Si arrojas un jarrón al suelo, sus pedazos no volverán a unirse cuando tú desaparezcas. El mal que hacemos no puede ser deshecho; solo podemos tratar de compensarlo de alguna manera
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Si arrojas un jarrón al suelo, sus pedazos no volverán a unirse cuando tú desaparezcas. El mal que hacemos no puede ser deshecho; solo podemos tratar de compensarlo de alguna manera
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—Si arrojas un jarrón al suelo, sus pedazos no volverán a unirse cuando tú desaparezcas —. El mal que hacemos no puede ser deshecho; solo podemos tratar de compensarlo de alguna manera.
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«Cualquier cosa será mejor que seguir en el mundo humano un solo día más»
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—¿ Quién eres tú? —demandó la reina. La desconocida del vestido verde señaló a Marcela. —Soy su hada madrina —declaró; y entonces desplegó tras ella lo que los reyes habían tomado por una capa, y que no eran sino unas alas diáfanas y centelleantes. El rey dejó escapar un « oh» admirado; la reina, en cambio, recuperó la compostura al instante y trató de retomar las riendas de la situación. |
Adoraba sumergirse entre sus páginas amarillentas, aspirar el olor a libro viejo y dejarse llevar por el poder de las palabras. Los libros la transportaban a mundos mágicos, lejanos, infinitos, repletos de aventuras y emociones.
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Solo intento decirte que mantengas abierto tu corazón. No vale la pena obsesionarse con un amor ideal, pero tampoco debes descartar por completo la posibilidad de que puedas enamorarte en un futuro de alguien de carne y hueso.
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"-Pero es lo que hacen las hadas madrinas, ¿no? En los cuentos, la muchacha plebeya consigue la atención del príncipe gracias a la ayuda de su hada madrina... -Claro, no hay problema -cortó Camelia con cierto sarcasmo-. Puedo hacer aparecer el lote completo: un vestido de rayos de sol, otro de luz de luna y otro de brillo de las estrellas; una carroza-calabaza y unos zapatos de cristal. Seguro que te sientan divinamente. Simón frunció el ceño, herido. -¿No ayudáis entonces a chicos plebeyos?" |
-¿Ocupadas? ¿En el país de las hadas? Despierta, Camelia: la única hada del mundo que trabaja eres tú.
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En realidad, las hadas no necesitaban varitas para hacer magia. Pero habían aprendido con el tiempo que a los mortales les costaba asimilar que pudieran utilizar sus poderes así, sin más
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¿De qué nacionalidad es la autora?