Dicen que el sargento instructor Kosogovski murió en aquel kishlak en las montañas de Kumar, que lo que el equipo de rescate devolvió aquella noche a la base fue solo una cáscara vacía, una máquina de matar sin alma ni conciencia.
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Dicen que el sargento instructor Kosogovski murió en aquel kishlak en las montañas de Kumar, que lo que el equipo de rescate devolvió aquella noche a la base fue solo una cáscara vacía, una máquina de matar sin alma ni conciencia.
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Porque el dolor que produce la verdad es tan agudo que dedicamos una vida entera a evitarlo.
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Qué soberana gilipollez resultan las citas grandilocuentes en los momentos reales. Qué inconvenientes, y qué vacías.
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Lo único necesario para el triunfo del mal es que los hombres buenos no hagan nada.
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En mi pais hay un refrán que dice:" Si quieres hacer reir a Dios, dile que tienes planes".
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Me aterra que sea el hecho lo relevante, no la consecuencia. Un acto de violencia de unos pocos instantes acapara toda la atención. Se desmenuza en lo posible su origen, se relata la física de lo ocurrido y se ofrece un autor, responda este a nombre y apellidos o a uno de los sustantivos habituales. Atracador, carterista, asaltante. Planteamiento, nudo, desenlace. No se vayan, una breve pausa para la publicidad y enseguida volvemos con los deportes. Los periodistas no dicen nada en los artículos de la sombría matemática de las consecuencias, del vacío que crea esa violencia, de los universos destruidos que quedan detrás de esa acción. Nada. Un espacio en blanco, como la silla que nunca se va a ocupar en Nochebuena, el lado de la cama que permanecerá frío, el aire que nunca se moverá impulsado por esas cuerdas vocales para transmitir la risa, el consejo, la comprensión. |
En estos tiempos en los que la competición por la atención del consumidor tiene la elegancia y las buenas maneras de una película de Mad Max, uno de nuestros clics en un anunciio vale entre tres y cinco dólares.
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Freeman se levanta de golpe, exasperado, con cara de Leonardo DiCaprio en una noche de Oscars cualquiera. Su actuación no ha obtenido el premio que él creía merecer.
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Los pequeños gestos y los detalles minúsculos que desechas en el día a día se colocan bajo el microscopio y se engrandecen. Una mirada de fastidio se vuelve de desprecio, un comentario amable se interpreta manipulador, una buena intención se transforma en cálculo, el piropo se torna en adulación. Lo ordinario se vuelve obstáculo, como un cajón que sobresale y no hay manera de volver a colocarlo de nuevo.
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Lo único necesario para el triunfo del mal es que los hombres buenos no hagan nada.
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¿Quién es el autor/la autora de Episodios Nacionales?