Esta ha sido una lectura exquisita. El conocimiento del español de Eduardo Mendoza es verdaderamente envidiable. Ojalá tuviera la mitad de vocabulario que tiene él. Además de aprender nuevo léxico en cada párrafo, es una lectura muy divertida y jocosa. Es probable que su sentido del humor no esté hecho para todo el mundo, pero hay muchas partes donde me he reído a mandíbula batiente. La parte floja de la novela es su historia. No obstante, el propósito del escritor es precisamente ese. La trama es bastante absurda y escueta lo cual concuerda con el tono humorístico de la misma. Por hacer un símil diría que es algo parecido a Mortadelo y Filemón, pero en novela. Ha sido mi primera lectura de Mendoza y por descontado que no será la última. Me ha dejado con ganas de más. |