Los días que tú no me quieras, te querré yo por los dos.
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Los días que tú no me quieras, te querré yo por los dos.
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Y para ella la miseria era la oscuridad más pétrea y aborrecible, y su vida en Comillas era la luz, el dulce su grano de azúcar de un mundo de hadas infantil. Pero no tengo ganas de contar una historia triste, solo revelaré la verdad que construyó al monstruo. No nos queda mucho tiempo.
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Le resultó casi placentero hacerlo sola, sin su asistenta, como una niña traviesa, y pensó que su primera infancia, en la que todavía estaban su madre y su hermano pequeño, había sido la única patria que jamás le había traicionado, a la que siempre había podido regresar sin velos de tristeza. Aquel era su propio refugio, su puerto escondido.
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¿Sabes dónde reside el verdadero peligro? En lo imprevisible.
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Nadie rogará clemencia para sus actos, nadie la justificará, porque llegará a resultar aterradora. ¿Cuántos colores tiene la verdad? (pg 93).
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La misión de un padre no es evitarle a su hijo el dolor, sino enseñarle a enfrentarse a él. Enseñarle a sufrir
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A ella también le gustaría tener su propio puerto escondido, su lugar de reposo y templanza, donde poder relajar sus sentidos y su alto nivel de exigencia sobre sí misma; un lugar donde poder desplomarse sobre la hierba, mirar al cielo y hacerlo con la despreocupación que sólo pueden tener los niños.
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Allí, en aquel trocito de tierra y mar apartado de las masas, Guillermo y él jugaban a que eran piratas y a que aquel era su puerto escondido, donde eran invulnerables, donde el tiempo estaba detenido.
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La lluvia era ya tan fuerte e incesante, que la visibilidad en la carretera era difusa, y el aire bailaba con el agua, cargado de humedad, desplomando con furia lágrimas frías sobre la tierra
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¿Acaso tú no harías todo, absolutamente todo lo posible, para salvarte a ti mismo y salvar del abismo a la carne de tu carne, a tu única referencia mortal?
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10 negritos