Puerto escondido de María Oruña
Le resultó casi placentero hacerlo sola, sin su asistenta, como una niña traviesa, y pensó que su primera infancia, en la que todavía estaban su madre y su hermano pequeño, había sido la única patria que jamás le había traicionado, a la que siempre había podido regresar sin velos de tristeza. Aquel era su propio refugio, su puerto escondido.
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