Albaoscura

- ¿Vas a negar lo que eres?
- No. Esto es quien soy. No soy una heroína. Soy una zorra vengativa y egoísta. Y nunca he negado serlo. Si querías una salvadora, a lo mejor deberías haber escogido a una chica que crea que este mundo merece salvarse.

-Regresé por ti, Mia - dijo Tric, con luz negra ardiendo en sus ojos -. Ese fue el don que me ofreció la madre. Niah no era lo bastante fuerte para traerme de vuelta ella misma, solo podía mostrarme el camino. - Levantó la mano, manchada de negro-. Tuve que abrirme paso desgarrando las paredes del propio abismo. Por eso renuncié a mi sitio junto al hogar. No por la posibilidad de restablecer el equilibrio o restaurar la luna o enmendar el mundo. Eso me importa bien poco. - Tomó de nuevo la mano de Mia se le apretó contra el pecho y ella se quedó estupefacta al sentir un latido, fuerte y firme bajo su palma-. Pero aceptaría un millar de tratos con la noche por pasar otro momento contigo. Moriría mil muertes y las de desafiaría todas solo por tenerte entre mis brazos una vez más.

Soy hija de la oscuridad entre las estrellas —respondió ella—. Soy el pensamiento que despierta a los hijos de puta de este mundo sudando en la nuncanoche. Soy la venganza de cada hija huérfana, de cada madre asesinada, de cada hijo bastardo. —Se inclinó hacia delante y miró al hombre a los ojos—. Soy la guerra que no puedes ganar.

"Pero vivir en los corazones de los que dejamos atrás es no morir nunca.
Y arder en los recuerdos de nuestros amigos es nunca decir adiós."

-Esta es su historia - repuso Aelio, casi susurrando -. Y así es como termina >. Es un buen final, Mercurio. Mejor que el que tiene la mayoría.

Nunca te encojas. Nunca temas. Y nunca, jamás, olvides

-Voy a estar contigo para siempre.
-¿Solo para siempre?
-Para siempre jamás.

Esto es lo que soy. No soy un héroe. Soy una perra vengativa y egoísta. Y nunca he pretendido lo contrario. Si querías un salvador, tal vez deberías haber elegido a una chica que cree que vale la pena salvar este mundo.

Vivir en los corazones que dejamos atrás es no morir nunca. Y arder en los recuerdos de nuestros amigos es nunca decir adiós

Pálida y hermosa, siguió andando.
Ella vestía la noche, gentiles amigos.
Y toda la noche venia con ella.