Estaba diciendo que su madre decía : "El hombre es una flecha lanzada hacia el futuro, y la mujer es el lugar donde ésta es lanzada".
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Estaba diciendo que su madre decía : "El hombre es una flecha lanzada hacia el futuro, y la mujer es el lugar donde ésta es lanzada".
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No hay nada como vomitar con alguien para llegar a ser viejos amigos.
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Todo lo que ella decía era vomo una voz secreta que saliera de mis propios huesos.
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Me sentía muy tranquila y muy vacía, como debe de sentirse el ojo de un tornado que se mueve con ruido sordo en medio del estrépito circundante.
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Solo que yo no conducía nada, ni siquiera a mí misma.
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Respiré profundamente y escuché el antiguo estribillo de mi corazón. Yo soy, yo soy, yo soy.
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Vi mi vida extendiendo sus ramas frente a mí como la higuera verde del cuento. De la punta de cada rama, como si de un grueso higo morado se tratara, pendía un maravilloso futuro, señalado y rutilante. Un higo era un marido y un hogar feliz e hijos y otro higo era un famoso poeta, y otro higo era un brillante profesor, y otro higo era Europa y África y Sudamérica y otro higo era Constantino y Sócrates y Atila y un montón de otros amantes con nombres raros y profesionales poco usuales, y otro higo era una campeona de equipo olímpico de atletismo, y más allá y por encima de aquellos higos había muchos más higos que no podía identificar claramente. Me vi a mí misma sentada en la bifurcación de ese árbol de higos, muriéndome de hambre sólo porque no podía decidir cuál de los higos escoger. Quería todos y cada uno de ellos, pero elegir uno significaba perder el resto, y, mientras yo estaba allí sentada, incapaz de decidirme, los higos empezaron a arrugarse y a tornarse negros y, uno por uno, cayeron al suelo, a mis pies.
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Hay algo desmoralizante en observar a dos personas que se excitan más y más locamente entre sí, especialmente cuando la única persona que sobra en la habitación es uno mismo. Es como contemplar París desde el vagón de cola de un expreso que marcha en dirección contraria: a cada instante la ciudad se hace más y más pequeña, sólo que es uno quien se siente cada vez más y más pequeño y más y más solitario, alejándose a toda velocidad de aquellas luces y de aquella agitación, alejándose a cerca de un millón de kilómetros por hora. |
“No hay nada como vomitar con alguien para llegar a ser viejos amigos". Sylvia Plath, |
Debe de haber unas cuantas cosas que un baño caliente no puede curar, pero yo conozco muchas; siempre que estoy triste hasta morir, o tan nerviosa que no puedo dormir, o enamorada de alguien a quien no veré en una semana, me deprimo, pero sólo hasta el punto en que me digo: “Tomaré un baño caliente”
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Es un poema épico griego compuesto por 24 cantos, atribuido al poeta griego Homero. Narra la vuelta a casa, tras la guerra de Troya, del héroe griego Ulises