Malaherba

Cuando abandono un libro me gusta dar mis argumentos y en este caso, llegado al 37 % decidí no perder mi valioso tiempo lector con esta novela llena de lugares comunes y de batallitas colegiales infantiles, ya narradas de mil maneras diferentes y en miles de libros con mayor gracia y maestría que éste.

No ha conseguido sacarme ni una sonrisa, ni que decir ya una carcajada.

Sigo a Jabois como periodista y me gusta a pesar de sus pintas de hombre que todo le resbala, pero como novelista ha sido mi primer intento y no sé si habrá un segundo.

En otro momento de mi vida hubiera seguido por si la cosa se endereza, pero cada vez tengo menos paciencia porque, a su vez, me queda menos tiempo para poder disfrutar de grandes novelas que están esperándome en la estantería.

Hoy estábamos todos. Sin embargo

Tambu, un niño de diez años, nos guía a través de su viaje de descubrimiento en una conmovedora historia que revela la pérdida de su inocencia y su evolución de la infancia a la adolescencia. Convertido en el narrador de su propia historia, Tambu nos sumerge en su perspectiva única, donde lo que podría ser crucial para un adulto se desplaza a un segundo plano, ya que su atención se centra en sus propias experiencias y percepciones infantiles. La narrativa nos invita a reflexionar sobre la forma en que los niños interpretan el mundo que los rodea y cómo esos primeros encuentros moldean su visión del presente y del futuro.
En esta cautivadora obra, el autor aborda con sensibilidad temas difíciles como las drogas, la violencia y el desempleo, pero lo hace con la delicadeza y dulzura propias de la infancia. A lo largo de la trama, se exploran también el descubrimiento de la sexualidad, el amor, la amistad y momentos inolvidables. Una narrativa que combina la crudeza de la realidad con la ternura de las experiencias más genuinas.

Una historia muy real ambientada a principios de los 90 en Galicia, el autor es preciso a la hora de detallar aspectos y particularidades sociales de la época, aunque lo verdaderamente importante son los personajes y sus emociones, sus preocupaciones y sus reflexiones. Habla sobre la inocencia en una etapa vital tan peculiar y confusa como es esa infancia en su fase mas cercana a la adolescencia.

Como protagonista una familia común con sus rutinas, sus discusiones, cuyos integrantes por muy cercanos que parezcan no dejan de tener sus particularidades. Un padre carismático que cae enfermo, una madre común en su papel de protectora, una joven de 13 años en plena efervescencia y un protagonista de 10 años inquieto, impulsivo y con mil dudas sobre todo lo que acontece a su alrededor pero ante todo en su interior con todos los mensajes directos e indirectos que va recibiendo.

Una voz la del protagonista, inocente que va descubriendo sin querer el sentimiento del amor con total naturalidad, dudas que va resolviendo a través de los silencios de sus padres y demás adultos, a través de las respuestas evasivas a sus infantiles pero inteligentes preguntas. Una lectura divertida e irónica por momentos, en otros va directo a la angustia y a la soledad personificada en el protagonista de 10 años. Lectura que me ha llevado con nostalgia por momentos a mi niñez y esas emociones que de alguna manera tenemos ocultas u olvidadas.

Con un estilo fluido, irónico y cercano a esas generaciones de los 70 u 80 entre los que me incluyo. Y un final que te dan ganas de saber mas sobre como le fue la vida a los protagonistas...

Bueno, seguimos con otro libro que ha tenido mucho bombo estos últimos meses en redes, y que la verdad, tenía ganas de leer. Ha sido un poco...plof, la verdad. Ojo! Es buen libro, pero tal vez me esperaba más. La sensación que tuve todo el rato era de "pero, y qué más?". No noté un tema a tratar, sino más bien usa sucesión de acontecimientos ordenados como si fuera un diario, entonces reconozco que no es culpa del libro, sino mía por hacerme ideas que no eran.

Tratamos en esta novela asuntos como el acoso, la discriminación y la falta de información de nuestros niños, y el mal que con todo esto se puede generar, muchas veces sin querer. Como docente, sí me ha aportado, de nuevo, ese estallido de "ojo, deberías estar atenta a esto", o "cuidado con esta conducta, puede significar esto otro". En ese sentido bravo, me ha encantado. La visión de un niño de 10 años, de nuevo, maravillosa, el autor la ha clavado. 🫶

Si bien es cierto que es una novela que te lees en un día, está muy bien escrita y engancha, tal vez me ha faltado pues eso, un mensaje más claro, un por qué más duro (que lo hay, pero se pasa por el muuuuy sutilmente), que la distinga de las novelas para niños. Aún así, me alegro de haberla leído porque siempre, siempre, se aprende algo nuevo con los libros.

"Malaherba" me ha trasladado a mi infancia y temprana adolescencia, allí donde la familia cobra tanta importancia, pero también donde aquellas amistades con las que compartimos travesuras, complicidad y descubrimiento del mundo adulto empiezan a florecer. Las aventuras en el colegio y fuera de él, el descubrimiento de la propia sexualidad y aquellas reflexiones que empezamos a hacernos con ojos de niño y terminamos juzgando como adultos prematuros: 

"A mí, si me preguntan, diré que me pasaron cosas que no sabía explicar, y sentimientos a los que no sabía poner nombre, e hice algo que simplemente no sabía si era bueno o malo, y cuando lo supe ya era muy tarde. El daño es como un tumor: si uno lo identifica pronto y lo ataca quizá pueda salvarse, pero si no lo reconoce y sigue como si nada, cuando se da cuenta ya es tarde para cualquier cosa. Es como meterse dentro de una hoguera; si no sientes calor, habrá un momento en que incluso puedas sentir gusto, quizá en el momento justo antes de arder."

Con palabras certeras, Manuel Jabois escribe una novela entretenida y audaz, sobre la época - quizá- más complicada de la vida de una persona: del paso de la infancia a la adolescencia, donde uno no es niño pero tampoco adulto, y debe lidiar con esa contradicción mientras va en busca de su lugar en el mundo. Aunque a veces nos pasemos la vida intentando encontrarlo

Este libro ha sido una bonita sorpresa. Llevaba meses con esta lectura en mente y finalmente me he puesto con ella. Es muy interesante la narrativa que plantea el escritor, esta mirada tan joven de la historia y cómo se desarrolla esta normalidad. Vagamente, y teniendo en cuenta que lo leí hace muchos, me recuerda a esa mirada infantil de ‘El príncipe destronado'. Ganas de leer más del autor.

Con un pellizco en el corazón termino este libro, de la mano de Tambu, un niño de 10 años, que desde el recuerdo nos narra su cruda experiencia ahora que ya tiene 15 años. Hay recuerdos que se quedan clavados para siempre y otros que se diluyen con el paso del tiempo, porque la memoria es selectiva y no todo se recuerda de la misma manera, con la misma intensidad, con el mismo detalle. Y así, desde su mirada infantil nos lo cuenta.

Tambu vive con su hermana y sus padres, pero estos a veces no pueden atenderlos. El padre ha enfermado y ellos se quedan al cargo de un vecino y sus dos hijos, Elvis y Claudia. En este período Tambu descubrirá el mundo a veces incomprensible de los adultos, donde no todo se cuenta, no todo se ve, pero se intuye y se construye, intentando dar significado. Y en este tiempo, al lado de Elvis, también conocerá el valor de la amistad y se despedirá de la inocencia infantil para experimentar los primeros sentimientos de amor y el despertar de la sexualidad, en una relación pura, honesta e ingenua, muy real, donde todo pasa con normalidad, a la que no hace falta ponerle nombre, un amor que todo lo puede.

Y también descubrirá la crueldad de sus iguales en el acoso que sufrirá. En las escuelas de los años 90 todavía no existían herramientas para frenar estas actitudes y los adultos las normalizaban o ignoraban. Por eso este libro quiere ser también una crítica a ese comportamiento y una reflexión sobre la importancia del entorno en el que crece un niño.

El libro está escrito con mucha delicadeza y ternura, salpicado de un humor muy ingenioso que nos acerca al protagonista para acompañarlo en su historia. Con un inicio muy prometedor, pero que en algunos momentos hacia la mitad del libro puede resultar algo repetitivo, el autor nos va conduciendo hacia un final demoledor. El lector, al igual que Tambu, no lo sabe todo, no lo entiende todo, y en un último capítulo magnífico, cuando uno se da cuenta de que no todo era lo que parecía ser, donde los detalles cobran importancia, descubre la verdad y se le encoge el corazón. Una verdad que deberá interpretar y construir a su manera, al igual que Tambu.

A quién le guste que se lo den todo hecho, todo bien explicado, puede ser que no disfrute de esta historia, pero para los que nos gusta que el autor nos deje participar de ella, nos deje interpretar los hechos y nos deje sin saberlo todo, teniendo que intuirlo como hacíamos cuando éramos niños, representará una experiencia deliciosa.

«Cuando uno es niño se entera de todo mientras no se va enterando de nada»

Sumergirse en Malaherba en mudar de piel. Es cerrar los ojos y abrir el corazón y la mente a un niño. El esfuerzo es pequeño, Manuel Jabois hace un trabajo excelente y clava la voz de 10 años de Tambu.

Entregarse a esa voz es asumir que el mundo de los adultos es un enigma para los niños. Darle la mano a Tambu es descifrar las señales que él es capaz de captar, pero no de interpretar, para comprender qué es lo que realmente está pasando.

Jabois construye una historia explícita que habla de infancia, del despertar sexual, de acoso escolar, de la importancia del entorno en el desarrollo... Y de forma implícita de otras cuantas cosas que tendréis que descubrir, porque el autor deposita en el lector la responsabilidad de esa tarea.

Me quito el sombrero ante esa pericia, y a la par no puedo negar el sabor agridulce que me ha dejado esta lectura.

El dulzor que regala un buen contacto con la niñez, y más en una época que yo también he vivido; y el amargor de haber desconectado en un tramo de la novela que me pareció repetitivo y me trajo cierta desgana.

No sé si volveré a leer algo del autor, ni sé si es un libro para recomendar a destajo. Lo que sí sé es que el trabajo de Jabois merece reconocimiento.

Hay fronteras que, a veces, no querríamos traspasar (aunque son ley de vida). Y de estas delgadas líneas nos habla Manuel Jabois en este libro.

Tambu es un niño de diez años que adora a su hermana Claudia. Después de encontrar a su padre inconsciente tirado en una habitación, se irá a vivir con su vecino de arriba y allí conocerá a Elvis, su nuevo amigo y compañero de colegio.

Narrado desde la perspectiva de Tambu, Manuel Jabois deja al lector intuir e interpretar los hechos, de la misma forma que puede hacer un niño con el mundo de los adultos. Una historia tierna, llena de descubrimientos, de primeras veces, de la pérdida de la inocencia cuando se llega a la vida adulta...

Es el primer libro que leo del autor y he empatizado mucho con el protagonista, tal vez por el contexto y la época donde se desarrolla la historia, que fue la misma de mi niñez. He sentido ternura, pena, me he reído con algunas ocurrencias del protagonista. Pero, a veces, la historia me ha resultado en algunos tramos monótona. El broche final de los dos últimos capítulos, me ha dejado el corazón en un puño. Tal vez por eso, el regusto final del libro ha sido algo agridulce.

He marcado varias frases, pero me quedo sin duda con: "(...) Yo creo que porque ese mundo, el de los mayores, consiste en ocultar las cosas preguntándolas, y el de los niños consiste en no querer saberlas respondiéndolas".