Tierra

Llegó un día en el que ya no hubo contacto, simplemente dejamos de hablar. No ocurrió nada especial, y quizás eso, la ausencia de motivos, fue lo más triste de todo.

La muerte solo es el inicio de la inmortalidad.

Hay cosas que el dinero aún no puede comprar.

Es imposible mantener secreto cuando es el secreto mismo el que se pone a hablar delante de ti.

Según los expertos, el holocausto, los gulag soviéticos o cualquier guerra fraticida daban prueba de las atrocidades que son capacees de realizar los seres humanos cuando se pone al mando a quien no debe.

Miré con tristeza la plaga en la que nos habíamos convertido y allí, en aquel lugar, recordé las palabras que un día me dijo mi padre: un virus que va a acabar con la Tierra, eso es lo que somos los humanos.

Si había algo que la hundía eran las opiniones negativas en las redes sociales. Desde su infancia había sido una niña pública. Con apenas cinco años tuvo su primer canal, con nueve consiguió su primer millón de seguidores, con veinte tenía varios millones. Su felicidad o tristeza dependía de la cantidad de likes de una foto. Varios comentarios negativos podían destrozarle el día.
Y a pesar de que le continuaban llegando mensajes de apoyo de sus fans más incondicionales, la realidad es que la gran mayoría eran de odio.
Y en lugar de alejarse de aquel nido de odio, hacía todo lo contrario. Se pasaba las horas, los días, tumbada en la cama leyendo cada uno de esos mensajes. Al final, aquel virus la fue envenenando de tal forma que llegó a pensar que las redes sociales eran la realidad y no lo que tenía alrededor.

Ella era la flor que se moría en el desierto, la gota de agua que se evaporaba al amanecer, la vida que se marchitaba en el paraíso...

Pero si había algo aún peor que la rutina era, sin duda, la ausencia de posibilidades. Uno puede acostumbrarse a repetir una y otra vez las mismas acciones, a que cada día sea igual que ayer e igual que mañana, pero las personas necesitan las posibilidades. Aunque no las usen, aunque nunca salgan de esa noria de hámster que ellos mismos se han creado, aunque basen su existencia y su esperanza en la frase «Algún día lo haré», pero deben saber que existe la posibilidad de salir de la jaula.

Me refugié entre los recuerdos que no tuve y los que hubiese querido olvidar.