El príncipe cruel

Me quedo perpleja al reconocer esa actitud. Cuando vives en un estado de miedo constante, con el peligro pisándote los talones, resulta fácil fingir para ahuyentar nuevos peligros. Yo lo he hecho muchas veces, pero jamás habría pensado que Cardan también lo haría.

Una espía. Una soplona. Una mentirosa y una ladrona. Obviamente, eso es lo que Dain piensa de mí, de los mortales. Obviamente, eso es lo único para lo que piensa que sirvo.

Hablan de honor, pero lo que de verdad les importa es el poder. Soy bastante buena con la espada y poseo amplios conocimientos de estrategia. Lo único que necesito es una oportunidad para demostrar mi valía.

sí, me dan miedo, pero siempre he vivido asustada, desde el día que llegué aquí. Me crio el hombre que asesinó a mis padres, retenida en una tierra llena de monstruos. Vivo con ese miedo, dejo que se asiente sobre mis huesos y lo ignoro.

El verdadero poder no se concede, y tampoco se puede arrebatar.

No me gusta nada pensar en ello. Pero es posible que, si conoces algunos detalles relevantes sobre mi pasado, alcances a comprender mejor por qué soy como soy. Cómo se me metió el miedo hasta la médula. Cómo aprendí a fingir para ahuyentarlo.

Aún así, no me arrepiento; ahora que he saltado por el borde, lo único que quiero es caer.

Los idiotas son los únicos que no se asustan de las cosas que dan miedo.

Hay quien tiene talento con la gaita o con la pintura. Los hay que son diestros en el amor. Mi talento es la guerra. Lo único que me ha quitado el sueño por las noches ha sido negar eso.

Si no puedo ser mejor que ellos, me convertiré en algo mucho peor