Pachinko

—¡Claro que sí! Sunja, corazón, la vida de una mujer es trabajar y sufrir. Es mejor que te pille desprevenida, ¿sabes? Ya casi eres una mujer, así que alguien debería decirte esto: el hombre con el que te cases determinará tu calidad de vida. Un buen hombre te dará una vida decente, pero junto a un hombre malo vivirás un infierno... Sea como sea, espera siempre sufrir, y sigue trabajando duro. Nadie se preocupa de las pobres mujeres... solo nosotras mismas.

Un mal coreano puede arruinar la imagen de miles de coreanos bueno. Y un mal cristiano puede dañar a decenas de miles de cristianos en todas partes, sobre todo en un país de no creyentes. ¿Comprendes lo que quiero decir?

Para Yumi, ser coreana era solo otra horrible carga, como ser pobre o tener una familia indigna de la que no podías librarte.

(...) un hombre debe aprender a perdonar... a discernir lo que es importante, pues vivir sin perdón era una especie de muerte con respiración y movimiento.

—Allá donde vayas, la gente está podrida. No hay nadie bueno. ¿Quieres ver a un hombre muy malo? Haz que tenga más éxito del que nunca había imaginado. Verás lo bueno que es cuando descubra que puedo hacer todo lo que quiera.

—Todo el mundo lo sabe, Solomon. en Japón, o eres un coreano rico o eres un coreano pobre, y si eres un coreano rico, hay un salón de pachinko en algún punto de tu pasado.

—Hombre, la vida va a seguir zarandeándote, pero tienes que seguir jugando.

—Allá donde vayas, la gente está podrida. No hay nadie bueno. ¿Quieres ver a un hombre muy malo? Haz que tenga más éxito del que nunca había imaginado. Verás lo bueno que es cuando descubra que puede hacer todo lo que quiera.

Para ella, John representaba un mundo mejor donde los coreanos podían ser algo más que putas, borrachos o ladrones

A Noa no le importaba ser coreano o japonés, en general. Él quería ser, solo ser él mismo, significara lo que significara eso; a veces quería olvidarse de lo que era. Pero eso no era posible. Jamás sería posible con ella.