La otra hija

A estas alturas creíamos saberlo todo sobre Annie Ernaux. Durante treinta y cinco años nos ha hablado de su juventud, de su padre y su madre, su matrimonio o sus amantes, demostrando, publicación tras publicación, que es la gran maestra de la escritura autobiográfica.

La escritora francesa eligió para el encargo de la colección “Les Affranchis” escribir la carta que nunca escribió: a su hermana, una hermana que nunca conoció. En 1950, mientras la pequeña Annie juega con una amiga, su madre charla con una clienta, y la oye hablar de algo que le había sido ocultado. Es así como en una época en la que a los niños no se les hablaba directamente del pasado familiar o incluso se conversaba delante de ellos como si no fueran capaces de captar esos secretos, como se entera que sus padres habían tenido otra hija que murió a los 6 años a causa de difteria. Es así como se entera de la existencia de una hermana, la otra hija. Algunas de las frases pronunciadas por su madre, como “Murió como una santa” o “Era más buena que ésa” –siendo “esa” la propia Annie” – se clavan para siempre en su memoria. Y es así, con estas palabras, como ella quedó “bautizada”: la menos santa, menos buena, la otra, la sustituta.

A partir de la descripción de una de las escasas fotografías que se conservan (de entre las seis que se incluyen en esta nueva edición de @cabaretvoltaire_ed y que provienen del álbum personal de la autora), Ernaux comienza esta historia a modo de reflexión sobre el lugar que ocupa ella en su familia, intentando pintar un retrato de su hermana ausente y “escondida” a la vez se compara con ella mientras intenta, en cierto modo, comprender su propia existencia.

"No escribo porque estés muerta. Tú estás muerta para que yo escriba". Sin patetismo, sin sentimientos innecesarios, las palabras de #AnnieErnaux son terriblemente ciertas, delicadas y ásperas al mismo tiempo en una mezcla de orgullo y culpa.
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