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Críticas sobre El misterio de la cripta embrujada (21)
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Beatriz_Villarino
 20 October 2018
Acabo de leer la primera novela de la saga protagonizada por el detective más estrambótico de la literatura española. No hace mucho comenté aquí la última, (esperemos que por ahora) El secreto de la modelo extraviada, por lo que no me voy a extender en rasgos estilísticos de Mendoza, ya que son de sobra conocidos y además los destaqué en otros momentos. Pero El misterio de la cripta embrujada no la tenía; mi hermana se acordó y me la ha prestado. Así pues, he leído al final la que fue escrita para inaugurar la serie. Lo he pasado igual de bien que con el resto; además me ha hecho reflexionar sobre una serie de rasgos del protagonista que, con el paso de las aventuras, se han convertido en definitivos y definidores de su personalidad:

1º No tiene nombre. Esta falta de identidad, reforzada por el doctor Sugrañes o el comisario Flores que se refieren a él como el susodicho, esta perla, el interfecto, este personaje, el ejemplar o tú, ya la vino sufriendo, por su madre, desde el momento en que nació «El día de mi bautizo, e ignorante como era, se empeñó a media ceremonia en que yo tenía que llamarme Loquelvientosellevó […] La discusión degeneró en trifulca […] Pero esto es ya otra historia…» Frente a él, la identidad del resto de personajes va marcada, casi en su totalidad, de forma irónica, por el nombre: su hermana prostituta Cándida, el comisario Flores, el jardinero Cagomelo Purga, el dentista Sobobo Cuadrado…

2º La relación distante que tiene con su hermana no impide que la quiera, tal y como demuestra en sus descripciones, que van desde el ridículo hasta la pena más honda «Hola Cándida […] Tenía, por el contrario, la frente convexa y abollada, los ojos muy chicos, con tendencia al estrabismo […] de su cuerpo ni que hablar tiene: siempre se había resentido de un parto, el que la trajo al mundo, precipitado y chapucero, acaecido en la trastienda de la ferretería donde mi madre trataba desesperadamente de abortarla y de resultas del cual le había salido el cuerpo trapezoidal…»

3º Utiliza el disfraz a menudo, pero siempre hecho con lo que encuentra a mano por muy absurdo que sea, lo que le confiere una imagen grotesca que, habitualmente complementa con un nombre falso «hube de conformarme con unas hilas de algodón en rama no demasiado sucias, con las que y mediante un cordelito compuse una barba larga y patriarcal que no sólo dificultaba mi identificación, sino que me confería un aspecto respetable y aun imponente»

4º Otras veces la técnica que usa para conseguir lo que quiere es tan disparatada que recuerda a los detectives del tebeo; de hecho, las situaciones penosas por las que atraviesa no podrían suceder en la realidad; al menos no nos enteraríamos de ellas con una sonrisa o una carcajada «—Pues voy a hacer con él croquetas Findus— se jactó el perdonavidas. Y cogiendo por el gollete una botella de vino vacía, la estrelló contra el mostrador de mármol, clavándose en la mano los cristales y sangrando con profusión.
—¡Mierda! –exclamó–. En las películas siempre sale bien…»

5º El vocabulario empleado por nuestro protagonista es variadísimo; de hecho da muestras de ser una persona culta pues cambia de registro según con quién esté, así se mueve con total normalidad bien con un léxico vulgar, bien con uno culto y preciso, usando a veces palabras anticuadas o en desuso: convoluto, jamba, oblongo, afeites, alcorques, traje talar… Esto le confiere un punto aún más desequilibrado, pues, como él mismo confiesa, nunca ha estudiado.

6º Empieza su aventura en unas condiciones malísimas que se van volviendo pésimas porque no llega a superarlas, sino que empeoran paso a paso «Emprendieron la marcha sin darme ocasión a ducharme»

7º Las circunstancias por las que pasa van desde lo desagradable a lo repulsivo y, sin embargo, en ningún momento le obstaculizan seguir con su propósito «…estaba algo agrio de sabor y baboso de textura»

8º Asimismo, siempre sale del manicomio para ayudar, supuestamente, a la policía y, supuestamente, con la aprobación del doctor Sugrañes, pero termina enredándose en diferentes altercados que hacen de él otro perseguido por las autoridades «No tiene nada que temer de mí. Soy un exdelincuente, libre sólo desde ayer. Me busca la policía para encerrarme otra vez en el manicomio…»

Me atrevería a afirmar que El misterio de la cripta embrujada inauguró, en 1979, un subgénero narrativo sin parangón: novela humorística, por supuesto, tal como ha quedado probado en los ejemplos arriba mencionados; novela negra, ya que el crimen y las pesquisas para descubrirlo son el eje de la historia, aunque los métodos no sean del todo ortodoxos y, en ocasiones, nos recuerden a los usados en cómics infantiles, como he dicho antes; no hemos de pasar por alto la picaresca, ya que el protagonista, residente de un psiquiátrico, tiene puntos en común con aquellos que poblaron la literatura aurisecular; todos ellos sirven a varios amos, en este caso al comisario Flores, que lo saca del manicomio para que resuelva un caso ante el que él se siente impotente; el policía actúa con mayor despotismo del que, en su día, tuvo el ciego hacia Lázaro, pues Flores no le ofrece a cambio de sus servicios ni comida, ni techo, ni nada. El otro amo a quien debe obedecer si no quiere sufrir las consecuencias en su encierro psiquiátrico es el doctor Sugrañes, un moderno dómine Cabra dispuesto a descargar su odio sobre aquellos inadaptados que, como nuestro protagonista, pertenecen a la clase social más baja, la de quienes no tienen nada, ni oficio, ni nombre, ni posesiones, ni vida propia, aquellos que deben usar el ingenio para sobrevivir pues la sociedad les ha negado todo lo necesario para sentirse personas; los utiliza cuando conviene y los retira si molestan. Nuestro lazarillo debe, asimismo, obedecer a la Iglesia, aquí encarnada en las madres Lazaristas –nombre irónico, por cierto–, que calla y consiente todos los desmanes siempre que ella salga beneficiada.

Por todo ello podemos afirmar que nos encontramos ante una novela satírica. Eduardo Mendoza clava dardos certeros a todas las instituciones que, a pesar de tener que velar por los ciudadanos, utilizan sus medios y su influencia para beneficiarse personal o profesionalmente.

Una vez que el protagonista sale del centro y, como los pícaros, debe vagar por las calles de la ciudad para solventar el caso sin dañar su propia integridad, el autor aprovecha para describir la realidad de una ciudad esplendorosa, grande, Barcelona, que sin embargo esconde en sus barrios deprimidos suciedad, dolor, miseria y fraudes. Asimismo, con una visión de futuro certera o una pasmosa lucidez, previó el golpe de estado que casi dos años después tuvo lugar en España: «No creo, por lo demás, que los cambios que recientemente han sobrevenido a nuestra sociedad sean duraderos. Tarde o temprano, los militares harán que todo vuelva a la normalidad.»

El punto de vista de la narración es único, el del protagonista principal que, bajo su desequilibrio mental esconde la lucidez suficiente para darse cuenta de que las propias familias de las niñas desaparecidas estaban implicadas en el caso. Curiosamente es quien percibe que las alumnas han debido desaparecer sin salir del colegio; y curiosamente, el narrador realiza casi todos sus movimientos amparado en la noche, que potencia el aspecto lúgubre de la situación pues, según órdenes policiales, debe resolver unas misteriosas desapariciones del internado de las hermanas lazaristas, ocurridas con seis años de diferencia, pero no dispondrá de credencial alguna ni ayuda de nadie; sólo obtendrá la libertad del sanatorio en el que está recluido.

Al enterarse su hermana Cándida le razona que no debe implicarse en nada pues, dada su situación negligente, es en el Centro donde únicamente puede disponer de ciertas comodidades «Vuelve al manicomio: techo, cama y tres comidas diarias, ¿qué más quieres?» Triste consejo, y premonitorio, ya que cuando, pese a haber resuelto los casos de corrupción, le niegan la independencia, acepta la decisión médica y policial casi aliviado al pensar que «podría darme una ducha y, ¿quién sabe?, tomarme una Pepsi-Cola si el doctor Sugrañes no estaba enojado conmigo por haberle metido en la aventura del funicular…»

Sátira social para denunciar el determinismo feroz que planea sobre algunos ciudadanos. ¡Fantástica!

Enlace: http://elblogaurisecular.blo..
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cristhianparedes
 30 January 2018
(libro recibido por parte del programa Masa Crítica de Babelio)

001. El misterio de la cripta embrujada //// Eduardo Mendoza //// Seix Barral

Formato: pasta blanda, de bolsillo. Papel de gramaje medio, tipografía sencilla con serif.

Géneros identificados: Novela pulp, humor, suspenso.

Narración: Primera persona

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De qué va: el personaje principal es un detective (o bien así se da a entender él y con todos con quienes convive e interactúa) cuyo nombre no se revela y, para terminar de aderezarlo, es paciente de un manicomio que es sacado de esa institución por el Comisario Flores para ayudarle a resolver un caso que no encuentra pies ni cabeza: En el colegio de monjas Sn Gervasio desapareció sin rastro alguna una niña. No sería tan impactante si no fuera porque hace seis años antes había ocurrido un hecho demasiado similar.

Todo está situado en esa época gris que fue el pasar del franquismo a la democracia enmarcado por una Barcelona de noche.

La forma en que se narra todo es de boca y experiencia a detalle (muy, MUY, a detalle) del detective de forma casi seria al inicio como novela pulp pero que poco a poco va a diluirse en un humor que recuerda la comedia de situaciones característica de las obras del siglo de oro español no sin dejar de lado la sátira e ironía que me recuerda demasiado a Mono y Esencia de Huxley ya que retrata todos los acontecimientos que rodean la acción del personaje con sorna hacia la iglesia, la política y la gente acaudalada.

Esto último hace que, en un exceso de uso de lenguaje se desgasten palabras y hojas haciendo casi eterna una descripción de un mero cuarto usando el recurso literario de la locura-cordura del detective para describir cosas a la mitad de un apunte, perderse en un mar descriptivo para volver a dicho apunte y continuar el hilo argumental.

En corto: el misterio de la cripta embrujada pasa por poco las 200 páginas, pero solo por estar escrito de dicha forma ta que de ser más apegado a lo delimitado por su arco argumental se resuelve en no más de 90 páginas pero por el mismo juego de usar al portavoz del libro como una persona loca (aunque posiblemente sea el único cuerdo en la obra) se alarga sin cesar.

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¿Lo puedo recomendar?
Vaya, no sé. El humor que se lleva en la obra es muy español:
Si alguna vez han visto a Torrente o leído a Mortadelo & Filemón y les ha causado gracia, adelante. A mi en lo personal no me gusta ese humor en lo más mínimo. La historia policíaca-detectivesca detrás de todas las situaciones es interesante como un capítulo de Nancy Drew (no es queja): Un misterio con vistas paranormales que se soluciona rápido con la lógica y la buena observación.

Sé que me he quejado de cómo está escrito con descripciones al por mayor, pero en realidad es digno de reconocerle que quiera recuperar prosa cervantina. Digamos que es un buen libro para cierto nicho que lo disfrutará.

No para todos. No para mi.

3.8/5
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umateo
 15 October 2022
Esta ha sido una lectura exquisita. El conocimiento del español de Eduardo Mendoza es verdaderamente envidiable. Ojalá tuviera la mitad de vocabulario que tiene él. Además de aprender nuevo léxico en cada párrafo, es una lectura muy divertida y jocosa. Es probable que su sentido del humor no esté hecho para todo el mundo, pero hay muchas partes donde me he reído a mandíbula batiente.
La parte floja de la novela es su historia. No obstante, el propósito del escritor es precisamente ese. La trama es bastante absurda y escueta lo cual concuerda con el tono humorístico de la misma. Por hacer un símil diría que es algo parecido a Mortadelo y Filemón, pero en novela.
Ha sido mi primera lectura de Mendoza y por descontado que no será la última. Me ha dejado con ganas de más.
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sandraegidos
 01 October 2022
Es un libro que encontré porque alguien lo había tirado al lado de una basura, me llamó la atención y decidí cogerlo para leerlo. Tardé casi 1 año en leerlo ya que tenía pendientes otros libros antes pero me encantó porque mis expectativas eran bastante bajas, pensé que sería un libro que recomiendan a los niños en la escuela y, lo sea o no, me sorprendió bastante. El final es muy inesperado y está todo tan bien descrito (sin exagerar) y tan bien narrado que pude meterme dentro de la trama e imaginarme cada escenario que explicaba. Me imaginé cada niño, cada casa, el pueblo... Si te gusta el misterio, te recomiendo que le des una oportunidad porque lo cierto es que no se tarda nada en leerlo.
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anamontero
 23 September 2022
Qué manera tan curiosa de escribir Mendoza, yo pensando en la primera página "menudo tostón me espera" y todo lo contrario, me ha gustado mucho. Ese don de la palabra y un vocabulario tan amplio, que al final me ha sacado alguna que otra sonrisa. ¡Lectura rápida y muy agradable!
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Nadiaval
 21 April 2020
El libro me ha gustado, es entretenido y tiene momentos divertidos porque a veces monta unos líos bastantes gordos y graciosos.
El protagonista que esta recluido en un psiquiátrico y le dejan suelto para que haga de detective e investigue la desaparición de un niña, en un colegio de monjas.
Lo que menos me ha gustado y le baja puntos es el modo en el que está escrito, a ratos no entendía alguna de las palabras o frases, entiendo que tiene su gracia que esté así escrito pero se hace pesado de leer a ratos, aun así lo recomiendo.
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Gurrujose
 20 September 2019
El primer libro de un loco que descubre casos que a la policia resulta dificiles de resolver.....
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manuelalee
 24 February 2019
Buenisimo
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pasiondelalectura
 22 December 2018
Un relato divertido en un tonito cervantino. Es el primer tomo con el detective Flores.
Un relato desenfadado, desfasado donde un condenado por delito común adema5s que internado en un manicomio es solicitado por el comisario Flores para resolver un enigma. Si el loco lo resuelve, gana su libertad.
Hay un desnivel entre el grado de conocimientos del reo y su tono cervantino y lo que él es en realidad. Resulta poco creíble que el fulano pueda mezclarse con los otros personajes.
Hay que leerlo al segundo grado y reírse a mandíbula batiente de los percances del pobre loco que al final, vuelve a su manicomio.
O tempora, o mores !
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Patribu
 17 April 2018
Cualquiera de los libros de Eduardo Mendoza son un tiempo bien invertido si te gusta el humor y el tipo de personajes tan hilarantes que suele crear.
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