El amor no es una panacea, un hechizo capaz de curar cualquier herida, de salvar cualquier obstáculo, de arreglar cualquier destrozo.
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El amor no es una panacea, un hechizo capaz de curar cualquier herida, de salvar cualquier obstáculo, de arreglar cualquier destrozo.
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"Durante más de veinte años, aquella chica que sabía a yema batida con azúcar no dejó de estar presente en mi memoria, aunque nunca la eché de menos."
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-Mucho gusto- dije al estrechar la mano del ideólogo de la eugenesia fascista española, creador de la teoría de que el marxismo era un gen perverso, intrínsecamente asociado con la inferioridad mental, que debía extirparse a toda costa, fusilando a sus portadores y arrebatándoles a sus hijos recién nacidos para entregarlos a familias intachables, que sabrían neutralizar su pésima herencia genética a través de la adecuada educación religiosa y patriótica.-Él me habló mucho de usted.
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Devuélvales su vida, la que la enfermedad les arrebató. Devuélvales la dignidad para que sean otra vez personas, para que recuerden cómo se llaman, a quién quieren y quién las quiere. Eso no puede ser otra cosa que hacer el bien, y hacer el bien nunca es pecado, ¿verdad?
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El silecio era el unico valor seguro, el único remedio eficaz contra el infortunio probable, hipotético y hasta inexistente, la inefable receta que se aplicaban por igual los ricos y los pobres, los más humildes y muchos poderosos
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“Las ilusiones son más venenosas que los pesticidas, pero cuando se comparten, mejoran mucho”(Pág. 440)
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Seguramente no era correcto procurarle a ella, y solo a ella, una muerte placida. Seguramente no se la merecía. Pero más injusto era aún el prejuicio, presuntamente ético, que condenaba a las internas a morir con dolor.
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Especialmente a sus hijas mayores que apagaran la luz, no fuera a verla alguien desde la calle y descubriera que les gustaba leer en la cama.
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¿En qué ciudad nació Almudena Grandes?