Te espero en el fin del mundo

No solo somos de donde nos encontramos, amore, sino también del lugar al que vamos.

El amor, si es real, siempre te espera, pero que los sueños no lo hacen. Los sueños tienen fecha de caducidad y no hay que dejar escapar las posibilidades que nos brinda la vida.

“…un día, siendo aún dos adolescentes, yo tuve tan claro que la quería como para esperarla durante años y que lo haría cada día de mi vida. Y quizá no todos lo entiendan. Tal vez nuestra historia esté llena de errores y tropiezos. Puede que muchos crean que nos ha hecho más mal que bien y que el amor debe ser otra cosa. Es posible que, para algunos, lo vivido no merezca la pena. No obstante, cuando la miro, cuando respiro el mismo aire que ella, todo eso se desvanece y se pierde entre los recuerdos, porque solo Vi y yo podemos comprender lo que se siente al estar en los brazos, en la mirada, en la boca y en el corazón del otro. Solo nosotros conocemos la sensación de vivir en el segundo exacto antes de que se acabe el mundo.”

Al fin y al cabo, vivir consiste en eso, en asomarse a un precipicio, sentir el vértigo en la boca del estómago y lanzarse.

Las personas somos decisiones. Las personas somos lo que hacemos, no lo que decimos o nos esforzamos por creer. Las personas somos los riesgos que corremos, las promesas que cumplimos y lo que damos a los demás de nosotros mismos.

La edad te enseña que hay preguntas que es mejor no formular, palabras que no se deben decir y promesas que no se pueden cumplir.

Los sueños hay que protegerlos.

no sabes que se trata de la gran historia de tu vida hasta que te
encuentras en su final.

El amor puede tener tantas versiones como personas despiertan ese sentimiento. Y eso resulta fascinante. Los seres humanos somos unos privilegiados y rara vez nos damos cuenta.

Asumí que la vida era tan impredecible como para que fuera más sensato no acostumbrarse a nada, porque todo puede cambiar en un puto segundo.