje después de la señal

Resulta contradictorio que en la era de las nuevas tecnologías nos encontremos cada vez más solos y aislados. El diálogo del día a día a menudo queda sepultado por las pantallas de los dispositivos electrónicos. Sin embargo, curiosamente, lo que no somos capaces de decirnos a la cara, sí que nos atrevemos a contarlo a un extraño. O a un contestador. Y esta es la base sobre la que Arantza Portabales monta una novela coral que ha despertado todo mi interés no solo por el punto de originalidad y candente actualidad que tiene sino porque las cuatro historias que la componen me han resultado más que satisfactorias. Algunas, incluso maravillosas.

Cuatro mujeres de diferentes edades y entornos sociales se desnudan literalmente ante un contestador. Sus motivos son de lo más variopintos, pero hay un nexo de unión entre ellas: la soledad y la necesidad de ser escuchadas.

Carmela es una anciana a la que acaban de diagnosticar un cáncer en fase terminal. Terrible situación ante la que uno no sabe cómo reaccionaría. Ella, en vez de llamar a su hijo, un médico que se encuentra en algún punto del Sáhara, le dejará una serie de mensajes en el contestador a través de los cuales le cuenta no solo cómo avanza la enfermedad sino cómo fue su juventud, su vida en pareja y lo que supuso su nacimiento para ella. Imposible no quererla desde las primeras líneas porque es de esos personajes que traspasan el papel y de los que siempre se quedará un poquito contigo. Carmela es una madraza: dulce, desinteresada, generosa, trabajadora y muy luchadora. Aunque afronta la última etapa de su vida, también fue joven y hubo un momento en el que tuvo más futuro que pasado por delante. Y proyectos, algo que a menudo cuando nos acercamos a los ancianos parecemos olvidar.

Por otro lado tenemos a Viviana, una prostituta que vive en Madrid y deja mensajes en el contestador de su padre, que piensa que trabaja en Ikea. Porque qué terrible sería contarle la verdad. Y poco a poco vamos a ir conociendo el porqué de esta forma suya de ganarse la vida. También está Sara, la benjamina de la novela. Una joven de familia bien que a las puertas de su boda, cuando más feliz debería estar, ha intentado suicidarse. le deja mensajes en el contestador de su terapeuta. Por último, encontramos a Marina, una abogada. Su especialidad son los divorcios: los de los demás claro, a los que le resulta fácil animar para no dejarse abatir por la tensión y el malestar que origina la separación; una situación que, sin embargo, ella no parece enfrentar nada bien. Su marido la acaba de plantar y ella está completamente hundida. Pero en cada pareja que se rompe hay siempre dos verdades. al menos dos puntos de vista. Conoceremos su historia a través de los mensajes que le dirige a él.

Tenemos cuatro mujeres que en capítulos alternos se reparten el protagonismo de la novela a la vez que se van vaciando ante un contestador: unas por amor, por no herir; otras por rabia, porque no se atreven a escupir a la cara lo que piensan, otras por demasiado silencio acumulado… Todas se sienten solas e incomprendidas. Y hay alguna tan especial como Carmela. ¡Ay, Carmela! Qué achuchón le hubiera dado a esa mujer tan de carne y hueso que te roban el corazón sin hacer nada más que ser ella misma. Es tan fácil sincerarse con ese contestador sabiendo que nadie te va a interrumpir, que puedes vaciar todo tu dolor, todo lo que callaste…creo que es hasta terapéutico eso de dotar de voz nuestros pensamientos y reflexiones más íntimas. En otro plano está Viviana, una joven arrastrada por las circunstancias a una vida difícil. También luchadora, sufre pero también tiene sueños y estoy segura os resultarán tan interesantes como a mí.

Deje su mensaje después de la señal es una de esas historias perfectas para el verano. Es fresca a veces, dulce otras. También dura. Pero su prosa sencilla y su ritmo ágil, hace que desde las primeras páginas sintamos el gusanillo por saber un poco más de cada historia. Tengo que reconocer que para mí ha habido dos favoritas que me imantaron desde el principio Las otras dos, aun siguiendo un curso más lento, han terminado por parecerme también satisfactorias. ¿Os animáis?
Enlace: https://bookeandoconmangeles..

Cuatro mujeres: Martina, Carmela, Sara y Viviana que por circunstancias varias acaban hablando con un contestador. Estas cuatro mujeres estan relacionadas entre si, aunque cada una de ellas tiene una trayectoria totalmente diferente.
Cuatro voces y cuatro historias con las que conmoverse, rebelarse o identificarse y todo con una estructura de capítulos muy cortos intercalando historias lo que hace que sea una lectura muy ágil.

Cuando nadie me ve.
Cuando nadie me oye.
Qué difícil es decir ciertas cosas. Hay palabras que son demasiado grandes para que alguien las oiga, y, sin embargo, que pugnan por salir de nuestras bocas, ásperas, contundentes, rotundas.
Palabras que no son solo eso, sino verdades dolorosas. Sustantivos ácidos que se enquiolosan en nuestras encías, que se transforman en ruidos sordos, en torrentes que arrasan con nosotros al paso.
Sucesos que si no se expresan se enquistan, que si no se dicen no existen, pero que son espadas sobre nuestras cabezas.
El sosiego de dejarlas libres al viento, de que el aire las engulla, de que se las lleve un soplo fresco, hace que queramos gritarlas. Algunos acuden a un profesional frío, indiferente, para arrojarlas, otros, hablan con una máquina.
¿Con quien expías tú eso que te carcome?
Yo lo escribo y, a veces, lo leen.
Lectura que lloras, lectura que sufres, lectura de días de lluvia, por fuera, por dentro.

Este año estoy empezando a darle más oportunidades a las novelas cortas. Para una lectora 100% papel como yo, son mucho más cómodas de transportar que las de tamaño medio que avostumbro a leer y, cuando sé que voy a tener un largo rato, libre necesito llevar encima un libro para leer.

Como "Sobreviviendo" me gustó mucho y en su reseña recibí varias recomendaciones de éste, decidí tomar nota para uno de esos días. El día llegó y lo leí de una sentada, es más, casi vuelvo a casa con él terminado y eso que no fue uno de esos días en los que tenía demasiado tiempo... El libro se lee muy bien. La mezcla de capítulos cortos (tanto como lo que entra en un mensaje de un buzón de voz) con la narración en primera persona hace que lo leas sin darte cuenta. Además las historias de las cuatro mujeres que dejan estos mensajes atrapan y, a pesar de ser muy diferentes, tienen una conexión que intuyes desde el pincipio que te llama a seguir leyendo para saber si has atado bien los cabos.

Y ahora viene mi pero. Ese pero es la ausencia de empatía por mi parte. En ningún momento conseguí conectar con las historias. Entendía por qué dejaban esos mensajes sin atreverse a decirlo en persona; siempre es más sencillo abrirse a una máquina que a una persona que te mira. Las historias me calaban, estaban construidas para hacerlo y mi corazón debería haber sido de la dureza de un diamante para que no me conmovieran. Pero aún así no me transmitieron lo que se supone que deberían haberme transmitido.

El libro está bien, se lee de una sentada y te hace reflexionar sobre aquello que te callas por no atreverte a decirlo en voz alta. Pero no será uno de aquellos que recomiende con los ojos cerrados ya que entiendo que a no todos les llegará como se supone que debería...

Novela de capítulos cortos y fácil lectura con un ritmo ágil que está protagonizado por cuatro mujeres: Carmela, Viviana, Marina y Sara que al no ser capaces de decir las cosas a la cara se desahogan utilizando el contestador como medio de comunicación sin saber si los mensajes serán escuchados.
Las cuatro historias terminan por entrelazarse ya que todas se desarrollan en la misma ciudad: Pontevedra.
Es un libro que recomiendo no solo por lo que cuenta sino como lo cuenta. Puede parecer un libro superficial pero cuando lo terminas los sentimientos y las sensaciones que deja son muchos e inexplicables que llevan a reflexionar.

#YoQuieroSerComoCarmela
#TodoPasaPorAlgo
#DejeSuMensajeDespuésDeLaSeñal

Opinión personal del libro "Deje su mensaje después de la señal" de Arantza Portabales.

Arantza Portabales, pone voz a 4 mujeres: Martina, Carmela, Sara y Viviana. Y nunca mejor dicho, ya que lo que leemos, son los mensajes que las protagonistas dejan en el buzón de voz del teléfono de sus interlocutores.
Cuatro historias tremendas. Cada una con lo suyo. Que, evidentemente, si las comparo entre sí, unas me parecen más duras que las otras. Pero que si se analizan por separado, y con el contexto y circunstacias que rodean la historia de cada una de las mujeres, son sobrecogedoras.
Lo que al principio parecen historias independientes, se van acercando y entrelazando a lo largo de la novela sin que nos demos cuenta.
Los capítulos breves o incluso hiperbreves, junto a una pluma ágil y sencilla, hacen que la lectura sea muy rápida y amena; la narrativa, se mire por donde se mire está cargada de emociones encontradas, sentimiento y dureza, lo que ha hecho que en más de una ocasión, lo haya leído con un nudo en la garganta; especialmente con Carmela.
Recomiendo sin duda su lectura, y por supuesto, volveré a leer a Arantza Portabales

Un libro fácil de leer. La historia se desarrolla a través de mensajes dejados en el contestador. Con cuatro protagonistas y sus diferentes historias y situaciones que se entrelazan al final. Está muy bien escrito. Recomendable para pasar un rato entretenido de lectura.

Es una novela llena de matices, de personajes con los que la vida no siempre ha sido justa, y que deben afrontar la soledad y el miedo al futuro. Una novela muy original, en la que los protagonistas se comunican a través de mensajes en el contestador automático, con unos personajes a los que cuesta dejar marchar cuando acabas de leerla.

Una historia hilada a través de mensajes de contestador que hace pensar, que no todo en esta vida es blanco o negro, que merece la pena buscar los colores...

Marina, Carmela, Sara y Viviana necesitan hablar. Cada una de ellas tiene algo importante que decir, pero como ocurre en no pocas ocasiones, la cercanía del destinatario las dejaría mudas. Recurren por ello a un interlocutor ausente, un contestador telefónico que no identifica su voz, pero con el que podrán desahogarse como necesitan. Sin interrupciones. Y a través de esos diálogos unidireccionales conoceremos las inquietudes y pesadumbres de cada una de ellas. Viajaremos de su pasado a su presente, y se nos irán desvelando los silencios que las llevaron donde están, las palabras no dichas, las ocultas y las que no se gritaron lo suficiente. Nos devastará la incomprensión y nos dolerá el sacrifico, tan conocido y habitual, pero no por ello carente de lógica. Vidas vividas por y para otros.

El punto de inflexión que ha llevado a cada una de ellas a mantener esas conversaciones solitarias es uno de esos finales de los que solo cabe resurgir con un nuevo principio. Es por ello que, a pesar de todo, a pesar del dolor, la soledad, el engaño o la enfermedad, hay mucho de esperanza en esta historia. Los caminos de estas cuatro mujeres, distintas y distantes, terminarán por confluir como lo hacen las grandes cosas en la vida, de manera natural.

La lectura fluye, como el agua mansa, a través de las palabras de sus narradoras -directas, confesionales y sin posibilidad de réplica-, que te llevan de la mano desde el principio hasta el final sin que apenas puedas darte cuenta. Y, al concluir ese trayecto en el que hablaban para nadie, hallarán lo más importante: a sí mismas.

Cada una de ellas terminará por reconocer su voz.