La última carta la juega la muerte.
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La última carta la juega la muerte.
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Saber que la vida es una broma de mal gusto, llena de azares, enemigos y payasos que saltan con su resolte al abrir la caja, es lo único que proporciona temple suficiente para burlarse de todo.
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El mundo era un lugar apasionante donde ocurrían cosas, y él ayudaba a que ocurrieran.
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"...y lanzó un tajo rápido de derecha a izquierda en la garganta. En el rostro en sombra apareció un breve destello claro —los dientes de una boca abierta por el estupor—, e inmediatamente, una exclamación de sorpresa que se quebró a la mitad en un gorgoteo agónico, como si el aire de los pulmones del hombre herido escapase entre un velo fluido y líquido por su tráquea abierta"
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—Tiene virtudes que lo compensan. —Tranquilíceme. Dígame alguna. El Almirante lo pensó un segundo. —El encanto es su segunda naturaleza. —¿Y la primera? —Es leal. —¿A quién? —A él mismo. Y a mí. —¿Por ese orden? —Por ése... Pero hay espacio suficiente para ambas lealtades. |
Sólo los idiotas y los débiles ocultan el hedor de la vida con perfumes.
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Una guerra civil para cambiarle el color a una bandera es mucha guerra. Los españoles estáis majaras. Lleváis veneno en la leche.
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Nunca lo habían engañado antes, recordó absorto. Nunca una mujer, y nunca de esa manera. Eva Neretva, alias Eva Rengel, alias sabía Dios qué. Se había revelado maestra indiscutible en el juego turbio, arriesgado, que jugaban ambos. Con su frialdad tan soviética. Casi inhumana.
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—Es que ésos fusilan sin método, Almirante. Al buen tuntún. No como nosotros, que ponemos sacerdotes para salvar las almas.
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-No creo que sea verdad que nos amemos –murmuró Eva .Él reflexionó un momento. O aparentó hacerlo. -Yo tampoco lo creo. |
¿Quién es el autor/la autora de Episodios Nacionales?