Libérame

Los libros se destruyen fácilmente. Pero las palabras vivirán mientras las personas las recuerden. Los tatuajes, por ejemplo son muy difíciles de olvidar. Creo que hay algo en la temporalidad de la vida que nos obliga a dibujar con tinta sobre la piel. Nos recuerda que el mundo nos ha marcado, que seguimos vivos. Que nunca olvidaremos.

- Lloro demasiado y no me interesa conquistar al mundo.
- Eso es algo que nunca entenderé. Solo tienes miedo. Tienes miedo de lo que no conoces. Te preocupa demasiado decepcionar a las personas. Cohíbes tu propio potencial, por lo que crees que los demás esperan de ti...porque sigues las reglas que te han dictado. Me gustaría que no lo hicieras.

Te doy una y otra oportunidad de hacer las cosas bien. De que veas más allá de la niñita triste que eras, la niñita triste a la que te aferras, y de que te defiendas sola. Deja de llorar. Deja de sentarte en la oscuridad a contabilizar cada sentimiento que tienes, lo triste y lo sola que estás. Despierta. No eres la única persona en el mundo que no quiere salir de la cama todas las mañanas. No eres la única que tiene temas sin resolver... Así que escoge. Elige algo y deja de perder tu tiempo, ¿de acuerdo?

Y por un instante no puedo recordar cómo es vivir en un mundo que no se esté desmoronando.

Me pregunto si debería esconderme bajo tierra, antes de darme cuenta de que, técnicamente ya lo hago. Y no me hizo falta ni una pala. Es extraño. Lo vacía que me siento. Como si hubiera ecos dentro de mí. Así soy yo. Encapsulo un mundo de nada.

Quiero decir cosas desagradables y palabras rabiosas e hirientes, y quiero lanzar groserías al viento y correr lejos, muy lejos; quiero desaparecer en el horizonte y quiero dejarme caer a un lado del camino para conseguir algo parecido a la libertad, pero no sé a dónde ir. No tengo a dónde ir y me siento responsable.

Y le pedí al mundo que se abriera por la mitad, dije: mundo, por favor ábrete en dos porque me encantaría caer dentro de un río de magma y morir, solo un poquito, pero el mundo no me escuchó.

Y no sé muchas cosas en esta vida, pero sí sé leer el libro que está escrito en sus ojos. La manera en que me mira.

Es el fenómeno más extraño. Una loca y feliz imposibilidad envuelta en papel de china, atada con un lazo, guardada en mi corazón.

Siento que me sonrojo y me pregunto la razón de mi inhabilidad con las palabras y los sentimientos. Me pregunto el porqué de mi incapacidad de charlar animadamente, de hablar de cualquier cosa, de llenar los momentos incómodos con palabras. No tengo un armario lleno de muletillas y elipsis listas para insertarlas al principio y al final de las oraciones. No sé cómo ser un verbo, un adverbio o cualquier tipo de adjetivo. Soy un sustantivo de cabo a rabo. Estoy tan llena de gente, lugares, cosas e ideas que no sé cómo escapar de mi propio cerebro. Cómo comenzar una conversación.