La otra hija

Con este libro terminé el año lector 2023. Quería hacerlo de la misma mano de la que lo inicié, que es una mano que siento casa, como se siente siendo niña la mano de la madre. Annie Ernaux me atravesó con Los armarios vacíos, y ya no pude soltarla. Pero aquí me ha vuelto a punzar tan profundamente que, siendo un libro muy corto, fue una marejada: tenía la pulsión de cerrar a la vez que necesitaba seguir leyendo. No en vano, como muestra de mi pasión por ella, en los favoritos del año están el libro con el que inauguré el 2023 y también éste, que es el cierre.

Lo fuerte de Ernaux, también en este caso de la otra hija, es que es el paradigma de la realidad superando a la ficción. En La otra hija, Ernaux cuenta como, teniendo diez años, por error escucha una conversación en la que su madre le habla a una vecina sobre la otra hija, la que nació y murió antes de la llegada al mundo de la pequeña Annie. Desde ese momento el mundo de Ernaux se tambalea porque ya no es la niña deseada de unos padres que sólo querían tener un hijo, sino la sustituta de la que fue la niña deseada. Una niña que, su madre hace saber a la vecina, era mucho mejor que «ésta».

Ernaux decide escribir en una carta a esa hermana muerta todo lo que se ha callado en vida. Dos vidas separadas por dos años de distancia, irreconciliables, puesto que los padres de Ernaux nunca le contarían la verdad a ella, ni de niña ni de adulta, ni en los lechos de muerte de ellos. Como decía más arriba, lo supo por error, por un descuido de la madre en una conversación nunca dirigida a ella.

La carta, el libro, es enteramente subrayable. Yo solo traigo un muestrario (del que ni quiero mostrar ni hablar más porque hay un no sé qué insustituible en el entrar sin saber mucho), pero cada frase es un reproche, una condena, una plegaria, una disculpa. Absoluto dolor. En esa sinceridad tan destacable de la escritura de la autora no hay descanso para la amabilidad. No la tuvieron con ella, no la tendrá con ellos. Y aún así, esta carta es una reconciliación con todos ellos: con los padres y con la hermana.

Annie, qué decirte que no sepas, a tus pies.
Por favor, si alguna vez os habéis fiado de mí, leed La otra hija.

Ernaux me lo ha vuelto a hacer.
Yo, que me acerco a cada uno de sus libros con la cautela y el respeto que me genera, vuelvo a encontrarme desarmada ante tanta sinceridad y desnudez.

Para seguir entrando en su obra elegí este título en el que la autora nos habla de la existencia, tan breve y tan extensa a la vez, de su hermana mayor, fallecida dos años y medio antes de que ella naciera. La vida y muerte de Ginette fue un tabú entre Ernaux y sus padres siempre.
Y, quizá, es eso precisamente lo que le confiere esa pesadez, esa imposibilidad de superar un recuerdo y un dolor que no desaparece ni puede ser explicado.
Ernaux es consciente de que si Ginette no hubiera muerto, ella no hubiera nacido. Sus padres siempre le dijeron que sólo quisieron (y se podían permitir) tener un hijo, y ese conocimiento condiciona la relación que mantiene con el espectro de su hermana, le hace sentirse casi como "una ausencia de ser, un ser ficticio" puesto que existe gracias a una ausencia.

De verdad, es que es tan difícil explicar lo que Ernaux genera, que sólo se puede remediar leyéndola. Y así será.

A estas alturas creíamos saberlo todo sobre Annie Ernaux. Durante treinta y cinco años nos ha hablado de su juventud, de su padre y su madre, su matrimonio o sus amantes, demostrando, publicación tras publicación, que es la gran maestra de la escritura autobiográfica.

La escritora francesa eligió para el encargo de la colección “Les Affranchis” escribir la carta que nunca escribió: a su hermana, una hermana que nunca conoció. En 1950, mientras la pequeña Annie juega con una amiga, su madre charla con una clienta, y la oye hablar de algo que le había sido ocultado. Es así como en una época en la que a los niños no se les hablaba directamente del pasado familiar o incluso se conversaba delante de ellos como si no fueran capaces de captar esos secretos, como se entera que sus padres habían tenido otra hija que murió a los 6 años a causa de difteria. Es así como se entera de la existencia de una hermana, la otra hija. Algunas de las frases pronunciadas por su madre, como “Murió como una santa” o “Era más buena que ésa” –siendo “esa” la propia Annie” – se clavan para siempre en su memoria. Y es así, con estas palabras, como ella quedó “bautizada”: la menos santa, menos buena, la otra, la sustituta.

A partir de la descripción de una de las escasas fotografías que se conservan (de entre las seis que se incluyen en esta nueva edición de @cabaretvoltaire_ed y que provienen del álbum personal de la autora), Ernaux comienza esta historia a modo de reflexión sobre el lugar que ocupa ella en su familia, intentando pintar un retrato de su hermana ausente y “escondida” a la vez se compara con ella mientras intenta, en cierto modo, comprender su propia existencia.

"No escribo porque estés muerta. Tú estás muerta para que yo escriba". Sin patetismo, sin sentimientos innecesarios, las palabras de #AnnieErnaux son terriblemente ciertas, delicadas y ásperas al mismo tiempo en una mezcla de orgullo y culpa.
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Historia brevísima de la penúltima ganadora del Premio Nobel de Literatura. Y es la primera obra que leo de su autora. Es una carta dirigida a la hermana muerta de la escritora, fallecida antes de que naciera ella. Cargada de rencor, dolor, falta de información y detalles, Annie Ernaux repasa y pone en orden el torbellino interior que la lleva sacudiendo todos estos años para poder encontrar un poco de paz y reconciliación en la memoria y en el pasado, con el fin de poder enderezar y serenar el presente y el futuro.

El descubrimiento, a los diez años, de una verdad que le había sido ocultada sirve a Annie Ernaux para establecer conexiones entre la existencia de una hermana que nunca conoció y su propia existencia, como hija y, sobre todo, como escritora. Las palabras que logró escuchar de su propia madre dejan en ella una huella llamativa que analizará a lo largo de la obra, así como el hecho de que tiene poca información sobre ella. Esto abre todas las posibilidades al proceso de escritura de Ernaux: especula sobre las posibilidades relacionadas con su existencia, analiza el mundo del dolor y la pérdida, profundiza en su propia identidad a partir de un secreto.
Me pareció realmente fascinante que esta historia tomara la forma de una carta: hay algo poderoso en el hecho de que la escritora esté hablando directamente a su hermana; podemos sentir el dolor en una historia que resulta poética al mismo tiempo. Es una carta muy hermosa que representa el encuentro más cercano posible entre las dos hermanas, y esto le da un carácter mágico y trascendental al texto.
Y como siempre ocurre con Annie Ernaux, el proceso de escritura se convierte en una herramienta para intelectualizar sus vivencias... es un auténtico lujo leerla.
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La evocación de un pasaje de Jane Eyre me pareció maravillosa.
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