Hay algo adictivo en gustar, en que te admiren. Es una de esas drogas lentas, que se cuelan en tu organismo sin que te des cuenta hasta que no puedes vivir sin ellas. Yo, aquella noche, la probé por vez primera y me enganché para siempre.
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Hay algo adictivo en gustar, en que te admiren. Es una de esas drogas lentas, que se cuelan en tu organismo sin que te des cuenta hasta que no puedes vivir sin ellas. Yo, aquella noche, la probé por vez primera y me enganché para siempre.
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La madurez conlleva aceptar que todo se acaba. Sobre todo, lo bueno.
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Las cicatrices duelen menos cuando estás acompañado.
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Porque es su sueño. Y los sueños hay que protegerlos.
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Con ella me di cuenta de que el mundo era mucho más del que alcanzaba solo con mis sentidos.
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Las personas como ella están destinadas a cosas grandes, a que los demás las miren y deseen lo inalcanzable.
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Vivir de fantasías no marca una vida, pero sobrevivir a la realidad sí. Y nosotros dejamos tantas huellas el uno en el otro que quedó poco espacio para nada más.
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Para mí el miedo era empuje y nuevas posibilidades, para mí el miedo era un motivo para saltar.
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Querer consiste en respetar los sueños y la libertad del otro.
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Con los años he aprendido que el amor no es estático, ni constante, ni de una forma, color y sabor fijos. El amor es elástico, moldeable, ajustable a lo que necesitas, buscas o te agarras en un momento indicado.
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Manolito ...