Tú, yo y un tal vez

Porque no se puede obligar a nadie a estar donde no quiere.
A aguantar lo que no puede.
No quería soltarla, pero tampoco podía retenerla.
Y, a veces, la mejor forma de demostrarle a otra persona que la quieres es dejándola marchar.

La vida es tan sencilla como nosotros queramos que sea y no entendía ese afán por complicarla con razones que escapaban a toda lógica. No puede ser que una idea, una creencia, que no es más que un concepto inventado, sea más importante que una persona.

Mi abuela solía decir que los miembros de una familia son como las columnas de un edificio: si una se rompe o desaparece, el resto tendrá que cargar con su peso.

Me había colado en su mundo sin conocerlo. Sin comprenderlo. Y me daba miedo haber causado un daño irreparable al creer que el amor lo resuelve todo, porque no es así.
El amor puede transformarse en el problema.
Puede convertirse en la herida.
En la enfermedad.

La vida no es más que una sucesión de días. Es tiempo

Porque lo que duele y no se comprende te agota y te consume. Te deja sin fuerzas y nadar a contracorriente se convierte en un imposible

Y me daba miedo haber causado un daño irreparable al creer que el amor lo resuelve todo, porque no es así. El amor puede transformarse en el problema. Puede convertirse en la herida. En la enfermedad.

La incertidumbre de lo que no se dice es una tortura

No voy a conformarme con la primera mujer que aparezca. Solo me comprometeré con la chica perfecta para mí.

Quiero que seas feliz. —Ya soy feliz. —Pero estás sola. —Soy feliz sola y no creo que estar con un chico sea un motivo relevante para serlo.