—¿Cómo vas a ser feliz en este mundo? Tienes un agujero en el corazón. Tienes dentro de ti una puerta que conduce a otro mundo más allá del que tú conoces.
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—¿Cómo vas a ser feliz en este mundo? Tienes un agujero en el corazón. Tienes dentro de ti una puerta que conduce a otro mundo más allá del que tú conoces.
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«Cuando yaces despierto con un deprimente dolor de cabeza y la ansiedad no deja lugar al reposo, entiendo que puedes usar el lenguaje que prefieras para soñar despierto.»
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[...] pero, cuando tienes siete años, la belleza es una abstracción, no un imperativo.
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Creía en ella, y eso significaba que sabía que no sufriría ningún daño a su lado. Lo sabía del mismo modo que sabía que la hierba es verde, que las rosas tienen espinas duras y afiladas y que los cereales para el desayuno son dulces.
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Ojalá pudieras explicármelo todo con claridad —le dije—. Me hablas en enigmas todo el rato.
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Pero es solo una fantasía —señalé, con la sensación de estar traicionando mi niñez al admitirlo—.
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En el fondo, nadie es como aparenta ser. Tú, por ejemplo. O yo. Las personas son mucho más complicadas que eso. Y eso vale para todo el mundo.
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La esquirla de hielo de mi corazón empezó a calentarse, se derritió y volví a sentirme completo y seguro de nuevo.
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Me sentía seguro. Era como si la esencia de la abuelidad estuviera condensada en aquel lugar, en aquel instante.
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Era la tormenta, el rayo, el mundo adulto con todo su poder, todos sus secretos y toda su estúpida crueldad. Me guiñó un ojo.
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Cuando su padre envió a Coraline a contar los objetos azules, las puertas y las ventanas, ¿Cuantas contó de cada una?