Matar a un ruiseñor

- ¿Llorar porqué, mister Raymond? - la masculinidad de Dill empezaba a dar fe de vida.
-Llorar por el infierno puro y simple en que unas personas hunden a otras...sin detenerse a pensarlo tan solo. Llorar por el infierno en que los hombres blancos hunden a los de color, sin pensar que también son personas.

A la gente no le gusta estar en compañía de una persona que sepa más que ellos. Les deprime.

- De modo que tú no eres realmente un ama-negros, ¿verdad que no?
- Claro que lo soy. Hago lo que puedo por amar a todo el mundo...A veces me encuentro en una situación difícil...Niña, no es un insulto que a uno le den un nombre que a otro le parece malo. Ello demuestra a uno lo mísera que es aquella persona, y no le hiere.

La única cosa que no se rige por la regla de la mayoría es la conciencia de uno.

Hijo mío, hay muchas cosas feas en el mundo, me gustaría que no las vieras, pero no es posible”.

Valor no es un hombre con una pistola en su mano. El verdadero valor es cuando sabes que tienes todas las de perder, pero emprendes la acción y la llevas a cabo a pesar de todo. Raramente ganas, pero algunas veces lo logras.

Uno es valiente cuando, sabiendo que ha perdido antes de empezar, empieza a pesar de todo y sigue hasta el final pase lo que pase.

Hay algo en nuestro mundo que hace que los hombres pierdan la cabeza; no sabrían ser razonables aunque lo intentaran. En nuestros Tribunales, cuando la palabra de un negro se enfrenta con la de un blanco, siempre gana el blanco. Son feas, pero las realidades de la vida son así.

¿Cómo es posible que uno odie tan terriblemente a Hitler y luego, al mirar a su alrededor, sea tan injusto con personas de nuestra propia patria?

Si sólo hay una clase de personas, ¿por qué no pueden tolerarse unas a otras? Si todos son semejantes, ¿cómo salen de su camino para despreciarse unos a otros?