Pachinko

Esta novela comienza en el año 1911 en Corea, y va a continuar hasta acabar en 1989, unos 90 años contando la vida de una familia coreana que vive en Japón y todo lo que supone, una historia de cuatro generaciones...
Es una novela que se lee de manera agil y rápida cotando la historia de una misma familia, la novela esta dividida en tres partes o tres libros, y el titulo de cada parte va a tener su importancia.
La base histórica y social está muy presente en la narración, tendremos primero una pequeña isla donde vive una familia que vive regentando una posada, tras esto nos iremos a Osaka.
Si tengo que clasificar esta historia de alguna manera, diré que sin duda es una novela de personajes, con ellos sufriremos todo lo que van viviendo en sus vidas, sin profundizar demasiado en cada uno. Una novela que habla de la vida familiar, de la intimidad de esta, ya que la autora no incide demasiado en la vida de cada personaje individualmente, pero aun así todos ellos están claramente definidos y que según los vas leyendo los entiendes y empatizas.

La historia nos habla de una vida y de como se va avanzando, de la falta de aceptación e integración de los coreanos, sobre la inmigración, el racismo, la xenofobia, como no se aceptaban a los coreanos en Japón durante el siglo XX. La autora deja claro como sufrieron todos los coreanos que emigraron a Japón, con la miseria, las penurias, los idiomas... pero es que además esta novela trata temas como el matrimonio, la maternidad, el trabajo, la educación...
Una familia que lucha por salir adelante, una novela realista que a veces ríes pero también duele, una novela que no juzga ni intenta "arreglar" las cosas de un país que sigue menos preciando hasta hace muy poco a los coreanos, simplemente es una novela que cuenta una historia, bonita, y triste, con la que aprendes y que hace que te acerques a muchas personas.
Destaco sin duda al personaje de Sunja, el personaje que es la unión de todo, el personaje con el que empiezan están cuatro generaciones, el eje de todos los personajes, ese personaje que define la vida de los coreanos, un personaje duro, con momentos buenos pero también muy malos, una mujer fuerte, muy valiente, que representa esa complicidad con las mujeres.
Las ultimas 200 paginas son un no parar, coge mucho mas ritmo, y de verdad que lo recomiendo muchísimo. Sino he puesto un cinco a esta novela, ha sido quizá porque el principio me ha parecido un poco lento, una historia algo plana, pero llega un punto en el que no se puede parar.

Bajo la forma de una saga familiar – algo más de cinco décadas y cuatro generaciones Min Jin Lee construye una historia - ambientada su primera parte en Corea y el grueso en Japón- sobre el sufrimiento de los coreanos que, en los primeros años del siglo XX, se vieron obligados a emigrar a Japón: sus vidas misérrimas, su dolor por el trato degradante al fueron sometidos, el persistente estigma que les persigue por ser coreanos y les impide elegir la vida que les gustaría vivir, la falta de oportunidades; se trata también de un relato sobre el coraje femenino, su capacidad de darlo todo por sus familias. Más allá de eso es una historia sobre la perseverancia, el amor y el sacrificio. Ágil, descriptiva, cautivadora, conmovedora, épica, impresionante…

Pachinko es la historia de Sunja, mujer sencilla, callada y, sobre todo, trabajadora. al tiempo es una mujer extraordinaria; en su humildad es el pilar y la columna vertebral de su familia y, en lo que respecta a la novela, es el eje fundamental que sostiene toda la trama.

La historia arranca en Yeong-do, un islote de ocho kilómetros de largo junto a la ciudad portuaria de Busan, Corea. Sunja es descendiente de unos pescadores que, además de ahorradores y muy trabajadores, también eran emprendedores, y que decidieron progresar alquilando habitaciones de su casa a otros pescadores, hasta que al final acabaron convirtiéndola en un hostal.

A partir de ese momento la familia se dedicó con mimo y abnegación al cuidado de sus huéspedes, que eran su sustento; les lavaban la ropa, les preparaban la comida... En definitiva, estos huéspedes llegaban a ser parte de la casa, uno más de la familia. Aportaban una parte de su salario a cambio de todos los servicios que se les prestaban, y en la familia cada uno sabía y entendía lo que había que hacer.

Con el tiempo el negocio pasa al padre de Sunja, Kim Hoonie. Él y su esposa, Yangjin, lo llevan con la misma diligencia que sus antecesores, inculcando en su hija los mismos valores: trabajo duro, sencillez, renuncia a sus propios intereses por el de sus huéspedes... Pero todo sin renunciar al amor incondicional de ellos, como padres, hacia su hija, Sunja.

Sunja crece, y su infancia es feliz y segura junto a la figura paterna, el faro que ilumina a toda la familia, así que cuando esa figura desaparece de las vidas de Sunja y de su madre, el halo de seguridad rocoso y duro que Kim representaba comienza a reblandecerse de alguna manera. En consecuencia, el rigor amoroso por el que se conducía su hija empieza a lentecer, y nuevos aires y pensamientos la absorben conquistando su mente, aunque no deja entrever estos cambios a quienes le rodean, mucho menos a su madre.

Koh Hansu, hombre maduro, avispado y con posibles, siempre ve la oportunidad y, haciendo honor a sus cualidades, no le pasa desapercibida la nueva Sunja. Con paciencia, tesón y conocimiento, va conquistándola poco a poco hasta que pasa lo que tiene que pasar: al final uno más uno serán tres. A partir de este punto, la novela empieza a cabalgar al ritmo de los acontecimientos y pensamientos de Sunja. Todas las creencias y valores que forjaban aquella roca dura que sustentaba su existencia empiezan a resquebrajarse, y se apoderan de ella los miedos y las dudas, con los que contamina a su propia madre, Yangjin.

Isak Back, joven pastor protestante, huésped inesperado y casual, entra en las vidas de madre e hija como rayo luminoso salvador de la situación, del negocio y de la honra familiar. Una vez casados, todo se ha solucionado: a ojos de sus vecinos ya no peligra su honra ni su negocio. A cambio, Sunja debe marcharse con su marido a Osaka y dejar su paraíso, su mundo conocido.

En Japón, la tierra prometida, nace un hijo, nace otro más, y se suceden los días, los meses y los años. Con ellos vienen otros tiempos más duros y dolorosos, en los que los inmigrantes coreanos son los extranjeros, los que nadie integra. Deben adaptarse a todos los cambios sociales, laborales, políticos, a la guerra y a las nuevas experiencias... sin dejar de soñar jamás con su querida tierra coreana.

La abnegada Sunja, al igual que los suyos, debe trabajar duramente para sobrevivir en tierra hostil; como extranjera, debe sobrellevar una guerra donde no queda nada para nadie. Pero no está sola: de todos sus ancestros y sus experiencias ha aprendido que la perseverancia, el trabajo duro y los valores, junto con las creencias que les acompañan, le ayudarán a expandir su luz y su fuerza alrededor de su círculo, ya sean sus hijos, su madre, sus cuñados o los padres de sus hijos. Ella es y será la piedra angular de todos, la que sabrá mirar más allá y la que, como Moisés, los conducirá a la tierra prometida, una tierra sólida y consolidada que es su familia. de ella emanan todas las energías y fuerzas para superar las vicisitudes y circunstancias que la vida les acarrea y les acarreará.

Sunja es todo eso y más: algunos de los suyos la perciben como una amenaza, y otros la aceptan y la valoran tal como es y como debe ser. Pachinko es una fábula en la que, a través de la vida de Sunja, conocemos el sentido y la importancia de los valores y las creencias para aquellos que los siguen y los dirigen... vemos como se expanden gracias a ellos, sacando lo mejor de sí mismos.

Al final, lo que la protagonista nos enseña es que la perseverancia y la resiliencia (o la falta de ellas) suman o restan, y que, dependiendo de la opción, potencian o disminuyen la felicidad. Se trata de una lectura verdaderamente recomendable. Es de esas narraciones que siempre te centran y te enseñan a valorar las pequeñas cosas, y con su lectura descubres que el trabajo duro siempre es un valor y una recompensa en sí mismo.

Con claras connotaciones dickensianas, Min Jin Lee nos describe en Pachinko todo lo anterior con humildad y ternura, usando un lenguaje sencillo, cristalino y claro donde la coherencia no solo no desaparece, sino que impregna tanto las páginas como las vidas de todos los personajes que pululan por este cautivador universo tan sabiamente creado.
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Qué historia, amigos, ¡qué historia! Empecé Pachinko a ciegas, sabiendo que era una saga familiar y que se ambientaba a caballo entre Corea y Japón, pero poco más. Y me encontré con una historia intergeneracional que me tuvo con el corazón en un puño durante toda la lectura.

Es una novela preciosa que nos habla de la familia, de las raíces y de la identidad. No os podéis imaginar lo mucho que he aprendido entre sus páginas sobre la complicada relación entre Corea y Japón. El racismo de los nipones ante una sociedad que ha sido invadida por ellos mismos, dejando a los coreanos sin otra alternativa que emigrar al país que los tiene sometidos pero del que solo reciben hostilidad, me dejó pasmada. Cómo segundas y terceras generaciones de coreanos que nacieron y murieron en Japón, aún se les consideraba extranjeros y tenían que sacarse su documento de residencia, el cual, además, podía ser denegado en cualquier momento... No conocía esta parte de la historia y me dejó pasmada.

La fuerza y la resiliencia de la familia de Sunja, es de admirar, vemos su vida desde que nace hasta que se convierte en abuela. Cómo saca a sus hijos adelante, cómo estos tienen que hacer frente a los prejuicios por tener raíces coreanas, cómo es vista la mujer tanto en la sociedad como por ellas mismas. La frase más repetida del libro es "la vida de una mujer es trabajar y sufrir" y en eso se resume la vida de Sunja.

Puede que os de la sensación de que será una lectura lenta o aburrida, pero para nada. Tiene un ritmo ágil, es super entretenida y, de verdad, que una vez lo empiezas es difícil parar de leer. Es cruda por momentos pero también tiene momentos bonitos, de sororidad, de familia y de supervivencia.

Para mí, un libro indispensable y una de mis mejores lecturas de lo que llevo de año. ¡Super recomendado!

A nivel histórico está genial, de hecho me gustó mucho más la primera parte del libro. Después se me hizo un poco monótono ya que hay cosas que suceden super rápido y hay un salto enorme. Yo hubiese terminado antes el libro, la parte final no me ha aportado mucho.

Pachinko
Min Jin Lee

Durante los años de ocupación Japonesa en Corea , en la isla de Yeongdo un hombre en condiciones de discapacidad empieza una familia con la mujer que le da una hija llamada Sunja.

Esta es la historia de varias generaciones provenientes de esta mujer humilde que siendo una jovencita se enamora , pero sufre una gran decepción que le deja un hijo de un hombre que desaparece de su vida pues nunca le dijo que tenia un familia.

Sunja ante esta ofensa para su familia conoce a un pastor religioso, un hombre maravilloso que dispuesto a estar con ella se casa y asume su paternidad, entonces viajan a japon donde empezara su verdadera historia.

Una vida llena de sacrificios, renuncias, pero en donde siempre la humildad y el amor de esta mujer por los suyos prevalece.
Es una historia epico histórica donde el racismo que sufrieron los coreanos es evidente.

Contada en detalle y en forma exquisita pues sus personajes son muy bien estructurados y no dejan nada que pueda hacer sentir al lector incómodo o perdido en lucubraciones.

Al contrario nos enseña a conocer muchas costumbres que el mundo occidental a veces no entiende pero que para ellos es importante pues siempre lo que prima es el honor.

Es un libro que vale la pena leer.

La historia empieza en 1910 cuando en una Corea ocupada por Japón un humilde matrimonio Hoonie y Yangjin regentan una casa de huéspedes. Su alegría se ve colmada con en el nacimiento de su hija Sunja. Cuando se queda embarazada de un hombre con el que no puede casarse y para evitar la ruina y la vergüenza de su familia, acepta la proposición de Isak, un joven sacerdote cristiano, que le ofrece la oportunidad de contraer matrimonio y empezar una nueva vida en Japón.

Allí vivirán en casa del hermano de Isak,Yoseb y su esposa Kyunghee. Nos mostrará cómo salieron adelante a pesar de la hostilidad del país hacia los coreanos y como sus hijos Noa y Mozasu y su nieto Solomon no consiguieron sentirse japoneses a pesar de haber nacido allí. Porque Japón era un país hostil para los coreanos. Nos mostrará las consecuencias de la invasión colonial de Corea por parte del imperio japonés en los años 40 y el empeoramiento de las condiciones de vida por las consecutivas guerras que asolaron el país y terminaron dividiéndolo en dos.

Una historia llena de penurias, tristezas, necesidades y resignación que nos hace recordar los horrores de las guerras y la forzosa inmigración, la falta de aceptación y los prejuicios, las adicciones a los juegos y drogas , las organizaciones criminales y la prostitución que llevaron a la miseria, al sufrimiento y a todos los aspectos más miserables del ser humano. Pero también vemos cómo entre tanto horror todavía hay capacidad para luchar y fuerza para resistir gracias a la familia y a la amistad porque siempre queda la lealtad, el compañerismo ,el respeto y el amor.
Escrita con un lenguaje sencillo, cercano, que llega al corazón me ha maravillado. Me ha dolido pero sobre todo he sufrido al ver la resignación por el destino de las mujeres (nacer para sufrir y trabajar como bestias) por la culpa por tener una mínima felicidad o placer y por la vergüenza constante : por ser mujeres, por ser pobres y por ser coreanos.

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Se trata de una saga familiar, que narra la vida de Sunja, su adolescencia en una isla coreana, su emigración a Japón en los años previos a la segunda Guerra Mundial y la vida de sus descendientes en este país, hasta finales de los años 80.

Además de la historia en sí, llena de dificultades, pobreza, trabajo, encuentros y desencuentros, vamos a ser testigos de momentos históricos, como el final de la segunda Guerra Mundial y la derrota de Japón, la repatriación de muchos coreanos en los años posteriores, la división de su país…Y vamos a conocer las especiales dificultades que los coreanos sufren al vivir en Japón, como son tratados siempre como extranjeros y ciudadanos de segunda clase.

Es una novela muy interesante. Facilísima de leer. Te atrapa en seguida y entretiene mucho. Trata temas como la obediencia, el honor, la familia, las relaciones de género, la discriminación social, la delincuencia y el juego. He disfrutado mucho. He querido a los personajes y he llorado sus pérdidas. Muy recomendable. Toda una cinco estrellas.

La novela me impactó ya que no conocía en profundidad la historia de Corea, las sucesivas invasiones y las terribles condiciones de vida que sufrieron (y sufren) los coreanos que emigraron a Japón. A través de la vida de Sunja, la autora logra retratar la historia del país y la historia familiar de cuatro generaciones. La miseria, el sufrimiento, la culpa, las guerras, la xenofobia, todos los aspectos más miserables del ser humano están retratados, pero, como toda moneda tiene dos caras, también podemos encontrar amistad, lealtad, compañerismo, respeto y amor. Algo que me llamó la atención fue la resignación con que las mujeres aceptaban su destino de “haber nacido para sufrir y para trabajar como bestias” y el sentimiento de culpa ocasionado por cualquier situación que las alejase de ese sufrimiento, como si un poquito de felicidad o de placer les estuviese siempre prohibido. Otro sentimiento que atraviesa todo el libro es la vergüenza: por ser mujeres, por ser pobres, por ser coreanos, hasta situaciones mínimas avergüenzan a los personajes A mi entender, la novela se extendió demasiado y añadió personajes que no resultaron convincentes, sobre todo en los últimos capítulos, aún así lo considero un muy buen libro.

En una isla de Corea, un hombre bondadoso, pero con una deformidad que le pone difícil encontrar mujer, se casa con una joven pobre y de esa unión nace Sunja, la niña de sus ojos. Años después, Sunja se quedará embarazada sin desearlo y, para librarla del escarnio público un joven religioso llamado Isak se casa con ella y se la lleva a Japón. de esta forma seremos testigo de cómo una familia coreana sobrevive en el Japón del siglo XX.

Se trata de una historia muy dura. Yo era bastante ignorante con respecto a la cultura coreana, y ver lo mucho que sufrieron durante la colonización japonesa y por cómo su país se iba separando para convertirse en dos partes muy diferenciadas, me resultó impactante y más aún viéndolo a través de las experiencias de una familia que solo busca vivir dignamente... La verdad es que he sufrido con ellos, a los pobres les pasan demasiadas cosas dolorosas.

Debo decir que he disfrutado muchísimo esta lectura. La ficción histórica es uno de mis géneros favoritos y, cuando está escrita con la delicadeza que encontramos en ésta, no se puede pedir más. Sunja es una luchadora que intenta sacar a flote a su familia por cualquier medio y la autora es capaz de trasladarnos ese esfuerzo y sufrimiento mediante su escritura.

En general, una historia de superación, con momentos dolorosos y otros felices, como la vida misma, que nos permite conocer un periodo turbulento de la historia coreana. Las guerras, la colonización japonesa y la división de su país no pusieron nada fácil la vida de aquellos que habitaron allí a lo largo del siglo XX. Si os gusta la ficción histórica o si queréis saber más sobre la cultura coreana, es un libro que os recomiendo muchísimo.